La discoteca se hace museo

Cinco jóvenes bailan como si nadie les mirara en la exposición de Rineke Dijkstra

La artista Rineke Dijkstra junto a la proyección de Philip.Fernando Domingo-Aldama

Suena una versión movida de When Love takes over de Kate Ryan. Una joven frente a un fondo blanco comienza a bailar con timidez y repitiendo los mismos gestos una y otra vez. Sabe que la cámara la está mirando y capturando cada uno de sus movimientos. Poco a poco comienza a soltarse y a dejarse llevar por la música. Todo ocurre en la sala de vídeo de un museo. Es parte de la obra The Krazyhouse (Megan, Simon, Nicky, Philip, Dee), que su creadora Rineke Dijkstra (Sittard, Países Bajos, 1959) ha presentado este jueves ...

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Suena una versión movida de When Love takes over de Kate Ryan. Una joven frente a un fondo blanco comienza a bailar con timidez y repitiendo los mismos gestos una y otra vez. Sabe que la cámara la está mirando y capturando cada uno de sus movimientos. Poco a poco comienza a soltarse y a dejarse llevar por la música. Todo ocurre en la sala de vídeo de un museo. Es parte de la obra The Krazyhouse (Megan, Simon, Nicky, Philip, Dee), que su creadora Rineke Dijkstra (Sittard, Países Bajos, 1959) ha presentado este jueves en el Museo Guggenheim Bilbao, donde permanecerá hasta el próximo uno de marzo. Su obra se resume en un concepto muy simple: "bailando cada uno se muestra como lo que son".

La videoinstalación de 32 minutos y dividida en cuatro pantallas es solo la tercera proyección que acoge la sala del Guggenheim Film & Video, inaugurada en febrero para cobijar este tipo de arte. La artista, que ya estrenó la obra en la Tate Liverpool, estudió fotografía en Ámsterdam, hasta que un día a la salida de una discoteca se dio cuenta de que algunas cosas como el ambiente de una noche y transmitir "la idea de que pasa el tiempo" solo se podían capturar en vídeo. Los adolescentes y atrapar momentos puntuales en las vidas de las personas siguieron siendo, eso sí, sus obsesiones.

Dijkstra quería que todo fuera lo más natural y realista posible. Que los actores se olvidaran de las cámaras y que no solo fueran interesantes, sino también que lograran que el espectador se sintiera cercano a ellos. Montó su propia "dance floor" en un estudio improvisado de la discoteca Krazyhouse en Liverpool, con tres niveles y tres tipos de música (house, heavy metal y R&B). Contrató a un DJ que ambientara la situación e hizo un cásting de decenas de personas para encontrar a sus elegidos. Ahora ha creado una especie de discoteca en el museo, no tan diferente a esas imágenes que se ven cada cierto tiempo por los pasillos del Guggenheim cuando se celebran sus fiestas Art after Dark.

"Quería a personas que supieran bailar, pero que fueran naturales". Philip es, por ejemplo, peluquero. El día de la última grabación acababa de teñir el pelo a una señora. Sus manos en el vídeo están negras, pero su ritmo es imparable.La artista le dijo que, de esa guisa, se soltara. Esta era la última oportunidad. Philip estuvo 12 minutos bailando frente a un punto fijo. "Hay cierta noción de vulnerabilidad en su baile". Dijkstra acabó trabando cierta amistad con todos sus protagonistas. Quería que esa sensación se transmitiera en los primeros planos con los que logra capturar la expresión de Megan, Simon, Nicky o Dee. Consiguió que todos se soltaran.

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