Opinión

De la necesidad imperiosa

"Está claro que una parte del éxito en la voladura del Estado de bienestar y el regreso al averno exige aprovechar la conjunción de ignorancia, desinformación y pánico para inmovilizar a una ciudadanía con las tragaderas colmatadas"

Mariano Rajoy es un mandado, pero antes de afrontar lo que llama la necesidad imperiosa de controlar el déficit público —según las doctrinas impuestas por la delincuencia financiera y sus dóciles empleados a lo largo y ancho del escalafón—, existe la imperiosa necesidad de acabar con la tupida red de mentiras, interpretaciones torticeras, fabricantes de eufemismos, manipulaciones interesadas, tertulias de papagayos y demás pirotecnia cavernaria para distraer al personal de sus tareas de autodefensa y contraataque. Está claro que una parte del éxito en la voladura del Estado de bienestar y el r...

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Mariano Rajoy es un mandado, pero antes de afrontar lo que llama la necesidad imperiosa de controlar el déficit público —según las doctrinas impuestas por la delincuencia financiera y sus dóciles empleados a lo largo y ancho del escalafón—, existe la imperiosa necesidad de acabar con la tupida red de mentiras, interpretaciones torticeras, fabricantes de eufemismos, manipulaciones interesadas, tertulias de papagayos y demás pirotecnia cavernaria para distraer al personal de sus tareas de autodefensa y contraataque. Está claro que una parte del éxito en la voladura del Estado de bienestar y el regreso al averno exige aprovechar la conjunción de ignorancia, desinformación y pánico para inmovilizar a una ciudadanía con las tragaderas colmatadas. Esto acabará mal. Hasta entonces la administración del protectorado y de sus más ruinosas periferias, cual es el caso, debería considerar la imperiosa necesidad de no equiparar el saneamiento de las finanzas públicas con el despido masivo de trabajadores para su posterior reclutamiento selectivo como esclavos. Sobre todo si enmudecen ante la imperiosa necesidad de acometer la reforma empresarial y aplicar la ley de fugas a las rentas del capital. De paso revisen los escáneres por donde desfilan las maletas en los vuelos con destino a Suiza y a otros paraísos tributarios.

Es una necesidad imperiosa que doña Cospedal deje de confundir productividad con trabajar más horas. Su interminable ropero no le autoriza a insultar la inteligencia del prójimo. Imperiosa necesidad es que doña Báñez deje de provocar al respetable cuando justifica la deriva autocrática con esa estupidez de que aprecia la paz social, pero gobierna para la mayoría. Al PP le votó un 30,2% del censo electoral. Hasta la mayoría le quedan casi 20 puntos. ¿Le sale la resta o necesita calculadora? Un sistema electoral amañado no garantiza ni requiere del entontecimiento general. Y segundo, porque parte de sus votantes quisieron ignorar —a merecido precio— las aviesas intenciones en cuanto se apropiaran del Boletín Oficial del Estado. Metidos de lleno en la imperiosa necesidad ligada al ahorro, a qué esperan para liquidar el Senado, las Diputaciones, el poder judicial, el Consejo Jurídico Consultivo, la Sindicatura de Comptes, los coches oficiales, las prebendas para el insoportable catálogo de ex altos cargos, el suministro a la Iglesia católica, las tropecientas legiones de asesores, enchufados de primer, segundo y tercer grado familiar, y resto de quincalla manifiestamente prescindible. Extraña que doña Merkel no haya telefoneado para otra reforma constitucional exprés. Imperiosa necesidad es acometer un expediente de regulación a parlamentarios, consecuente con la devaluación de la calidad democrática. Basta con un diputado por partido electo, a tiempo parcial y voto ponderado. Y todos a reforestar. Monarquía incluida.

De la necesidad imperiosa

MANUEL S.

JARDÍ

Mariano Rajoy es un mandado, pero antes de afrontar lo que llama la necesidad imperiosa de controlar el déficit público —según las doctrinas impuestas por la delincuencia financiera y sus dóciles empleados a lo largo y ancho del escalafón—, existe la imperiosa necesidad de acabar con la tupida red de mentiras, interpretaciones torticeras, fabricantes de eufemismos, manipulaciones interesadas, tertulias de papagayos y demás pirotecnia cavernaria para distraer al personal de sus tareas de autodefensa y contraataque. Está claro que una parte del éxito en la voladura del Estado de bienestar y el regreso al averno exige aprovechar la conjunción de ignorancia, desinformación y pánico para inmovilizar a una ciudadanía con las tragaderas colmatadas. Esto acabará mal. Hasta entonces la administración del protectorado y de sus más ruinosas periferias, cual es el caso, debería considerar la imperiosa necesidad de no equiparar el saneamiento de las finanzas públicas con el despido masivo de trabajadores para su posterior reclutamiento selectivo como esclavos. Sobre todo si enmudecen ante la imperiosa necesidad de acometer la reforma empresarial y aplicar la ley de fugas a las rentas del capital. De paso revisen los escáneres por donde desfilan las maletas en los vuelos con destino a Suiza y a otros paraísos tributarios.

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Es una necesidad imperiosa que doña Cospedal deje de confundir productividad con trabajar más horas. Su interminable ropero no le autoriza a insultar la inteligencia del prójimo. Imperiosa necesidad es que doña Báñez deje de provocar al respetable cuando justifica la deriva autocrática con esa estupidez de que aprecia la paz social, pero gobierna para la mayoría. Al PP le votó un 30,2% del censo electoral. Hasta la mayoría le quedan casi 20 puntos. ¿Le sale la resta o necesita calculadora? Un sistema electoral amañado no garantiza ni requiere del entontecimiento general. Y segundo, porque parte de sus votantes quisieron ignorar —a merecido precio— las aviesas intenciones en cuanto se apropiaran del Boletín Oficial del Estado. Metidos de lleno en la imperiosa necesidad ligada al ahorro, a qué esperan para liquidar el Senado, las Diputaciones, el poder judicial, el Consejo Jurídico Consultivo, la Sindicatura de Comptes, los coches oficiales, las prebendas para el insoportable catálogo de ex altos cargos, el suministro a la Iglesia católica, las tropecientas legiones de asesores, enchufados de primer, segundo y tercer grado familiar, y resto de quincalla manifiestamente prescindible. Extraña que doña Merkel no haya telefoneado para otra reforma constitucional exprés. Imperiosa necesidad es acometer un expediente de regulación a parlamentarios, consecuente con la devaluación de la calidad democrática. Basta con un diputado por partido electo, a tiempo parcial y voto ponderado. Y todos a reforestar. Monarquía incluida.

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