‘Violencia, silencio y resistencia’, ETA en la universidad

Ana Escauriaza constata la violencia presente en unos campus ocupados por la ideología terrorista. El punto de inflexión fue el asesinato en Madrid de Francisco Tomás y Valiente

Pintadas de grupos radicales proetarras contra el PP, cuyas siglas aparecen en un punto de mira, y a favor de los presos de ETA en la Facultad de Económicas de la Universidad del País Vasco (UPV), en 2000.ALFREDO ALDAI

Desde el final del terrorismo de ETA se vienen publicando textos que abordan distintas facetas de la organización terrorista, de su impacto y de su respuesta social. Violencia, silencio y resistencia, subtitulado ETA y la Universidad (1959-2011), de Editorial Tecnos, de la historiadora y periodista Ana Escauriaza, es el libro más completo publicado hasta hoy sobre una cuestión tan trascendente como polémica: la relación entre ETA y la universidad; los medios que empleó para lograr sus objetivos y la respuesta de la institución.

Escauriaza, asesorada por los historiadores Santiago de Pab...

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Desde el final del terrorismo de ETA se vienen publicando textos que abordan distintas facetas de la organización terrorista, de su impacto y de su respuesta social. Violencia, silencio y resistencia, subtitulado ETA y la Universidad (1959-2011), de Editorial Tecnos, de la historiadora y periodista Ana Escauriaza, es el libro más completo publicado hasta hoy sobre una cuestión tan trascendente como polémica: la relación entre ETA y la universidad; los medios que empleó para lograr sus objetivos y la respuesta de la institución.

Escauriaza, asesorada por los historiadores Santiago de Pablo y Gaizka Fernández, investigador-jefe del Memorial de Víctimas del Terrorismo, destaca que la universidad fue objetivo de ETA desde sus inicios por su influencia social. En 1965, cuando no existían ni universidad pública vasca ni navarra, “la carta a los intelectuales” de ETA reivindicaba una universidad popular, euskaldún y anticapitalista.

Analiza cómo ETA siguió estrategias distintas entre las universidades públicas y privadas. Ante su ausencia en la Universidad de Navarra, gestionada por el Opus, la atacó con cuatro atentados con explosivos en el edificio central entre 1980 y 2008 que provocaron daños muy graves y pudieron ocasionar una matanza. Deusto, dirigida por los jesuitas, no sufrió ataques directos.

En Deusto, además, el nacionalismo radical tuvo presencia, aunque menor que en la Universidad pública vasca (UPV), constituida en 1980. Su estrategia, extendida a la Universidad pública navarra (UPNA), creada en 1988, consistió en una acción constante —jornadas de lucha, boicots, pintadas y panfletos favorables a ETA..— y reivindicativa de universidad “popular y euskaldún” combinada con interrupciones de claustros, asaltos al rectorado, etc. Fue una violencia omnipresente, ofreciendo una imagen de universidad ocupada por el entorno etarra ante una mayoría silenciosa, apunta Escauriaza.

Un aspecto clave y certero del libro es el establecimiento como punto de inflexión en la respuesta universitaria frente a ETA y su entorno el asesinato en su despacho de la Universidad Autónoma de Madrid del profesor y expresidente del Tribunal Constitucional, Francisco Tomás y Valiente, en 1996. Subraya cómo por primera vez la indignación por un asesinato paralizó la universidad entera. Surgieron iniciativas de calado como las manos blancas y el lema Basta Ya. Y cómo la indignación se extendió y Madrid protagonizó la mayor manifestación desde el 23F, alcanzando eco nacional e internacional.

La movilización contra el asesinato de Tomás y Valiente tuvo precedentes que Escuriaza fija en las manifestaciones estudiantiles locales tras el primer asesinato de un profesor, Juan de Dios Doval, de la UPV, en 1980; el secuestro del universitario donostiarra Miguel Echeverria en 1983 y el asesinato en 1986 del estudiante Daniel Garrido, muerto con su padre, gobernador militar de San Sebastián, atacado por ETA. Asimismo, la movilización en Bilbao por el asesinato del capitán de Farmacia, Martín Barrios, en 1983, catalizó la creación de Gesto por la Paz, primera plataforma de movilización permanente, surgida en la universidad.

Las movilizaciones ochenteras situaron a la universidad en la vanguardia contra ETA, pero no lograron eco masivo hasta el asesinato de Tomás y Valiente que preparó el terreno para la explosión general por el de Miguel Ángel Blanco un año después. ETA concentró la indignación al llevar una década monopolizando el terrorismo, desaparecida la guerra sucia en 1986.

Escuriaza se detiene en la respuesta de todos los centros universitarios vasco-navarros, expresada en el homenaje a Tomás y Valiente en Leioa, respaldado por una recogida masiva de firmas del profesorado —muy superior al millar— de un texto que extendía la condena a ETA a las “las actitudes sectarias y fascistas de HB”. Concluye que la reacción unánime de la universidad vasco-navarra inició un movimiento imparable, bajo el liderazgo de los rectores Pello Salaburu y Manuel Montero, prologuistas del libro.

La autora subraya cómo los nuevos movimientos sociales Foro de Ermua y Basta Ya nacieron, entonces, en la universidad como plataformas contra ETA, calificada de fascista. ETA reaccionó con una agresividad superior a los años de plomo: amenazas al profesorado, ataques a vehículos, paquetes bomba y contramanifestaciones en los campus intentando recuperar el terreno perdido. Algunos profesores tuvieron que ponerse escolta e incluso abandonar Euskadi. El punto máximo de agresividad etarra fue la colocación de la bomba en el ascensor de la Facultad de Ciencias Sociales y Comunicación de la UPV en diciembre de 2000. Fue un ataque indiscriminado que pudo acarrear una matanza. De 2005 en adelante, coincidiendo con la tregua y debilidad de ETA, el nacionalismo radical aflojó progresivamente su presión en la universidad y culminó con el cese del terrorismo en 2011.

La autora no elude a aspectos sombríos de la respuesta universitaria a ETA, como la división del Foro de Ermua. Los ataques de algunos de sus componentes al nacionalismo moderado y su predominio del debate ideológico sobre la movilización lo liquidó. Surgió Basta Ya como alternativa movilizadora exitosa contra ETA. Pero su antinacionalismo le restó apoyos del profesorado.

La división entre radicales y moderados del bloque académico enfrentado a ETA se plasmó en polémicas: la de los presos de ETA matriculados en la UPV fue de las más serias. La autora concluye que, aunque era una anomalía que los presos etarras tuvieran un convenio con la UPV y no la UNED, la justicia sentenció su legalidad y descartó acusar a la universidad de favorecer a ETA, como denunciaban los radicales, aunque algunos docentes abertzales pudieron hacerlo.

ETA utilizó la universidad vasco-navarra como espacio de coacción y violencia, a veces de baja intensidad y otras de máxima gravedad. Pero hubo una reacción, tenue al inicio, que, tras el asesinato de Tomás y Valiente fue contundente y socialmente vanguardista, concluye Escauriaza.

Violencia, silencio y resistencia

Autora: Ana Escauriaza Escudero.


Editorial: Tecnos, 2022.


Formato: tapa blanda (472 páginas. 32,95 euros) y e-book (26,49 euros).

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