Los municipios pierden el 96% de los fondos para proyectos de desarrollo local

Alumnos en el curso de formación en aprovechamiento forestal en Piñor. / NACHO GÓMEZ

De los más de 12 millones de euros que en 2011 permitieron a casi 400 trabajadores rescatar oportunidades de empleo en los socavones del bienestar local, apenas quedan migajas. Del reparto de 2012 ha volado más del 96% del presupuesto para empleo y desarrollo municipal, así que los ayuntamientos tendrán que rascarse el bolsillo si quieren mantener servicio al que le quedan 435.756 euros. Pese a la quimera de cuadrar el gasto en las estranguladas cuentas municipales, en Carballeda de Avia (Ourense) no dudan de que su agente de empleo y desarrollo, Ángel Barba, continuará en su despacho el próxi...

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De los más de 12 millones de euros que en 2011 permitieron a casi 400 trabajadores rescatar oportunidades de empleo en los socavones del bienestar local, apenas quedan migajas. Del reparto de 2012 ha volado más del 96% del presupuesto para empleo y desarrollo municipal, así que los ayuntamientos tendrán que rascarse el bolsillo si quieren mantener servicio al que le quedan 435.756 euros. Pese a la quimera de cuadrar el gasto en las estranguladas cuentas municipales, en Carballeda de Avia (Ourense) no dudan de que su agente de empleo y desarrollo, Ángel Barba, continuará en su despacho el próximo año. La decisión la avalan suculentos proyectos que riega con más ganas que recursos y que, con tiento, empiezan a dar sus frutos.

De Xantar coma na casa comen ya tres mujeres con espíritu emprendedor y el primer trabajador que han contratado en su cooperativa. A bordo de una furgoneta nueva rotulada con la esperanza de salir del hoyo, sirven a domicilio menús caseros que rebasan a diario las fronteras de la localidad. En los fogones de un curso de cocina organizado por el Consistorio moldearon el proyecto con apoyo municipal. Ahora que vuelan solas, Barba saborea el trabajo bien hecho remangado ya para abordar el próximo. Será en el Centro de Día que construyó el bipartito y que la Xunta de Feijóo “trató de privatizar sin éxito”.

Después de que el municipio se comprometiese a costear su mantenimiento, trabaja para convertirlo en un Centro Social al que ya acuden a diario unas 30 personas. Ahora falta romperse los cuernos para dotar de servicios unas instalaciones a estrenar. Con la emoción que imprime otro pulso a la realidad, relata en futuro sin condicional su objetivo de dar a luz una nueva cooperativa en la que varios ribeiranos puedan huir del paro para restar achaques a un pueblo que envejece pero no se arruga.

Ángel no es el único que conserva las ganas, pero sí de los pocos que retendrán el trabajo. Ahogados en números rojos, son muchos los municipios que tendrán que renunciar al servicio, porque los agentes de empleo serán solo un tercio de los actuales. También se les escurren las posibilidades de ofrecer talleres de empleo para formar trabajadores al tiempo que los redimen durante meses de la cartera de desempleados. Ahora, la concesión de esos programas está sujeta a un ajuste de 19 millones y a la voluntad de los delegados territoriales de la Xunta, que los distribuyen según su criterio. Ante la falta de fondos y alternativas, muchos acuden a trabajos de Colaboración Social. A través de esta normativa, solicitan al Sepe parados para diversos puestos, a los que pagarán la diferencia entre la prestación por desempleo y la base reguladora de dicha ocupación. El problema es que los trabajadores no cotizan y agotan la prestación sin la posibilidad de buscar empleo durante ese tiempo. Y rechazar el trabajo conlleva penalización. De un modo u otro, con la agonía de los programas de formación se esfuman lan esperanzas de muchos parados que, sobre todo en zonas rurales, ven condicionadas su formación y movilidad laboral a los pocos cursos que se paran al pie de las carreteras comarcales.

Además de agentes de desarrollo, los municipios se quedan sin orientadores laborales. “Sin embargo, a pesar de la pérdida que supone el trato personal a desempleados en tiempos de crisis, esos servicios pueden centralizarse”, lamenta Ángel Barba. “Pero el desarrollo local es algo más, es como un motor. Y si se apaga, no va a haber quien lo repare”.

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