¡Qué poco arrean los chavales!

Luis Bolívar y Rubén Pinar se dejaron escapar la puerta grande de Vista Alegre

Manuel Escribano no tuvo suerte en su lote de Bilbao.fernando domingo aldama

Es frase de jubilado. ¡Qué poco arrean los chavales! El tópico de que las nuevas generaciones vienen con menos hambre y con menos disposición que las anteriores se volvió a hacer realidad en Vista Alegre. Quizás no siempre sea justa, pero ayer Luis Bolívar y Rubén Pinar tuvieron dos ejemplares, el segundo y el sexto, para haber dado un vuelco a su carrera y haber cortado las dos orejas.

Se esperaba con interés la corrida de La Quinta y, aunque no se puede decir que respondiese a las expect...

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Es frase de jubilado. ¡Qué poco arrean los chavales! El tópico de que las nuevas generaciones vienen con menos hambre y con menos disposición que las anteriores se volvió a hacer realidad en Vista Alegre. Quizás no siempre sea justa, pero ayer Luis Bolívar y Rubén Pinar tuvieron dos ejemplares, el segundo y el sexto, para haber dado un vuelco a su carrera y haber cortado las dos orejas.

Se esperaba con interés la corrida de La Quinta y, aunque no se puede decir que respondiese a las expectativas, hubo toros para mayores logros. En general, al encierro de Álvaro Martínez Conradi le faltó algo de fuerza para tener un punto de transmisión que diera emoción a lo que ocurrió en el ruedo.

Con todo, hubo astados interesantes, como el segundo y el sexto, incluso el cuarto derrochó calidad, algunos sin fuerzas como el inválido primero y el justito tercero, y hasta los hubo con picante como el quinto. Una corrida completa, que si Bolívar y Pinar llegan a exprimirla hubiera cambiado su resultado.

El primer toro de triunfo se lo llevó el colombiano Luis Bolívar, pero solamente pudo cortar una benévola oreja con muchos menos pañuelos en los tendidos que en la petición denegada el día anterior. El final de Buenastardes, así se llamaba el ejemplar de La Quinta, fue el resumen: con el estoque clavado pegó un arreón y se llevó por delante al colombiano que acabó con la taleguilla abierta. Nunca pudo con el toro. Fue la forma de demostrar quién había ganado aquella pelea.

Cuando trató de someterlo con la muleta, dio pases casi siempre hacia afuera, despegados y solamente lució en algunos de pecho. En varias ocasiones, el santacoloma le sorprendió arrancándose con el torero aún no preparado para iniciar los derechazos. Fue cogido antes y después de entrar a matar. Ahí se le escapó a Bolívar la ocasión de triunfar en Bilbao y se conformó con una oreja.

Si con el toro bueno no pudo, menos cabe pensar que se impusiera al quinto, que desarrolló sentido durante un mal tercio de banderillas y con el que nunca supo doblarse ni ganarles las vueltas. Le faltó mando y poder con el bueno y con el complicado. Al final, más palmas para un encastado y peligroso ejemplar que nunca fue sometido.

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Toros desaprovechados

LA QUINTA / ESCRIBANO, BOLÍVAR Y PINAR

Seis toros de La Quinta, bien presentados salvo el primero, justos de fuerza y nobles, salvo el complicado quinto. Manuel Escribano: estocada (saludos), gran estocada (oreja). Luis Bolívar: estocada (oreja), y estocada (saludos). Rubén Pinar: pinchazo y estocada (saludos) y buena estocada (oreja).

Saludó en el segundo Raúl Adrada, banderillero de Bolívar.

Bilbao, 18 de agosto de 2013. Un tercio de entrada. Segunda de las Corridas Generales.

Tampoco tendrá Rubén Pinar muchas ocasiones de abrir la puerta grande de Bilbao como la que le brindó el sexto. Toro con movilidad y transmisión, pero que quiso coger la muleta con clase. Un animal para darle importancia y para haber trenzado una faena redonda. Pinar estuvo bien, pero se conformó con un toreo correcto, sin poner las cartas boca arriba para salir por la puerta grande. Al albaceteño le bastaba el triunfo pequeño y se llevó una oreja. Ganó las diez de últimas, pero no rompió la baraja. Le faltó deseo, porque el toro tenía transmisión para algo superior.

Pero quién se debió morder las uñas fue Manuel Escribano, a quien la tarde no le iba a ser proclive. Se debió dar cuenta desde el principio. Antes de salir el primer astado, el sevillano se encaminó hacia la puerta de toriles para plantarse de rodillas a esperar la salida del animal, pero el torilero no se percató y el burel apareció en la arena cuando Escribano aún estaba andando hacia la puerta. Debió de ser una señal, porque la suerte no estaba con él: dos buenos toros y ninguno en su lote.

Escribano no pudo hacer nada en su primero, un inválido sin presencia para Bilbao que debió ser devuelto a los corrales. Tan sólo completó un suicida par al quiebro junto a la barrera con el que cerró un discreto tercio de banderillas. En el cuarto, sí pudo esperarlo a portagayola, como de costumbre casi en los medios, lo que deslució algo el trance.

El inicio de faena con un pase cambiado y los pies clavados en la arena fue lo más vibrante de un trasteo al que le faltó mayor acoplamiento, ya que no hubo una serie rematada, compacta. Una sensacional estocada le sirvió para tocar pelo en su estreno en Vista Alegre, dejando muy buenas sensaciones, las de una disposición acompañado de gusto al ejecutar las suertes.

El hecho de cortar tres orejas, una por matador, en la primera de las corridas de a pie no es mal resultado, pero los aficionados lamentarán no haber disfrutado de dos toreros por la puerta grande, pero ya se sabe estamos en una época en la que vale con hacer lo que se pueda. Curiosamente, el diestro que mejores sensaciones dejó fue Manuel Escribano, el que peor lote tuvo. A Luis Bolívar y a Rubén Pinar no les cambia nada una oreja en Bilbao y, sin embargo, debieron echar el resto para salir en hombros; lo único que no vale en el toreo es el conformismo, que de eso ya están las figuras hartas y los públicos también.

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