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‘Roma’: la pata coja del estado del bienestar

David Barreiro, autor asturiano, estrena en los Luchana una comedia dramática sobre los efectos de la carestía inmobiliaria en una pareja naufragada que no puede vender su piso

En el Madrid de 1975 un pisito de 50 metros cuadrados costaba en el mercado libre cinco años de Salario Mínimo Interprofesional. Entonces, el 52 % de los pisos eran de protección oficial (VPO), mucho más económicos. Hoy se necesita el SMI de 17 años y cuatro meses para adquirir ese piso y solo el 10 % de lo que se construye es VPO. La vivienda, única pata del Estado del bienestar que durante ese periodo se dejó al arbitrio...

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En el Madrid de 1975 un pisito de 50 metros cuadrados costaba en el mercado libre cinco años de Salario Mínimo Interprofesional. Entonces, el 52 % de los pisos eran de protección oficial (VPO), mucho más económicos. Hoy se necesita el SMI de 17 años y cuatro meses para adquirir ese piso y solo el 10 % de lo que se construye es VPO. La vivienda, única pata del Estado del bienestar que durante ese periodo se dejó al arbitrio del libre mercado, es también la única que anda del todo coja. Roma, segunda entrega de una trilogía de David Barreiro sobre la repercusión de los problemas macroeconómicos en la esfera íntima, habla de cómo la carestía de la vivienda determina el porvenir de una pareja.

En el pico de precios de la burbuja de 2008, Marcos y Ana compraron piso en lo que prometía ser un vergel en un páramo. Desde que se mudaron allí, movidos por la incertidumbre inmobiliaria, su relación afectiva cayó cuesta abajo, hasta el punto de que ya solo les une su casa, que no consiguen vender. De su primer año juntos en Roma, costeado por una beca, conservan un feliz recuerdo lejano.

En este drama doméstico, con un fondo social que lo entronca con el teatro de Lauro Olmo, la capital italiana simboliza el lugar donde lo extraordinario es posible, frente a la desolación del erial que habitan. A la expareja, la idílica Roma le queda ya tan lejos como le queda Orleans a Consuelito en Los buenos días perdidos, de Antonio Gala, o como les queda el Moscú anhelado a las Tres hermanas de Chéjov. Como Ana, las protagonistas de ambas obras se sienten atadas a una vida provinciana anodina.

El magnetismo que su ex ejerce sobre Marcos es evidente en la figura de Mariona Tena, actriz clara, precisa, con una diagonal enigmática. Pablo Castañón encarna a una figura masculina más vinculada al hogar que su pareja en punto de fuga. Tiene él un tempo tranquilo y una flema que no se concilian con su incendio interior, en una tensión muy bien resuelta por su intérprete. Olaya Pazos, directora de la función, ha engrasado la cadena de escenas con unos intermedios que proporcionan un beneficioso contrapunto lírico y alegórico. El final, amablemente abierto, alivia y contradice.

Roma. Texto: David Barreiro. Dirección: Olaya Pazos. Intérpretes: Pablo Castañón, Mariona Tena. Madrid. Teatros Luchana, hasta el 28 de septiembre.

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