Magdalena Wywrot o la poesía de lo indescifrable

La fotógrafa polaca documenta su vida con su hija mientra esta transita la adolescencia. Un evocador recorrido donde la fantasía deja de ser una mera evasión y actúa como un resorte para explorar una realidad mucho más reveladora

Imagen perteneciente al fotolibro 'Pestka' de Magdalena Wywrot.Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)

No hay nada predecible en Pestka, el primer fotolibro de la fotógrafa polaca Magdalena Wywrot, cada página es un universo por si solo donde tiene cabida un nuevo desafío a la imaginación. Bajo su atmósfera granulosa, monocroma y contrastada seguimos el rastro de una adolescente y sus transformaciones. Una joven cuyo mundo se expande a través de los cristales de un pequeño apartamento en ...

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No hay nada predecible en Pestka, el primer fotolibro de la fotógrafa polaca Magdalena Wywrot, cada página es un universo por si solo donde tiene cabida un nuevo desafío a la imaginación. Bajo su atmósfera granulosa, monocroma y contrastada seguimos el rastro de una adolescente y sus transformaciones. Una joven cuyo mundo se expande a través de los cristales de un pequeño apartamento en Cracovia, Polonia, por inquietantes paisaje donde parecen quedar reflejadas las tensiones y contradicciones que marcan la transición a la edad adulta. En su evocador recorrido la fantasía deja de ser una mera evasión y actúa como un resorte para explorar una realidad que resulta mucho más reveladora.

Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Imagen perteneciente a la serie 'Pestka' de Magdalena Wywrot Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)
Portada del libro 'Petska' de Magdalena Wywrot publicado por Deadbeat ClubMagdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)

Wywrot comenzó a retratar a su hija Barbara cuando esta se adentraba en la adolescencia, y ella misma atravesaba una etapa intensa en su vida. Fotografiaba de forma espontanea e instintiva. Una costumbre que se prolongó a lo largo de seis o siete años durante los cuales contó con la complicidad de su descendiente. Así, Pestka se presenta como un álbum familiar. Sin embargo, como advierte David Campany en uno de los textos que lo conforma, sus imágenes son “tan tiernas, desarmantes, extrañas, desoladoramente bellas y a corazón abierto”, que difícilmente habrán visto otro álbum similar. Mientras canta y baila, la joven parece metamorfosearse en un cuervo; bajo la mirada de su madre las distintas partes de su figura se transforman en recipientes de misterio. Lo cotidiano ya no lo es más.

Pestka, es el apodo de Barbara. Un término elusivo que en polaco, a menudo significa piedra, otras semilla, o la cáscara de una fruta. Una envoltura “que sostiene y protege aquello que es más preciado y vulnerable”, como lo describe la propia Barbara. “Para crecer, la cáscara tiene que tener el coraje de fracturarse. Solamente entonces su grandeza alcanza su plenitud”. Sin embargo, las imágenes se presentan sin ningún tipo de cronología. El ritmo lo marca su extrañeza, las dualidades que encierran, la calidad de sus texturas, o los distintos juegos que establece la autora mediante la escala o la fragmentación, en un ámbito que parece mantenerse fuera del tiempo y del espacio. En cada imagen Wywrot parece poner a prueba al lector. Desorientado este se ve obligado a recorrer cada detalle de la imagen con su mirada, en busca de códigos que podrían permanecer ocultos. En ocasiones resultará difícil de identificar quién es Barbara y quién su madre. En definitiva, es de una simbiosis de donde surge la narración.

Imagen perteneciente al fotolibro 'Pestka' de Magdalena Wywrot. Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)

“No tengo ninguna educación artística más allá del taller organizado por Sputnik, el colectivo de fotógrafos de Europa del Este, al que asistí durante tres o cuatro meses”, cuenta la fotógrafa durante una videoconferencia, durante la cual pide prescindir del vídeo, que sea solo oral: una condición que también puso en práctica durante el proceso de edición del fotolibro, en coherencia con el misterio como un elemento principal dentro de su quehacer artístico. “Fue durante este tiempo cuando decidí hacer un proyecto sobre mi hija. Pero, mi forma de narrar no era compatible con la del colectivo, y opté por hacerlo por mi cuenta”, destaca. Muchos le aconsejaron no convertir a su hija en protagonista. La familia era un tema tabú. “Sin embargo, siempre supe que sería capaz de escapar de esos prejuicios”, añade la autora. “Madre e hija tenemos unos vínculos muy fuertes. Entonces vivíamos solas. Hablábamos mucho. No teníamos televisión. Proyectábamos películas. Junto a la música, el cine inspiraba el trabajo que íbamos creando. Nuestro apartamento era como otro cosmos”.

“Siempre supe cómo quería fotografiar a mi hija. No me interesa el cuerpo humano de forma literal, ni los cambios que experimenta. Lo que me interesa es la transición emocional”, asegura la artista. “Huyo de las imágenes obvias. Me gusta jugar con la realidad”. Dice que siempre quiso ser escritora hasta que se dio cuenta que “podía escribir a través de las imágenes”. En su página web escribe: “Lo que más valoro es la distorsión, tanto en el arte como en la vida”. Su temática oscura y psicológica y su estética onírica bebe de diversas influencias, entre ellas el cine expresionista y el surrealismo, siendo capaz de mantener su propia voz. Aún así, asegura que entre sus referencias más valiosas se encuentra su imaginación. También su infancia en un pueblo del sur de Polonia, Pogòrska Wola. Su padre era cerrajero y cantero especializado en lápidas. Solía trabajar de noche en el mismo cementerio. A la fotógrafa le gustaba acompañarlo para ayudarle. Entre sus cometidos estaba ir a buscar agua a un pozo cercano, entre tumbas y en la oscuridad.

Imagen perteneciente al fotolibro 'Pestka' de Magdalena Wywrot. Magdalena Wywrot (Cortesía Deadbeat Club)

“Intento capturar el momento entre el sueño y lo real, la claridad y lo sucio”, advierte la fotógrafa. “Mantenerme siempre en el límite de lo correcto. Nunca utilizo el Photoshop. Todos los elementos que componen mis imágenes pertenecen a la realidad”. La obra de Wywrot es una puerta hacia lo desconocido mediante la exploración del vínculo entre una madre y una hija y de las posibilidades infinitas que nacen cuando el arte deja de intentar explicar y se entrega al misterio, a la poesía de lo indescifrable. En ella resuenan las palabras de André Breton cuando decía que: “Lo más admirable de lo fantástico es que ya no hay nada fantástico, solo existe lo real”.

Pestka. Magdalena Wywrot. Deadbeat Club. 146 páginas. 59 euros.

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