El dueño del Riviera admite que costeó el médico al hijo de un policía

El empresario justifica los favores y regalos a mandos

Antonio Herrero, dueño del club Riviera, admitió ayer que pagó de su bolsillo una consulta al psiquiatra para el hijo de un comisario del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), Luis Gómez. Herrero, dueño de una decena de burdeles, reconoció además que mantenía contactos con altos mandos de cuerpos policiales de toda España. El hombre, que también administra una empresa de seguridad encargada de vigilar sus locales, es uno de los 20 acusados de una presunta trama de corrupción policial que ofrecía protección a los burdeles Riviera y Saratoga, en Castelldefels, a cambio de dinero y dádivas. En una de...

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Antonio Herrero, dueño del club Riviera, admitió ayer que pagó de su bolsillo una consulta al psiquiatra para el hijo de un comisario del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), Luis Gómez. Herrero, dueño de una decena de burdeles, reconoció además que mantenía contactos con altos mandos de cuerpos policiales de toda España. El hombre, que también administra una empresa de seguridad encargada de vigilar sus locales, es uno de los 20 acusados de una presunta trama de corrupción policial que ofrecía protección a los burdeles Riviera y Saratoga, en Castelldefels, a cambio de dinero y dádivas. En una de las conversaciones telefónicas intervenidas, Herrero alude a una comida de Navidad que iba a celebrar con “un coronel, un comandante y un capitán”.

Herrero reconoció que le une una “amistad” con el comisario Gómez, que afronta una pena de 17 años de cárcel por alertar de redadas a los dueños de los burdeles. El empresario explicó que conoció al mando policial en 2002, a raíz de una redada en la que recibió un “buen trato” por parte de la policía. Cuando se cerró el caso, dijo, fue a comisaría para agradecerle el favor, lo que inició una relación de amistad. Herrero pagó una consulta para uno de sus hijos, que era adicto a la cocaína, y empleó a otros dos en sus empresas de seguridad.

El fiscal anticorrupción Fernando Bermejo disiente de esa tesis y considera que ese acercamiento fue el inicio de un pacto: los policías alertaban a los dueños de los burdeles de las redadas para que éstos pudieran retirar a las mujeres en situación irregular o, en su caso, a las menores de edad.

El empresario también mantuvo contacto con otro de los policías acusados, el inspector jefe abundio Navas, a quien recajó una caja de vinos: “Son fechas en las que todos estamos acostumbrados a dar y recibir detalles”, justificó Herrero, que negó haber pagado sobornos.

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