Opinión

¿Te gusta España?

Estos días ha estado descansando en San Sebastián la Duquesa de Alba. Bueno, descansando a lo mejor es mucho decir, que para eso primero hay que cansarse, pero lo cierto es que la hemos podido ver con su marido y unas amigas de paseo por La Concha. Ahí iba la cuadrilla, intentando caminar entre la avalancha de periodistas y curiosos que se apelotonaban alrededor. La Duquesa iba a recibir un premio, pero no había manera de avanzar entre la gente. El marido, ceño fruncido, esquivaba como podía la gomaespuma de los micrófonos. La amiga caminaba al lado, como con cara de niño extraviado. La Duques...

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Estos días ha estado descansando en San Sebastián la Duquesa de Alba. Bueno, descansando a lo mejor es mucho decir, que para eso primero hay que cansarse, pero lo cierto es que la hemos podido ver con su marido y unas amigas de paseo por La Concha. Ahí iba la cuadrilla, intentando caminar entre la avalancha de periodistas y curiosos que se apelotonaban alrededor. La Duquesa iba a recibir un premio, pero no había manera de avanzar entre la gente. El marido, ceño fruncido, esquivaba como podía la gomaespuma de los micrófonos. La amiga caminaba al lado, como con cara de niño extraviado. La Duquesa, con más entrenamiento para estas tareas, mantenía la compostura y ponía cara de que le gustaba. Por fin el grupo se detuvo y empezaron las preguntas. La primera me la veía venir: "¿Le gusta San Sebastián?"

Por más que le doy vueltas, no consigo entender por qué esa costumbre de empezar las entrevistas a la gente de fuera haciendo esa pregunta. "¿Te gusta San Sebastián?" y su equivalente para visitas internacionales, "¿Te gusta España?" son las preguntas más absurdas que existen. Cada vez que las escucho, mi voz interior pide a gritos que el preguntado responda "No, no me gusta nada, es una basura integral". Lamentablemente, eso nunca pasa. Los entrevistados siempre sonríen y responden un bien aprendido "Sí, me encanta". No falla. Aunque no lleven ni cinco minutos aquí y no tengan la menor idea de dónde están, aunque su único contacto con nuestra tierra haya sido el aeropuerto. Incluso aunque allí le hayan perdido la maleta con cinco trajes de Armani y el reloj que heredó de su bisabuelo, incluso entonces, el entrevistado responderá sonriente un bien aprendido "Sí, me encanta". Sabiendo esto como lo sabemos todos, ¿qué sentido tiene, pues, malgastar tiempo y credibilidad haciendo esa pregunta? Pues que si quieres arroz, Catalina. Periodistas de todos los medios, todas las categorías y todos los colores se empeñan en seguir haciéndola. Me imagino que albergarán la esperanza de recibir una respuesta milagrosamente emotiva, cosida de detalles y con grandes dosis de verdad. Conseguirlo sería estupendo, ya te digo. El autobombo siempre ha funcionado muy bien, nos entusiasma leer y escuchar que la gente dice cosas bonitas sobre nosotros. Pero asumamos que las probabilidades de conseguirlo son de una entre un millón. Que levante la mano el que haya escuchado a algún famoso decir en alguna entrevista algo diferente a "me encanta la paella", "la gente de aquí es maravillosa", "los pintxos qué ricos" o "tortilla de patatas, torilla de patatas". Pienso en estos actores de Hollywood que se recorren el mundo promocionando sus películas, un día en cada país y en cada país igual que aquí, y es que me entra la risa floja. ¿Te gusta Rusia, Angola, Laos, Kazajistán? Sí, me encanta.

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