Opinión

El estado de los marcos

"Una consecuencia más de lo que hemos dado en llamar globalización es que los marcos institucionales son algo que, o incluyen a todos, o no sirven para nada"

Como el hedor en el solar patrio empieza a ser insoportable, parece que lentamente, o no tanto, las discusiones y propuestas empiezan a incluir al marco institucional, que es la supuesta parte sólida del entramado político, social y económico que determina las reglas del juego de un territorio. Esto es más productivo que detenerse solo a condenar a los presuntos autores de desmanes y tropelías, que sin un cambio de reglas son sustituidos por otro batallón de repuesto, siempre disponible. Por tanto, revisar marcos es últimamente una tarea que esta ocupando la actualidad en proporción directa al...

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Como el hedor en el solar patrio empieza a ser insoportable, parece que lentamente, o no tanto, las discusiones y propuestas empiezan a incluir al marco institucional, que es la supuesta parte sólida del entramado político, social y económico que determina las reglas del juego de un territorio. Esto es más productivo que detenerse solo a condenar a los presuntos autores de desmanes y tropelías, que sin un cambio de reglas son sustituidos por otro batallón de repuesto, siempre disponible. Por tanto, revisar marcos es últimamente una tarea que esta ocupando la actualidad en proporción directa al deterioro que viene sufriendo el cuadro entero. A este respecto, y dirigido principalmente a los marcos que rigen la actividad económica (aunque lo que sigue puede generalizarse a cualquier actividad), distraídamente me gustaría realizar dos apuntes. Seré breve:

1. Una consecuencia más de lo que hemos dado en llamar globalización es que los marcos institucionales son algo que, o incluyen a todos, o no sirven para nada. Por ejemplo, me viene ahora a la memoria la periódica discusión de ampliación del uso de la energía nuclear, ¿recuerdan? Uno de los argumentos contundentes que utilizaba nuestro ínclito ex presidente Felipe González a favor de la misma era que, en la vecina Francia, la energía nuclear no estaba en discusión sino que era una realidad y que nosotros comprábamos esa energía, por lo que tenía poco sentido negarse a desplegarla en nuestro país. Y tenía razón.

Por lo mismo, tampoco tiene mucho sentido desarrollar una estricta legislación medioambiental para la producción industrial en, pongamos por caso Europa, cuando el grueso de la misma radica o se desplaza a países donde esta legislación es laxa o ni tan siquiera existe, pongamos por caso China. Es una de las maravillas de la globalización: la desregulación de facto que se produce al no existir un marco institucional global. Es cierto que la globalización incentiva, o más bien, deberíamos decir provoca, el aumento de la productividad, aunque en unos casos lo hace a través de la innovación y en otros a través de la simple disminución de los costes salariales, con lo cual aquellos países que son capaces de innovar suelen posicionarse bien en el mercado y aumentar sus rentas, mientras que aquellos otros en los que no hay la suficiente innovación, la productividad se aumenta a costa del abaratamiento de los costes salariales o del desmantelamiento de las coberturas sociales (¿les suena?), lo cual no siempre garantiza el mantenimiento de la rentas y mucho menos su aumento. Un corolario de esta desgobernanza global es que promete la vuelta a un capitalismo, como les diría yo, más agreste.

2. Otro de los problemas de un marco institucional es que no funcione igual para todos. O dicho de otra manera, que los órganos de que se dota no sean independientes a la hora de pronunciarse. Por poner un ejemplo reciente, podemos referirnos a dos de las últimas decisiones de la Comisión Nacional de la Competencia que han tenido cierta repercusión en la prensa económica: una relativa al proyecto de ley de la cadena alimentaria y otra a la recomendación verbal del Banco de España a las entidades financieras sobre la fijación del límite de retribución a los depósitos y otros activos a corto plazo.

Sobre la primera, que pretende regular las relaciones comerciales entre las grandes cadenas de distribución y los productores agrícolas, se despacha en un dictamen con la siguiente frase:”el desequilibrio o asimetría entre las partes contratantes no es una anomalía o un fallo de mercado sino una característica inherente a él”. Sugiere a partir de esta conclusión que la estructura actual de mercado (pocos compradores frente a muchos vendedores, o lo que los economistas denominamos como oligopsonio) ha de ser un acicate para las explotaciones agrarias, que deben adaptar su organización productiva y mejorar su eficiencia, reconociendo implícitamente que no entraña concertación en el precio pagado a los productos agrícolas. Sobre la segunda, que representa una clara colusión de retribuciones a los depósitos, impuesta además por el Banco de España, concluye que… se estudiará; teniendo en cuenta que estamos ante una estructura de mercado similar a la anterior. En fin, no quiero abrumarles con detalles o con discusiones interesadas sobre la necesaria rentabilidad de sectores estratégicos, pero cabe concluir que las decisiones de este organismo siguen al pie de la letra la ley…del embudo.

Juan Usach es doctor en Economía

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