‘Tantos esclavos, tantos enemigos’: bufones contra el capitalismo
QY Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe llevan a la sala Cuarta Pared el cierre de su ‘Trilogía Negra’ de teatro documental
La farsa es una forma dramática idónea para airear los pecados sin llamar por su nombre de pila al pecador. Tantos esclavos, tantos enemigos, obra con la que los hermanos QY Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe cierran su Trilogía Negra en la sala Cuarta Pared de Madrid, tiene un protagonista ausente del escenario (un español potentado al que llaman El Hombre) y otro omnipresente: un activista social empeñado en airear los contratos misérrimos que las empresas de dicho magnate hacen...
La farsa es una forma dramática idónea para airear los pecados sin llamar por su nombre de pila al pecador. Tantos esclavos, tantos enemigos, obra con la que los hermanos QY Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe cierran su Trilogía Negra en la sala Cuarta Pared de Madrid, tiene un protagonista ausente del escenario (un español potentado al que llaman El Hombre) y otro omnipresente: un activista social empeñado en airear los contratos misérrimos que las empresas de dicho magnate hacen firmar a sus trabajadores discapacitados y la desatención que sufren los ancianos en las residencias que gestiona.
Los autores de esta sátira política enumeran los múltiples negocios que el prohombre en cuestión tiene entre manos (gerencia de servicios de limpieza y de redes de transporte, construcción de hospitales, la excavación de un depósito de gas subterráneo en la costa, obra que provocó varios seísmos…) para que el público caiga en la cuenta de que su actividad se asemeja a la de cierto magnate del mundo real y para que no pierda de vista que el espectáculo va en serio. Al cabo, el universo de sainete trenzado por los cuatro dramaturgos tiene con el aquí y ahora la misma semejanza que El País Imaginario, incisiva sección coordinada por Moncho Alpuente en EL PAÍS, tenía con la España de los ochenta.
Tantos esclavos, tantos enemigos no es un mero divertimento. Aunque hay cierto exceso paródico en el desarrollo de las tres escenas carcelarias que le sirven de prólogo, lo que sucede después tiene peligro. Javier Pérez-Acebrón, Marina Herranz, Rosa Manteiga, Salvador Bosch y Guillermo Sanjuán, sus intérpretes, satirizan los negocios de un hombre poderoso tal y como los bufones satirizaban a sus monarcas. Al espectador también le resultará familiar Gaia, la hija artista de El Hombre, que se niega a hablar de nada que no sea su vocación sostenida a golpe de chequera. El crítico de arte que la pone en evidencia es un trasunto de Antonio García Villarán, cuyos mordaces vídeos suman millones de visualizaciones en su canal de YouTube.
Como Voland y su corte diablesca en El maestro y Margarita, el protagonista de esta función se cuela en los lugares vinculados a la labor empresarial de su antagonista con una determinación que acaba influyendo en el curso de los acontecimientos. La peripecia es tanta y tan burlona que el espectáculo de hora y cincuenta minutos se pasa volando.
Tantos esclavos, tantos enemigos
Texto: QY Bazo, Juanma Romero y J. G. Yagüe. Dirección: J. G. Yagüe. Sala Cuarta Pared. Madrid. Hasta el 25 de marzo.
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