El soliloquio que se convirtió en serie

Tras 12 años en escena, ‘Con las cannes abiertas’ busca dar el salto a la pequeña pantalla La productora Levantera Films idea un nuevo modelo de espectáculo que une el cine y el teatro

Un momento del rodaje de la serie 'Con las cannes abiertas'.

Sobre las tablas, una silla como único atrezo. La oscuridad se cuela entre bambalinas. Sale a escena Chico, un treintañero del que todos dicen que tiene la “cabeza blandita”. No hace falta nada más. Bueno, sí: la magia del teatro, esa que envuelve al espectador en otra realidad. Que comience la función. A lo largo del monólogo de nuestro protagonista, el público va poniéndoles rostro e, incluso, timbre de voz a esos personajes de los que les habla: su madre, el frutero o su mejor amigo. Van descubriendo sus problemas, sus sueños y sus preocupaciones, también las de su narrador: su madre y él a...

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Sobre las tablas, una silla como único atrezo. La oscuridad se cuela entre bambalinas. Sale a escena Chico, un treintañero del que todos dicen que tiene la “cabeza blandita”. No hace falta nada más. Bueno, sí: la magia del teatro, esa que envuelve al espectador en otra realidad. Que comience la función. A lo largo del monólogo de nuestro protagonista, el público va poniéndoles rostro e, incluso, timbre de voz a esos personajes de los que les habla: su madre, el frutero o su mejor amigo. Van descubriendo sus problemas, sus sueños y sus preocupaciones, también las de su narrador: su madre y él acaban de recibir una orden de desahucio. Aunque de plena actualidad, este soliloquio nació hace 12 años y ahora ha madurado hasta transformarse en serie de televisión. Una mutación que requiere de trabajo, y en tiempos de crisis, de mucha imaginación, algo de lo que bien sabe el equipo de Con las cannes abiertas.

En la piel de Chico se infunda Ignacio Andreu, quien creó el personaje hace 14 años junto a Juan Carlos Sánchez. No le gusta que clasifiquen el proyecto como web serie. “Hemos publicado el primer capítulo en la Red, simple y llanamente, por las facilidades de distribución que ofrece. Queríamos conocer la respuesta del público”, explica Andreu. El objetivo de la primera producción de Levantera Films es la pequeña pantalla. Pero mientras alguna cadena de televisión se decide a comprarla, Con las cannes abiertas ha ideado su propio modelo de financiación para poder contar cómo Chico y sus amigos le dan una vuelta de tuerca a la crisis. “Nuestros personajes son unos luchadores y van a demostrar que con voluntad y coraje todo se puede conseguir”, explica Andreu, quien se ha rodeado de artistas como María Alfonsa Rosso (Teresa, madre de Chico), Andrés Blanco (Bernabé), Virginia Muñoz (Penélope), José Chaves (Paco), Virginia Nölting (Juli) y José Manuel Poga (Miguel).

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Junto a la inversión de patrocinadores y una apuesta por el crowdfunding —sistema de financiación colectiva a través de Internet—, la productora ha creado un espectáculo que combina el cine y el teatro. “Una vez listo el segundo capítulo, hemos comenzado una gira por diferentes teatros andaluces. La idea es proyectar los dos primeros episodios y, una vez que finalicen, Chico y otros personajes saldrán de la pantalla para contarles en carne y hueso qué ocurrirá en la tercera entrega”, explica Andreu. “Película y teatro por cinco euros, qué más se puede pedir”, bromea Andrés Blanco. Según señala el protagonista, la serie constará solo de dos temporadas, cada una de 13 capítulos. “Cuando una serie tiene éxito, comienzan a estirarla como si fuese un chicle. Así lo que se consigue es perder su esencia”, afirma Andreu, quien apunta que la primera temporada de Con las cannes abiertas se caracteriza por su hiperrealismo frente a una segunda entrega donde la ficción ganará terreno.

Pero, ¿cómo se transforma un soliloquio en serie? En primer lugar, los decorados. De un escenario casi vacío a un barrio “con mucha vida y solera en algún punto del sur”. “Cuando empecé a escribirla no dudé ni un momento en enmarcarla en el barrio donde algunos de los actores nos hemos criado, el sevillano La Bartola. Además, en él viven personas que reflejan la esencia de la serie: aquí los vecinos son una gran familia que se ayudan entre sí, como mis personajes, que olvidan sus problemas por echarle un cable al de al lado”, afirma.

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El segundo punto: los personajes. Tras 12 años conviviendo con el papel de Chico, Andreu reconoce que lo tiene interiorizado. “Tanto que en el rodaje del primer capítulo, cuando había algún problema, debíamos parar, solucionarlo y retomar la máscara. Si no hubiese tenido el personaje tan currado no hubiera sido posible”, explica. Asimismo, el también productor de la serie —junto a Ismael Morillo— reconoce que con la mutación también cambian las técnicas de interpretación. “No es lo mismo actuar frente al público que con una cámara a metro y medio”, agrega Blanco.

“El teatro es magia, es una comunión entre el actor y el público. Sobre el escenario, por ejemplo, debo exagerar más los gestos para que el espectador de la última fila se dé cuenta de que Chico tiene la cabeza blandita, aunque no tanto como la gente dice. Frente a la cámara, eso no es necesario”, explica Andreu. Además, el teatro ofrece al actor la posibilidad de resarcirse. “Como dice la actriz María Galiana, si en el teatro tienes una mala función, al día siguiente puedes mejorarla. Pero, en el cine, si tienes un día nefasto, elegirán la toma menos mala, pero no deja de ser una actuación pésima que se quedará para la posteridad”, señala.

Con las cannes abiertas toma la problemática de los desahucios para enmarcar su crítica a la actual crisis, coyuntura que afecta de lleno a este sector. “La cultura es una de las grandes víctimas de la crisis. Antes una creación daba trabajo para dos años, ahora solo para tres meses. Se está apostando por métodos nuevos, por ofrecer ofertas… pero la demanda es poca. La crisis nos obliga a actores y directores a reinventarnos cada día”, afirma Blanco, quien hace un llamamiento al público para que vaya al teatro. “El lema de esta serie es: Tenemos derecho a tener ilusión, a soñar, a ser felices. Ahora más que nunca debemos aplicarlo a nuestro día a día”, concluye Andreu.

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