“Lloré cuando mi profesor de jazz me dijo que hiciera ópera”

La soprano Patricia Racette interpreta 'Madama Butterfly', con la que el Liceo cierra la temporada

Barcelona -
La soprano Patricia Racette.MASSIMILIANO MINOCRI

No importa las veces que ha interpretado a Cio-Cio San, la más emotiva criatura pucciniana. Aunque lleva más de 150 funciones de Madama Butterfly en su carrera, la soprano estadounidense Patricia Racette (New Hampshire, Ohio, 1965) no conoce la rutina y asegura que cada vez que pisa la escena, se mete en la piel del personaje con la ilusión del primer día. “No puedo limitarme a cantar, cuando estoy en escena vivo el personaje, soy Cio-Cio San y transmito al público sus emociones con absoluta convicción, ésa es la grandeza de la ópera”, asegura Racette, protagonista estelar del montaje...

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No importa las veces que ha interpretado a Cio-Cio San, la más emotiva criatura pucciniana. Aunque lleva más de 150 funciones de Madama Butterfly en su carrera, la soprano estadounidense Patricia Racette (New Hampshire, Ohio, 1965) no conoce la rutina y asegura que cada vez que pisa la escena, se mete en la piel del personaje con la ilusión del primer día. “No puedo limitarme a cantar, cuando estoy en escena vivo el personaje, soy Cio-Cio San y transmito al público sus emociones con absoluta convicción, ésa es la grandeza de la ópera”, asegura Racette, protagonista estelar del montaje de la popular ópera de Puccini que cierra la temporada del Liceo.

Las funciones de Butterlfy —la última tendrá lugar el próximo lunes— que protagoniza junto al tenor Stefano Secco, la mezzosoprano Marie-Nicole Lemieux y el barítono Fabio Capitanucci, bajo la dirección de Daniele Callegari, suponen su debú absoluto en España. La noche del estreno, el pasado sábado, fue especialmente feliz para Racette, que consiguió un rotundo éxito con una interpretación de la desdichada geisha de impresionante fuerza escénica y conmovedora expresividad vocal. “Fue muy emocionante, me impresionó el calor del público y, de forma muy especial, el silencio en momentos clave del drama. Cuando en plena actuación escucho el silencio, sé que he logrado atrapar al público”.

En la distancia corta, Racette transmite una energía muy especial. Divertida, locuaz y sincera, habla con pasión de un arte y un oficio que le permite hacer lo que más le gusta en el mundo: transmitir emociones a través de la voz. “Adoro la ópera porque representa la más maravillosa fusión de teatro y música, no hay otra cosa igual en esta vida. Y si quieres hacer justicia a este arte, hay que ser cantante y actriz, entregarte a fondo en las dos facetas”, explica con absoluta convicción. “Hay cantantes que no se implican, que están tan obsesionados por dar las notas que no entran en el personaje, se quedan fuera. Pero yo busco cada matiz, cada color, cada acento que pueda enriquecer el momento dramático, disfruto haciéndolo”.

No sé si estar fuera
del armario me ha perjudicado;
el arte es tolerante
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No sólo le ha encantado el Liceo. También le ha cautivado Barcelona, dice con el pleno asentimiento de su mujer, la mezzosoprano Beth Clayton. Viven en pareja desde hace 16 años, fuera del armario, alternando largas estancias entre su ciudad de residencia, Santa Fe, y su apartamento de Nueva York, pues es una de las estrellas consagradas del Metropolitan Opera House. “El ambiente de Barcelona es fantástico, aquí el matrimonio homosexual es legal y la cuestión avanza en nuestro país, pero lo que nos encanta es la actitud, la normalidad y el buen ambiente de Barcelona... Me preguntan muchas veces si estar fuera del armario me ha perjudicado en mi carrera y sinceramente respondo que no lo sé. Quizá somos unas privilegiadas porque el mundo del teatro y el arte es más tolerante, y no es lo mismo vivir en Nueva York que en la América más profunda”, asegura.

En cambio, reconoce que la obsesión que tienen muchos directores de escena por el aspecto físico de un cantante de ópera añade demasiada presión al de por sí complejo reto de interpretar una ópera. “Cuando un director de escena se preocupa más por el físico que por el carisma vocal de un cantante, mal vamos”, asegura con resignación.

Acostumbrada a romper tópicos, Racette se desenvuelve con la misma soltura en la ópera, el jazz y el cabaret. Su caso es curioso. Lo habitual es ver a divas del bel canto haciendo incursiones en el jazz, con mayor o menor acierto. Pero Racette comenzó en el mundo del jazz. “Empecé a cantar ópera de forma casi accidental, porque lo que deseaba era dedicarme al jazz. De hecho, me puse a llorar cuando mi profesor de jazz me dijo que mi voz era más adecuada para la ópera, pero sin duda hoy soy inmensamente feliz siendo soprano”.

Este año ha triunfado en Nueva York con su espectáculo Diva on detour, del que ha sacado un disco, y en el que canta con placer éxitos de Judy Garland y Edith Piaf. “Es un retorno a mis raíces y una declaración de intenciones, y espero poder presentar aquí en Barcelona este espectáculo, en el que también interpreto temas de Sondheim, que me fascina. Cuando canto este repertorio, me olvido de la ópera. Requieren matices y una técnica de emisión muy diferentes”, cuestión que ilustra divertida con un sencillo y revelador fraseo.

Puccini, Verdi, Janácek y Britten centran su repertorio, en el que destaca su afinidad con el verismo y su interés por las óperas contemporáneas. “Son repertorios en los que cantar bien es tan importante como ser actriz. Y resulta muy estimulante poder crear un nuevo papel, preparar su estreno con el propio compositor”. En su agenda inminente, destacan titulos como La fanciulla del West, de Puccini, Andrea Chénier, de Giordano, el musical Show Boat, de Kern, e incluso Salomé, de Strauss, que hará en versión de concierto.

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