La justicia de la Nit de Santa Llúcia

El Sant Jordi recae en una novela de Màrius Serra sobre el matemático Ferran Sunyer y su abnegada familia y el Riba de poesía reconoce al octogenario Francesc Garriga

Garriga (izquierda), Vallès, Serra, Roca y Badal, ayer.CARLES RIBAS

En estos tiempos miserables, aún se agradece más la justicia, por simbólica que sea. De alguna manera, así se dio ayer en la 62ª Nit de Santa Llúcia en Tarragona, a través de los dos grandes premios de la Festa de les Lletres Catalanes. La figura del genio ignoto y parapléjico matemático Ferran Sunyer y, en particular, del sacrificio de su madre y las dos primas que empujaron su silla de ruedas y le permitieron vivir su sueño fue reconocida a través de Plans de futur, novela con la que Màrius Serra obtuvo el 53 premio sant Jordi (y sus 60.000 euros). El otro acto de justicia fue la co...

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En estos tiempos miserables, aún se agradece más la justicia, por simbólica que sea. De alguna manera, así se dio ayer en la 62ª Nit de Santa Llúcia en Tarragona, a través de los dos grandes premios de la Festa de les Lletres Catalanes. La figura del genio ignoto y parapléjico matemático Ferran Sunyer y, en particular, del sacrificio de su madre y las dos primas que empujaron su silla de ruedas y le permitieron vivir su sueño fue reconocida a través de Plans de futur, novela con la que Màrius Serra obtuvo el 53 premio sant Jordi (y sus 60.000 euros). El otro acto de justicia fue la concesión del 54 Carles Riba de poesía, que recayó en la hasta ahora belleza sin laurel de los versos del octogenario Francesc Garriga Barata.

“Me costó encontrar las voces, qué y cómo explicar esas vidas”, admitía ayer Serra (Barcelona, 1963), a quien también se le hizo cuesta arriba hacerse con la historia. “No quería ser asociado al escritor de la silla de ruedas”, reconoció pensando en su obra anterior, Quiet, sobre su hijo enfermo de encefalopatía fallecido en 2009. Pero el foco de su novela no está tanto en ese Sunyer parapléjico que no podía escribir y hablaba con dificultad pero cuyo cerebro privilegiado le permitió cartearse con Einstein, sacarse el bachillerato a los 45 años, ser vicepresidente de la Societat Catalana de Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas y miembro del American Mathematical Society. Pese a la tentación, la luz está en su madre y sus dos primas, Àngels y María Carbona, esta última protagonista de un cuadro que pintó en 1925 un Salvador Dalí con quien mantuvo una relación íntima. “Me preguntaba por qué, amén de su madre, dos mujeres de su capacidad y belleza dedicaron toda su vida al primo”.

Con esta novela “sobre la esperanza”, el autor de La vida normal o Mon oncle y reconocido enigmista cosechó su octavo premio, pero el más prestigioso. Es un currículo muy distinto del de Garriga (Sabadell, 1932), que a pesar de la admiración de colegas y, en especial, de los bardos más jóvenes, ha tenido una carrera más silenciosa: el López-Picó y una Englantina de los Juegos Florales de Barcelona. Hasta este Riba (3.000 euros) por Tornar és lluny, verso de Thomas Bernhard. “El eje del libro soy yo, persona mayor que llega a su final; hablo de mis circunstancias, que es la de todos. Abordamos lo mismo desde el Poema de Gilgamesh: amor, desamor, deseo, muerte…”, comentó distendido un poeta que recomienda a los aspirantes a “escribir y romper mucho para que al final quede algo importante”. Y apuntilló: “Y que no confundan prosa con poesía”.

El último poemario de Garriga, Ragtime, fue publicado por el pequeño sello Labreu, el mismo que ha editado la obra de Tina Vallès (Barcelona, 1976), que se alzó con el 15º Mercè Roderada de cuentos (6.000 euros) por El parèntesi més llarg, su cuarto libro, en donde los personajes viven en su cabeza hechos chocantes en lo que son “paréntesis en su vida”, dijo la autora.

La velada en el Teatre Tarragona dio para seis galardones más, como el 39º Joaquim Ruyra de literatura juvenil (7.000 euros) que fue para Katalepsis, donde la reconocida Mari Carme Roca (Barcelona, 1955) refleja la desesperanza de la juventud actual a partir de un joven que sufre esa enfermedad que paraliza su cuerpo pero que controla con fines espurios. Un homenaje a Stevenson y a la Odisea se juntan en Les aventures de Jan Plata, donde las preguntas de un niño sobre su identidad a partir de su padre, un pirata, han llevado a Josep Lluís Badal a obtener el Folch i Torres infantil (7.000 euros) en su 50ª edición.

El estrés en el mundo educativo fue el trabajo del grupo Greldo que reconoció el Joan Profitós (2.500 euros), mientras Carles Llinàs obtuvo el 23º Joan Maragall (6.000 euros) por Escatologia, modernitat, escepticisme. El pensament d’Odo Marquard. Los galardones al Col·lectiu Emma, que promueve noticias sobre Cataluña en medios internacionales (26º Joan B. Cendrós; 3.000 euros), y El món a RAC1 (comunicación) cerraron una velada donde la presidenta de Òmnium, Muriel Casals, afirmó que Cataluña está en “un Estado donde no hay sitio para nosotros si queremos vivir como catalanes”, corolario de momentos “de resistir y plantar cara otra vez a los ataques”, dijo citando el anteproyecto de la Ley Wert de educación.

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