La canción por encima de todo

Víctor Manuel y Ana Belén suman más de dos en el escenario

Víctor Manuel y Ana Belén, anoche en los Jardines de Pedralbes.Massimiliano Minocri

Víctor Manuel y Ana Belén llegaron a Barcelona con todo ganado pero no se conformaron con saborear la victoria previa, desde el escenario de Pedralbes ofrecieron un concierto serio y sin fisuras, de los que ponen al público de pie. Y lo pusieron: La Puerta de Alcalá fue coreada por cientos de gargantas puestas en pie y agitando brazos. Increíble si se tiene en cuenta que no era un público de baile y alboroto, sino todo lo contrario y que los fríos aplausos del inicio de la velada no incitaban a pensar en un final como aquel.

Víctor y Ana habían ganado la plaza de antemano porqu...

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Víctor Manuel y Ana Belén llegaron a Barcelona con todo ganado pero no se conformaron con saborear la victoria previa, desde el escenario de Pedralbes ofrecieron un concierto serio y sin fisuras, de los que ponen al público de pie. Y lo pusieron: La Puerta de Alcalá fue coreada por cientos de gargantas puestas en pie y agitando brazos. Increíble si se tiene en cuenta que no era un público de baile y alboroto, sino todo lo contrario y que los fríos aplausos del inicio de la velada no incitaban a pensar en un final como aquel.

Víctor y Ana habían ganado la plaza de antemano porque el solo anuncio de su actuación sirvió para agotar todas las entradas. ¡Antes que Bob Dylan! comentaban desde la organización y los signos de admiración no eran superfluos.

A pesar de ese detalle el concierto comenzó algo distante. Como suele suceder las nuevas canciones, las de su disco Canciones regaladas, no eran conocidas por el público y las incorporaciones propias en la primera mitad del concierto tampoco fueron nada destacables. Fue necesario que Ana Belén atacara las primeras notas de Lía para que todo comenzase a cambiar. La seriedad de la platea se tornó complicidad y, a partir de ahí, ya todo fue cuesta abajo con un final apoteósico. La culpa la tuvieron algunas canciones indispensables en nuestra historia reciente: Solo le pido a Dios, Solo pienso en ti, El hombre del piano, Asturias, Contamíname o la mencionada da Puerta de Alcalá. Y unas interpretaciones sin aspavientos, cercanas y cálidas.

En el ambiente corría un cierto morbo por ver que decía el dúo, siempre comprometido con su realidad, sobre los recientes cambios de color en muchos ayuntamientos pero a lo largo de las más de dos horas no hubo ni una sola referencia a la actualidad. Claro que el ambiente tampoco hubiera sido el más adecuado para una declaración política fuera la que fuera.

Por encima de otras consideraciones triunfó la canción con mayúsculas y, sobre todo, la canción con un contenido que va más allá de las palabras cantadas. A las ya populares canciones de la pareja se añadieron esa noche otras de Joaquín Sabina, José Afonso, Chico Buarque o Julio Numhauser (magnífica el Todo cambia del antiguo componente de Quilapayún). Un abanico de sensaciones envuelto en el lujo de una magnífica banda, un buen juego de luces, una magnifica sonorización y un entorno de gran belleza que podría haber chocado un poco con muchos de los mensajes emitidos pero que a nadie pareció sorprender.

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