‘Vuelan palomas’: José Luis Gómez, desde el púlpito
El fundador de La Abadía y Javier Huerta Calvo hacen una retrospectiva del arte de la prédica y del sermoneo en un espectáculo donde contraponen el discurso de los hombres de fe con el de mujeres místicas
El púlpito fue la primera radio confesional, la tribuna desde la que el clero comunicó su ideario y pastoreó a sus fieles. Desde esa atalaya interior, los curas sembraban noticias, difundían bulos, recitaban sus editoriales y orquestaban el rezo, para aglutinar a su parroquia. Los clérigos fueron el modelo de buen decir más próximo, sino el único, que tuvieron las clases populares durante la sociedad estamental. En Vuelan palomas, sus coautores (José Luis Gómez, fundador del Teatro de La Abadía, y Javier Huerta Calvo, ...
El púlpito fue la primera radio confesional, la tribuna desde la que el clero comunicó su ideario y pastoreó a sus fieles. Desde esa atalaya interior, los curas sembraban noticias, difundían bulos, recitaban sus editoriales y orquestaban el rezo, para aglutinar a su parroquia. Los clérigos fueron el modelo de buen decir más próximo, sino el único, que tuvieron las clases populares durante la sociedad estamental. En Vuelan palomas, sus coautores (José Luis Gómez, fundador del Teatro de La Abadía, y Javier Huerta Calvo, catedrático de la Universidad Complutense), comparten con su público un recorrido histórico sintético sobre el arte de adoctrinar en la fe.
La oratoria y la puesta en escena de aquellas prédicas tenían mucho en común con el teatro. Ciertos curas acudían a los corrales de comedias para informarse de la elocución fresca y la prosodia admirable de Damián Arias, actor contemporáneo de Lope. Otros sacerdotes les reprochaban a aquellos que en la frecuentación de los teatros se les estaban adhiriendo poses, maneras y entonaciones poco edificantes. Sucede hoy al revés, que autores poco hábiles en el arte de escribir diálogos vierten en los escenarios su pensamiento en crudo, como en un púlpito, abusando de la buena fe de su público.
En la Europa barroca, sacerdotes católicos y protestantes intentaron imponer a la gente humilde principios morales que poco contaban para, por ejemplo, Felipe IV, padre de don Juan José de Austria, hijo de la actriz María Calderón, que con tan buenos padrinos acabó siendo madre abadesa. En Vuelan palomas toma la palabra Vicente Ferrer, predicador en valencià y en román paladino, que advierte contra la acumulación de riquezas, “de las que mucho sabe la gente judía”. Le da la réplica Teresa de Cartagena, escritora mística de familia judeo-conversa. A partir de aquí, Gómez y Huerta contraponen los discursos de varios hombres de fe con los de otras tantas mujeres que, por estar prohibida la prédica femenina, hubieron de optar por una expresión íntima de sus pareceres y de su experiencia religiosa.
Interpretadas con pálpito por Lidia Otón, las féminas adquieren un protagonismo solista en torno al cual gira el coro encarnado por Marcos Toro, Roberto Mori y Clemente García. Con una elaboración mayor, el espléndido material reunido aquí por Huerta y Gómez daría para un espectáculo donde, además del amor por la palabra bien dicha que se advierte en este, hubiera fragor y empuje.
‘Vuelan palomas’. Texto: José Luis Gómez y Javier Huerta Madrid. Teatro de la Comedia. Hasta el 22 de octubre. Teatro de La Abadía. Del 26 de octubre al 12 de noviembre.
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