“Valencia es un poco pueblo”

José Penalba y su padre han retratado 60 años de historia viva de la ciudad La exposición 'Rodalies' en el Mercat Central de Valencia sintetiza la trayectoria de ambos

José Penalba, bajo sus fotos en el Mercat Central.TANIA CASTRO

Una vaca, con las ubres a punto de rebosar, mira desde lo alto de un vagón descarrilado. Llegó allí por la riada de Alzira de 1982 y allí se quedó cuando bajó el nivel del agua. “Fue una imagen surrealista que me sorprendió cubriendo la pantanada de Tous, que fue una verdadera tragedia”, explica el fotógrafo José Penalba, bajo la curiosa y desamparada imagen de la vaca que se exhibe en el Mercat Central de Valencia.

Su padre José María ya inmortalizó la riuà de 1957 con unas imágenes en blanco y negro imperecederas. Entre ambos han fotografiado más de 60 años de la his...

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Una vaca, con las ubres a punto de rebosar, mira desde lo alto de un vagón descarrilado. Llegó allí por la riada de Alzira de 1982 y allí se quedó cuando bajó el nivel del agua. “Fue una imagen surrealista que me sorprendió cubriendo la pantanada de Tous, que fue una verdadera tragedia”, explica el fotógrafo José Penalba, bajo la curiosa y desamparada imagen de la vaca que se exhibe en el Mercat Central de Valencia.

Su padre José María ya inmortalizó la riuà de 1957 con unas imágenes en blanco y negro imperecederas. Entre ambos han fotografiado más de 60 años de la historia reciente de Valencia, de la miseria de la posguerra a la pobreza de la crisis. “Ahora también hay mucha gente que sufre, sobre todo, los inmigrantes. No hay más que darse una vuelta por los aledaños de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias”, dice José Penalba, de 62 años. Habla bajo, como si estuviese incómodo al focalizar la atención sobre él, testigo privilegiado de la evolución de la sociedad valenciana.

Un vídeo con fotos suyas y de su padre emocionó a un público bien avezado que prorrumpió en aplausos en el festival PhotOn de Valencia. Fue una espléndida síntesis periodística y documental que desde el dictador Francisco Franco discurseando en el balcón del Ayuntamiento, a la última manifestación de apoyo a las víctimas del Metro, pasando por el exalcalde socialista Ricardo Pérez Casado poniendo la primera piedra del Jardí del Túria, por la costumbrista estampa de unas falleras que van en antiguas vespas a la ofrenda o por los tanques del 23-F avanzando contra la incipiente democracia —“el sonido de los tanques en las calles silenciosas hiela la sangre”, recuerda el fotógrafo—. Muchas de estas imágenes, reunidas en la exposición Rodalies, se pueden ver en el Mercat Central hasta el 31 de mayo (en verano se repondrá).

“Valencia es muy peculiar. Es un poco pueblo. La plaza del Ayuntamiento sigue siendo la plaza del pueblo, donde se celebra todo. Y es una lástima lo impersonal que es. Se ha reformado a capricho, sin contar con la gente, con un espacio central que no sirve para nada”, señala el fotógrafo, que ha trabajado para medios de comunicación como Las Provincias, Europa Press o La Hoja del Lunes. Penalba considera que Valencia perdió el tren para explotar todas sus potencialidades, como hizo Barcelona, y lamenta que los valencianos no defiendan lo suyo “de verdad y no sólo de boquilla”, como hacen otros con su cultura o su economía. “Que nos hayamos quedado sin el entramado económico y financiero que costó tantos años no habla muy bien de nosotros y de nuestros políticos”, sostiene.

Autor de unas conmovedoras fotografías en las que capta la maravilla de la mirada de los niños en la Fuente de San Luis de los años setenta, a Penalba le gustan los reportajes de calle, patear la ciudad y sacar la savia de sus calles y gentes. Recuerda la gran fuerza del movimiento vecinal en la transición y cómo los barrios centraban la política municipal. “A los dirigentes vecinales se les fue colocando en despachos políticos y el movimiento perdió su fuerza”, comenta.

Opina que la mayor singularidad de la ciudad es el cauce del Turia convertido en espacio para disfrute ciudadano, por eso lamenta la proliferación de obra dura y equipamientos en el jardín. También es escéptico con la arquitectura mediática de la Ciudad de las Ciencias —“¿durará 500 años como la Lonja?”— y se pregunta si es necesaria cuando hay carencias en la sanidad y la educación.

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