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Patrick Watson, el cantante que perdió la voz (e hizo un disco gracias a ello)

Por un problema de salud, el músico canadiense pasó meses sin hablar ni cantar. Decidió escribir canciones para otros artistas. El resultado es un álbum de duetos de una exquisita delicadeza

Bromea Patrick Watson y dice que, lamentablemente para sus amigos, ya ha recuperado la voz. Si no la hubiera perdido, no existiría el disco que publica el jueves que viene, Uh Oh (Secret City / Music As Usual), un álbum de pop de autor de colores y texturas tan diversos que se disfruta como un caleidoscópico viaje. “Pensé que quizá no podría volver a cantar, pero quería escribir canciones, y me pareció qu...

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Bromea Patrick Watson y dice que, lamentablemente para sus amigos, ya ha recuperado la voz. Si no la hubiera perdido, no existiría el disco que publica el jueves que viene, Uh Oh (Secret City / Music As Usual), un álbum de pop de autor de colores y texturas tan diversos que se disfruta como un caleidoscópico viaje. “Pensé que quizá no podría volver a cantar, pero quería escribir canciones, y me pareció que era una buena oportunidad para componer para artistas a los que quería oír cantar”, dice. Está en Madrid, es una mañana de septiembre. La última que pasa fuera de casa. “Mañana vuelo de vuelta. Echo mucho de menos a los niños. Muchísimo”, confiesa. Se toquetea el pelo. Su flequillo airado y frondoso, similar al de David Lynch.

Si llegó a pensar que podría no volver a cantar es que lo de la voz era grave, ¿verdad? Lo era, dice el compositor de Montreal —Watson nació en California, pero se crio en Canadá—. “Pasé casi tres meses sin poder hablar”, dice a continuación. Luego la voz regresó. Para entonces ya tenía las canciones, y había pensado en los artistas que podían cantarlas, y se dijo que el disco iba a seguir adelante, pero que su voz iba a entrar en él. Fue así como Uh Oh —el título hace referencia onomatopéyica a uno de esos momentos en que las cosas se complican— acabó convirtiéndose en el artefacto preciosista en el que se ha convertido: un álbum de duetos que lo tiene todo —incluida la electrónica experimental y abismal de ‘Ami imaginaire’— para figurar entre los discos de duetos antológicos, un nueve sobre diez, algo especial, sentidísimo, inolvidable.

Los temas son como relatos o capítulos de una novela en la que se detalla lo ocurrido. En el primero, ‘Silencio’, Watson cuenta el episodio de la pérdida de voz, y enfrente tiene a November Ultra, la cantautora francesa de familia murciana, que aquí canta en español. Watson reformula géneros —atentos al vals intimista que lo cierra, ‘Ça va’, la colaboración con la jovencísima artista parisina Solann, a quien Watson descubrió en Instagram— y crea un espacio interior que su talento para el detalle expande. La delicadeza con la que el compositor, pianista y humilde pop star construye cada tema, desde su peculiar experimentación con pinceladas de una altísima sensibilidad, alcanza cotas majestuosas, como la del corte que da nombre al disco, ‘Uh Oh’, en el que canta junto a Charlotte Oleena. Es aterciopeladamente perfecto.

“Un disco así, hace unos años, habría sido impensable. Un dolor de cabeza. Abogados discutiendo en salas de reuniones. Hay algo que no estamos valorando lo suficiente de lo que las redes sociales permiten y la facilidad con la que se puede grabar algo con la misma calidad de antes sin necesidad de gastar miles de millones, ni en estudios ni en videoclips y lanzamientos. ¿No hubiera sido maravilloso que John Lennon y Mick Jagger cantasen juntos?”, dice el músico, que ha visto “crecer” estas canciones al compartirlas. “Cada uno se ha hecho dueño de su parte del tema, y se ha convertido en un diálogo, como en el hip-hop”, dice.

Con Martha Wainwright, artista a la que Watson admira especialmente, ocurrió que pensó demasiado en cómo debía sonar la canción. “Y luego llegó ella y todo cambió por completo”, cuenta. Precisamente, el tema que cantan juntos, ‘House on Fire’, trata “del mundo en el que vivimos, en el que parece que dos verdades entran en conflicto constantemente, y ni un bando ni otro están dispuestos a ceder ni a contemplar la posibilidad de que pueda haber dos verdades o certezas sobre algo. Llegó Martha y me dijo que no había entendido nada. No eran dos verdades, eran cientos, miles. No estamos entendiendo que la realidad ha sido siempre múltiple, y deberíamos empezar a aceptarlo, que hay tantas visiones sobre algo como puntos de vista”, dice. Es entonces cuando empieza a hablar de Francis Bacon, y de matemáticas, y de cómo todo se vuelve abstracto “cuando te acercas”.

“No entiendo a quienes romantizan los años sesenta o los setenta. Esa generación convirtió la música en un circo”

“Bacon no me apasiona como pintor, pero me encanta lo que decía a aquellos que no entendían su arte: que, cuanto más aprendía y más honesto consigo mismo pretendía ser, más complejo se volvía, más abstracto. Es lo que ocurre en matemáticas, y con la ciencia. Cuanto más se sabe, más inexplicable se vuelve todo. Es curioso de qué forma eso se está trasladando hoy en día a la vida diaria. Ese asunto de la realidad múltiple”, asegura. Menciona en más de una ocasión a Björk. Dice que la charla entre la cantante islandesa y Arvo Pärt, el compositor estonio de música sacra, es “la mejor conversación de música que alguien ha mantenido jamás”. También dice que está deseando volver a la música instrumental. “Yo no quería ser cantante. Está bien para ir de gira, y tener una banda. Pero lo que me gusta es encerrarme y componer”, sentencia.

Hay un tema en el álbum, ‘Peter and the Wolf’, que es especialmente intenso y narrativo y complejo. “La idea de reformular el clásico no es mía. Por entonces estaba saliendo con una escritora, Heather O’Neill, y la idea fue suya. Me dijo que estaría bien darle un toque urbano a ese tema infantil. Estábamos en el bosque esa noche y, en el norte de Canadá, hay como una doble oscuridad, la de los árboles y la de la propia noche, y pensé que el lobo sería esa oscuridad. Pero luego estaba en Nueva Orleans, era medianoche, caminaba solo por una calle y pasó junto a mí un coche que se desplazaba de forma lenta y elegante pero ruidosa, de manera que parecía que las casas a un lado y otro vibraban, y pensé que el coche sería el lobo, y yo Pedro”, explica. ¿Surgen así, las canciones, como epifanías? “Surgen de todo tipo de maneras porque siempre estoy componiendo”, contesta.

Eso sí, la forma en que compone es similar a la forma en que Emily Dickinson componía sus poemas. “Voy tomando piezas, de aquí y de allá. También de canciones que escucho. No sé, mi forma de escuchar un disco es también una forma de encontrar cosas que podría utilizar. Y lo mismo ocurre con las herramientas digitales. Yo sólo las veo como una forma de llevar la música aún más lejos”, dice. No está bien creer que el pasado siempre fue mejor. “No entiendo a quienes romantizan los años sesenta o los setenta. Esa generación convirtió la música en un circo. En una fiesta. Drogas y demás. El rock progresivo sólo era algo que podías escuchar en el funeral de tu madre. Convirtieron la música en un corte de pelo. No digo que ahora todo sea mejor, sólo digo que es distinto, y que podemos centrarnos en componer”, alega. Y no le falta razón.

Uh Oh

Patrick Watson
Secret City / Music As Usual

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