Vida eterna para los árboles singulares madrileños

Pozuelo planta 36 clones de ejemplares excepcionales por su longevidad o porte

Pantalones, en el jardín botánico, 225 años.carlos rosillo

El retoño de olmo mide poco más de metro y medio, una malla protege su tronco todavía delgado y frágil de la voracidad de algún conejo hambriento. Bajo esa apariencia de debilidad, se esconde un clon de la centenaria olma de Guadarrama que ha sobrevivido a los embates del tiempo y del hombre durante unos 150 años, que los lugareños elevan a 200. El ejemplar forma parte de una colección de 36 clones de 19 árboles singulares de la Comunidad de Madrid, que se han plantado en el Parque Forestal Adolfo Suárez en Pozuelo de Alarcón, contiguo a la Casa de Campo.

En el peculiar cultivo destaca ...

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El retoño de olmo mide poco más de metro y medio, una malla protege su tronco todavía delgado y frágil de la voracidad de algún conejo hambriento. Bajo esa apariencia de debilidad, se esconde un clon de la centenaria olma de Guadarrama que ha sobrevivido a los embates del tiempo y del hombre durante unos 150 años, que los lugareños elevan a 200. El ejemplar forma parte de una colección de 36 clones de 19 árboles singulares de la Comunidad de Madrid, que se han plantado en el Parque Forestal Adolfo Suárez en Pozuelo de Alarcón, contiguo a la Casa de Campo.

En el peculiar cultivo destaca una réplica del impresionante alcornoque de Romanillos (Boadilla del Monte), con una altura de 16 metros y un diámetro de copa de 20; o la del Plátano Tronca Occidentalis, que crece desde hace 200 años en los jardines de Aranjuez, o del olmo ya desaparecido de San Martín de Valdeiglesias. Son algunos de los 257 árboles catalogados en la región como excepcionales por su tamaño, porte, longevidad, originalidad de formas, significación histórica, cultural o científica, y por el valor sentimental entre las gentes de su municipio.

Los escogidos: olmos, tejos, alcornoques y plátanos singulares

Nadie sabe si estos clones de olmos, tejos, plátanos y alcornoques conseguirán emular a sus progenitores. "No todo son los genes", advierte Pedro Mauri, director del departamento de Investigación Ambiental del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra), organismo responsable del proyecto de clonación. “Las condiciones del medio en el que viven son fundamentales en su desarrollo”, explica.

El lugar elegido en Pozuelo, por intermediación de la ONG Bosques sin Fronteras, parece el adecuado para el féliz progreso de las copias. Los operarios se afanan alrededor del clon del alcornoque de Boadilla instalando una protección; más allá se despliegan los pequeños tejos, bien protegidos a la sombra de unas acacias. “Vamos a estar pendientes de ellos, porque no han crecido aquí y tienen que enraizar bien”, explica Antonio Cano, responsable del aula de educación ambiental del municipio.

Hace cuatro años, el Imidra se propuso divulgar las técnicas de multiplicación vegetativa. Los escogidos: olmos, tejos, alcornoques y plátanos singulares. Un procedimiento complejo y menos rápido que cortar un esqueje y ponerlo en agua hasta que echa raices. Recolectar el material ya reviste cierta complejidad. “Los tejos y alcornoques singulares, por ejemplo, crecen en parajes recónditos y en el plátano de Aranjuez tuvimos que usar una grúa”, describe Mauri.

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Desde la recolección hasta que se obtiene una planta pasa como mínimo un año. Los clones se obtienen con técnicas de biotecnología que varían según la especie. En los cultivos in vitro son necesarias condiciones totalmente asépticas que impidan el desarrollo de hongos. Así se logra un embrión, que después dará lugar a la planta. El método permite realizar copias idénticas de ejemplares con una especial fortaleza a determinadas enfermedades. Como el olmo de San Martín de Valdeiglesias, derribado por un vendaval en el 2010. En sus 150 años de vida demostró su resistencia a la grafiosis, una plaga que tiene en jaque a la especie en todo el mundo. Ahora, gracias a las estaquillas que recogieron los técnicos del Imidra, el ejemplar tiene una segunda oportunidad de vivir, en esta occasion, en Pozuelo.

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