“No vengo con miedo porque sé que no va a volver a pasar, pero impone”

El primer Alvia 01455 circuló ayer por la vía donde descarriló el tren el pasado miércoles

Paso del tren Alvia por la curva tras la reanudación de la circulación. OSCAR CORRAL

Eran casi las nueve menos veinte y Teresa Quintás miraba ayer insistentemente hacia la vía número 4 de la estación de tren de Santiago. Acababan de anunciar el Alvia 04155, procedente de Madrid: “Mi hermana iba a venir en el tren del miércoles; este año no se quería perder los fuegos del Apóstol. Menos mal que en el trabajo no le dieron los días”. La vía 1, por la que circulaba el tren que descarriló, quedó inutilizada y no se pudo abrir hasta ayer. El Alvia que sale de Madrid a las tres, que iba completo y llegó casi puntual (20.43), volvía a circular por ella. Y los pasajeros lo sabían. “Al ...

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Eran casi las nueve menos veinte y Teresa Quintás miraba ayer insistentemente hacia la vía número 4 de la estación de tren de Santiago. Acababan de anunciar el Alvia 04155, procedente de Madrid: “Mi hermana iba a venir en el tren del miércoles; este año no se quería perder los fuegos del Apóstol. Menos mal que en el trabajo no le dieron los días”. La vía 1, por la que circulaba el tren que descarriló, quedó inutilizada y no se pudo abrir hasta ayer. El Alvia que sale de Madrid a las tres, que iba completo y llegó casi puntual (20.43), volvía a circular por ella. Y los pasajeros lo sabían. “Al acercarnos a la curva, la velocidad se redujo a unos 40 kilómetros por hora. Todo el mundo se asomó para mirar. Un señor hasta sacó una foto”, contaba la hermana de Teresa, Merche, nada más pisar el andén.

“No me explico cómo pudo pasar. He hecho tantas veces este viaje... Antes del túnel es cuando avisan de la siguiente estación. La gente se levanta, coge la maleta...”, decía Merche, que lleva 20 años haciendo ese recorrido. Notó nervios entre los pasajeros. “Yo no vengo con miedo porque sé que no va a volver a pasar, pero impone”, confesaba. Más de una persona llamó al móvil al viajero al que esperaba cuando se formó un pequeño atasco en el ascensor y algunos tardaban en salir: “¿Llegaste?”, preguntaban.

“Me imagino lo que tuvo que ser. Los familiares y amigos esperando en la estación sin noticias, sin saber a qué atenerse”, decía en la cafetería José Ramón, que con su mujer, Pepita, esperaba a una amiga madrileña que veranea con ellos en Muros, localidad cercana a Santiago. “Pudimos ser nosotros. Nieves coge este tren, el de las tres, todos los años. Hace unos días nos llamó y nos dijo: ‘Voy el 24 o el 29. Ya os avisaré’. Lo cambió para hoy porque le salía mejor de precio”. A su llegada, Nieves contó que los pasajeros de su vagón parecían tranquilos. Ella, “no tanto”.

David Pérez, de Vigo, casi ni se enteró: “Unos 15 minutos antes el tren circulaba con normalidad a unos 180 por hora”. Aseguraba que no se dio cuenta de cuándo pasó por la curva. “Fue reduciendo poco a poco hasta 40 o 45 y al poco ya estábamos en la estación”.

Con información de David Reinero.

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