GALLARDÓN DEJA LA ALCALDÍA

Obsesión olímpica

La capital compite por tercera vez en la carrera para ser sede de los Juegos Olímpicos Ana Botella hereda del exalcalde una monumental deuda pero también el sueño olímpico

Alberto Ruiz-Gallardón anuncia la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos 2020,acompañado de Manuel Cobo y el socialista, Jaime Lissavetzky. CLAUDIO ÁLVAREZ

Ya lo decía la canción: “No, no es amor, lo que tú sientes se llama obsesión”. Alberto Ruiz-Gallardón quiere que Madrid sea una ciudad olímpica. Lo quiere tanto que ha sido capaz de embarcar a la capital, no ya por segunda vez, sino ¡por tercera!, en la carrera por conseguir unos Juegos. En plena crisis. Asegura que la suya será una candidatura de bajo coste, con el dinero justo para gastos de representación y para pagar los nada despreciables emolumentos que pide el COI a la...

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Ya lo decía la canción: “No, no es amor, lo que tú sientes se llama obsesión”. Alberto Ruiz-Gallardón quiere que Madrid sea una ciudad olímpica. Lo quiere tanto que ha sido capaz de embarcar a la capital, no ya por segunda vez, sino ¡por tercera!, en la carrera por conseguir unos Juegos. En plena crisis. Asegura que la suya será una candidatura de bajo coste, con el dinero justo para gastos de representación y para pagar los nada despreciables emolumentos que pide el COI a las ciudades que aspiran a llamar Villa Olímpica a uno de sus nuevos barrios. Qué son unas cuantas decenas de millones de euros cuando está en juego lucir los cinco anillos entrelazados. El amor, o la obsesión, le viene de lejos. En realidad la candidatura de Madrid 2012 la heredó del anterior alcalde, José María Álvarez del Manzano. Al principio, como con el nunca ambicionado cargo de alcalde, le puso poco entusiasmo. Pasados unos meses, se embarcó en el reto con empeño. En 2004 llegó a decir que no pensaba dedicarse a otra cosa hasta que, el año siguiente, se hiciera pública la elección de la sede. Se entiende, por el bien de la intendencia municipal, que era una hipérbole.

Madrid perdió. Pero el alcalde no se arredró. Aquel 6 de julio de 2005 compareció “desencajado” ante la prensa que le había seguido hasta Singapur, describen las crónicas. El abatimiento le duró poco. Enseguida se puso otra vez manos a la obra. La siguiente iba a ser la buena. “Río rompe el corazón a Madrid”, tituló este diario cuando el 2 de octubre de 2009 la capital volvió a perder, esta vez aún por menos margen, en una final ajustadísima en la que había presumido de tener casi el 80% de las infraestructuras acabadas. Ya entonces Gallardón, tan dado a las citas y a descolocar al personal hablando a la manera de Delfos, profetizó: “El auténtico fracaso en la vida es rendirse”. Y se lo aplicó. Nadie le reprochó entonces haber eludido esa regla no escrita de la alternancia de continentes. Y ahora, con el tercer intento ya en marcha, las críticas a una candidatura en plena debacle económica no son precisamente atronadoras. Puede que dos grupos de la oposición se hayan negado a apoyarle, pero tampoco le están poniendo palos en las ruedas.

Dos grupos de la oposición se han negado a apoyarle, pero no le ponen palos en las ruedas

Madrid es la única gran capital europea que no ha tenido unos Juegos, repiten lastimosamente quienes comparten el sueño olímpico del alcalde. Lo que sí tiene es dónde realizarlos, al menos en parte. El legado de las tres carreras de la ciudad hacia los Juegos consiste en varias instalaciones deportivas ya terminadas, otras a medio hacer y un estadio olímpico, la Peineta, al que, tras mucho retraso, le esperan años de obras para que luzca como merece. La Villa Olímpica, en cambio, solo existe sobre el papel. Eso sí, los terrenos en los que se planeó construirla siguen reservados y a la espera de que en 2013 la palabra que pronuncien en Buenos Aires sea Madrid. A medida que se iban alternando las fases de ilusión y de derrota, los años de preparación le han servido a la capital para hacerse con un aeropuerto más grande y moderno, para extender la red de metro, soterrar la vía de circunvalación M-30, recuperar el río Manzanares… No necesariamente se le deben a la carrera olímpica, pero han corrido en paralelo en estos ocho años y pico de Gallardón en la alcaldía

Ana Botella no solo hereda una deuda casi tan monumental como el renovado Palacio de Cibeles. Ni un mandato de estrecheces en el que el presupuesto no le dará para lucirse con inauguraciones vistosas. Hereda también un sueño, una obsesión. ¿Comparte Botella el apasionamiento de Gallardón por los Juegos Olímpicos? ¿Echará el resto para que Madrid, al fin, los consiga? Por primera vez, el alcalde no preside la candidatura olímpica de la capital. Fue así con 2012 y con 2016, pero esta vez Gallardón ha delegado en Alejandro Blanco para que se encargue de la oficina. En su momento, la decisión se interpretó como otra de las despedidas soterradas del político. ¿Estaba también descargando a su sucesora de esa responsabilidad? “Ana, te quedas al frente de la ciudad”, le dijo el alcalde a Botella en octubre de 2008. Él se marchaba a México en viaje de promoción de la candidatura de Madrid 2016. La dejaba cuatro días sola en casa. Ahora va en serio. Ahora será ella la que viaje por medio mundo para convencer al COI de que Madrid no puede dejar de ser esa capital sin Juegos.

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