Un locutorio de Lavapiés, base de operaciones de una red de narcos

La Guardia Civil ha desarticulado una organización dedicada a distribuir cocaína por la capital. Un locutorio de Lavapiés (Centro) era la tapadera que utilizaba esta red para traer el estupefaciente que llegaba al aeropuerto de Barajas oculto en flores frescas, en especial rosas. Todos los detenidos, naturales de Bangladesh, habían montado un entramado empresarial para intentar ocultar su ilícita actividad, según ha informado esta mañana la Comandancia de Madrid.

Las pesquisas comenzaron a raíz del estudio de la documentación de la mercancía importada por parte de especialistas de la Gu...

La Guardia Civil ha desarticulado una organización dedicada a distribuir cocaína por la capital. Un locutorio de Lavapiés (Centro) era la tapadera que utilizaba esta red para traer el estupefaciente que llegaba al aeropuerto de Barajas oculto en flores frescas, en especial rosas. Todos los detenidos, naturales de Bangladesh, habían montado un entramado empresarial para intentar ocultar su ilícita actividad, según ha informado esta mañana la Comandancia de Madrid.

Las pesquisas comenzaron a raíz del estudio de la documentación de la mercancía importada por parte de especialistas de la Guardia Civil. Los agentes comprobaron que no se correspondía la actividad de una empresa recién creada, supuestamente dedicada a la actividad inmobiliaria, con la importación de flores frescas. Además, el domicilio social estaba asentado en un locutorio ubicado en Lavapiés. Los guardias civiles pasaron la información al equipo de Policía Judicial de Barajas para que controlara los envíos que recibía esta organización. Detrás de todos ellos había cuatro ciudadanos de Bangladesh con edades entre los 36 y los 52 años.

Las pesquisas de los agentes de Barajas dieron resultado a principios de octubre cuando llegó una nueva partida destinada al locutorio. En ese momento se detuvo a los integrantes de la red.

Tras conseguir la correspondiente autorización judicial, la Guardia Civil abrió el envío, formado por 23 cajas de flores (rosas rojas), en los que encontró 26 kilos de cocaína de gran pureza ocultos entre el tallo y el cartón que lo cubre para protegerlo.