Análisis

Bilbao ante su futuro urbano

Bilbao -

El Máster Plan del área de Zorrotzaurre fue encargado a la arquitecta londinense Zaha Hadid y ahora, como Plan Especial, constituye la principal operación urbana en curso. La propuesta se enmarca en el proceso de reconversión de un antiguo tejido industrial y plantea una isla fluvial de uso residencial en la Ría del Nervión a lo largo de dos kilómetros y medio, entre Deusto por la margen derecha, y Olabeaga y Zorrotza por la izquierda. Se prevén unas cinco mil quinientas viviendas en sesenta y cinco hectáreas además de oficinas, comercios y dotaciones: la futura isla es la mayor reserva de háb...

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El Máster Plan del área de Zorrotzaurre fue encargado a la arquitecta londinense Zaha Hadid y ahora, como Plan Especial, constituye la principal operación urbana en curso. La propuesta se enmarca en el proceso de reconversión de un antiguo tejido industrial y plantea una isla fluvial de uso residencial en la Ría del Nervión a lo largo de dos kilómetros y medio, entre Deusto por la margen derecha, y Olabeaga y Zorrotza por la izquierda. Se prevén unas cinco mil quinientas viviendas en sesenta y cinco hectáreas además de oficinas, comercios y dotaciones: la futura isla es la mayor reserva de hábitat urbano para Bilbao, que busca afirmarse como capital de los casi un millón de habitantes y treinta municipios metropolitanos. Desde 2004 el Ayuntamiento de Bilbao, el Gobierno Vasco, la Autoridad Portuaria y los propietarios del suelo promueven este plan que, desarrollado por la Premio Pritzker y varios equipos de urbanistas, ha sido bien acogido.

No obstante, ya han emergido ciertos factores de riesgo que piden flexibilizar su diseño. La crisis está llevando a muchos posibles inversores a retraerse en sus proyectos de promoción inmobiliaria, aplazando llevar a término el plan. Además, como factor en que centrarme, el actual cambio climático está forzando a revisar muchas de las previsiones sobre catástrofes naturales, cuando, cada vez más alejados de las inundaciones de 1983, se atenúa la percepción de estos riesgos en el área. Su detallada elaboración hace del plan de Zorrotzaurre un proyecto urbano seductor. La isla, con sus lotes transversales abriéndose sobre la Ría y con sus muelles, paseos y puentes enlazando las márgenes, configura un atractivo waterfront: una tendencia contemporánea a los espacios costeros y fluviales resultado de una “estetización de la realidad” como corriente dominante que alcanza al diseño urbano. La variada sucesión de edificios, con sus reflejos imaginados mediante efectos informáticos, prometen una conquista virtual del futuro hábitat de Bilbao para el ciudadano. Sin embargo, la tendencia tradicional no ha sido el acercarse al agua, sino precaverse de ella ante la insalubridad y los riesgos de inundación; una tradición sostenida por tratadistas como L.B. Alberti y también por propuestas actuales como es la isla Seguin, en el Sena.

“Habría que adecuar

A pesar de su irracionalidad, los waterfronts han proliferado dictados por esa estetización del espacio urbano y, dado su reclamo, por su mayor rendimiento inmobiliario. La isla de Zorrotzaurre, bordeada por dos láminas de agua, hoy parece más atractiva que una corta de la Ría: el disminuir su sinuosidad mediante un proyecto similar al Canal de Deusto, ya anticipado en 1943, que incluso ganaría más suelo para Bilbao en la margen izquierda. Un punto crucial ha sido determinar los perfiles longitudinales de las calles fijando la cota máxima de inundabilidad en 4,50 metros sobre el nivel del mar. Éste es un dato “positivo”. Corresponde a un umbral que no debe ser superado en 500 años: hay un 0,20 % de probabilidad de que las aguas lo superen. Esa cota contrasta con el Plan General de 1995 el cual, al tener mucho más recientes las inundaciones de 1983, fijaba las rasantes en más de 7,00 metros. El Plan General guardaba mayor seguridad hasta que en 2008 se rebajó la cota con una modificación, aprobada en 2011. Las catástrofes recientes junto a otros efectos climáticos como es el aumento del nivel del mar, están llevando a algunos países a multiplicar hasta por diez los periodos de retorno. Esto es, parece obligado reconsiderar los parámetros de inundabilidad adoptados en Zorrotzaurre. De manera similar a otros escenarios climáticos, es posible que en Bilbao las inundaciones catastróficas estén más cerca de los quince años de los aguaduchos que de los quinientos estipulados.

En contraste con este aumento de los riesgos de catástrofe, su percepción psicológica se ha atenuado. Quienes sufren inundaciones como las de 1983, saben del desánimo de la población, del esfuerzo y coste social de reconstrucción que supone superarlas. El haber rebajado la seguridad en Zorrotzaurre es un síntoma del olvido de la huella del desastre. La actual recesión es una oportunidad para reflexionar sobre las decisiones adoptadas con excesivo optimismo y avanzar con una política urbana responsable que evite hipotecar a las generaciones futuras. Hace ya un siglo, la ciudad de Chicago se planificó visionariamente con una doble elevación de su sistema viario respecto a su río, integrándose y protegiéndose respecto al agua. La actual revisión del Plan General no debería obviar una evaluación de la vulnerabilidad al riesgo en Zorrotzaurre. Todavía es posible descartar lo que de espejismo hay en la estetización del espacio urbano proyectado y apostar por la integración urbana. Eso sí, habría que adecuar el diseño urbano a una menor vulnerabilidad a las inundaciones; incentivar las expectativas inmobiliarias, e incorporar el Metro al área proyectada. Se trata de integrar Zorrotzaurre, afirmar la centralidad de Bilbao. Es decir, abrir una vía para la articulación urbanística de la Ría en favor del hábitat metropolitano.

Antonio Román es arquitecto (Madrid y Harvard) radicado en Bilbao. Entre sus publicaciones, ha sido codirector de la obra Bilbao 1300-2000: una visión urbana.

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