Cuando la familia Alberti se carteaba con Max Aub en el exilio
La correspondencia inédita de los dos autores y la mujer del primero, la también escritora María Teresa León, descubre su historia de amistad y da nuevas claves para comprender sus obras
“Siempre tengo que regresar a mis cuentos viejos, besar las sombras… decir: mi patria son mis amigos. Y no me equivoco jamás.” Esta es una de las muchas veces en que María Teresa León, en su deliciosa Memoria de la Melancolía (1970), establece una relación casi indisoluble entre la amistad y la patria, desde el momento en que empieza el exilio junto a su marido, Rafael Alberti, al acabar la Guerra Civil.
Y en ella pensé, en María T...
“Siempre tengo que regresar a mis cuentos viejos, besar las sombras… decir: mi patria son mis amigos. Y no me equivoco jamás.” Esta es una de las muchas veces en que María Teresa León, en su deliciosa Memoria de la Melancolía (1970), establece una relación casi indisoluble entre la amistad y la patria, desde el momento en que empieza el exilio junto a su marido, Rafael Alberti, al acabar la Guerra Civil.
Y en ella pensé, en María Teresa y en sus memorias, de lectura imprescindible para conocer el exilio republicano, cuando empecé a leer La amistad, patria de los sin patria. Epistolario inédito. Un conjunto de cartas que se intercambian los tres amigos —María Teresa León, Rafael Alberti y Max Aub— desde el exilio. Para ser sinceros, es María Teresa la que, con diferencia, dirige y mantiene una mayor relación epistolar (44 cartas) con Aub (30 cartas), entre las que, de forma puntual se intercala alguna de Alberti (3 cartas), de su hija Aitana (3 cartas más) y de Roberto Otero, entonces novio de Aitana (18 cartas).
María Teresa, Rafael y Max mantendrán una correspondencia entre 1953 y 1972 —fecha en que muere Aub—, continuación de la amistad que habían iniciado durante la Guerra Civil, cuando se comprometieron con la causa republicana. Los tres escritores. Los tres exiliados. Los tres continuadores en el exilio de la actividad política que habían tenido en España. Desde su exilio mexicano, Max Aub, mejor situado y con mayores contactos, trata, en todo momento, de ayudar en la publicación de los nuevos proyectos a sus dos amigos, así como idea nuevos planes a los que pueda sumarse el matrimonio.
Los epistolarios tienen, entre otras muchas virtudes, la de situarnos casi a los hombros del autor de la carta y así, como si fuéramos espías, permitirnos conocer de primera mano cómo son sus protagonistas sus vidas, los avances de lo trabajado, las vicisitudes diarias —”¿Qué felicidad o qué solución para nosotros? Todo se aleja hasta borrar casi el límite de la esperanza”, se quejará María Teresa—, las esperanzas, los sueños, las aspiraciones literarias y profesionales y, en el mejor de los casos, además nos dan a conocer los avances de los trabajos acabados y los planes de futuro. Y en estos planes de futuro es en los que vemos moverse sin descanso a Max Aub quien, desde su exilio mexicano, trata de urdir distintos proyectos que ayuden a difundir la obra de los refugiados españoles censurada por el régimen fascista.
Uno de ellos, Patria y Ausencia, es un proyecto pensado para que puedan unirse autores españoles víctimas del exilio y del insilio (o exilio interior): “La cuantía y la calidad de los escritores españoles en el exilio —leemos en el folleto que lo publicita—no ha tenido nunca una posibilidad de expresión propia. Los que en su desgracia tuvieron la suerte de hallar buen puerto en México o la Argentina pudieron dar salida honrosa a parte de su obra; no así los asilados en otros países, los refugiados en naciones de idioma distintos al patrio y menos los escritores desterrados en el propio suelo español”. Fue justo el proyecto de esta colección, que nunca llegará a realizarse, el inicio de esta correspondencia. Y fue en este mismo proyecto en el que María Teresa León creyó que acabaría publicada su novela Juego limpio, un texto en el que la autora desde su experiencia ficciona su memoria una vez acabada la Guerra Civil y que gracias a la correspondencia sabemos que acabó de escribir en 1944.
El proyecto no sale, pero María Teresa sabe que no puede dejar de buscar “colocación” para los textos (suyos y de Rafael), porque de ellos dependen para la subsistencia. Así, lo vemos a lo largo de la correspondencia, en la que no dejará de acudir a Aub para que le ayude a tramitar distintas ediciones o que la ponga en contacto con editores de otros países (”Ahora te mando otra geografía mía. Menesteos, marinero de abril, para la editorial ERA: Creo que tus manos tendrán magia y veré navegar al marinero”).
Aub, conocedor del valor de la obra de María Teresa, no duda en ayudarla. Como bien explica la editora del libro, Bárbara Greco: “El aporte aubiano a la promoción de la obra de León no se limita a la edición de libros, sino que abarca también ensayos críticos y homenajes dedicados a poetas y pintores amigos. (…) Estos artículos, que permitirán a la autora recibir una recompensa económica, se revelan particularmente interesantes porque representan fragmentos de su proyecto literario más prestigioso, Memoria de la melancolía, terminado en 1968 y publicado en Losada en 1970″.
Parece claro que la suma de informaciones que se desprende de este epistolario nos ofrece la posibilidad de profundizar en aspectos poco conocidos de la obra, las relaciones y la poética de los tres autores en un momento en el que el difícil contexto histórico y literario que les tocó vivir hacen de la amistad el mejor de los apoyos para tratar de olvidar la negrura del pasado y aspirar a un mejor futuro. Como dice León a Aub en una de las cartas: “Como sé que todo lo comprendes bien, por eso te molesto con estas peticiones. Es la confianza. Los sin patria nos fabricamos una en el aire que se llama amistad”.
‘La amistad, patria de los sin patria. Epistolario inédito (1953-1972)’. María Teresa León, Rafael Alberti y Max Aub. Edición de Bárbara Greco. Renacimiento, 2023. 232 páginas. 19,90 euros.
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