Gran familia de cómicos
El teatro y la vida cotidiana se confunden en ‘Travy’, un afiladísimo retrato del mundo de la farándula en el que la tradición dialoga con la vanguardia desde el humor y el ingenio
En el mundo del teatro existen algunas familias, estirpes de actores y actrices con apellidos de relumbrón que muchos de nosotros podríamos nombrar. También existen, de forma más soterrada, “otras familias”: gente del mundo del circo y los títeres, de las artes de calle y todo lo que podríamos calificar como “parateatral” según la definición de Sebastià Gasch. A esta segunda y noble estirpe pertenece la familia Pla Solina, que estos días ha recuperado felizmente su espectáculo Travy en ...
En el mundo del teatro existen algunas familias, estirpes de actores y actrices con apellidos de relumbrón que muchos de nosotros podríamos nombrar. También existen, de forma más soterrada, “otras familias”: gente del mundo del circo y los títeres, de las artes de calle y todo lo que podríamos calificar como “parateatral” según la definición de Sebastià Gasch. A esta segunda y noble estirpe pertenece la familia Pla Solina, que estos días ha recuperado felizmente su espectáculo Travy en la Sala Beckett de Barcelona. El Teatre Lliure invitó en 2018 a Oriol Pla, el benjamín y más conocido por el gran público (gracias a sus papeles en el cine y la televisión), a crear un espectáculo. El Lliure le dio carta blanca, y Oriol enseguida supo que quería hablar sobre su familia: el padre, Quimet Pla, fue fundador de Comediants; la madre, Núria Solina, del Circ Cric; juntos crearon la compañía Teatre Tot Terreny, y cuando Oriol y su hermana Diana eran pequeños, su día a día era acompañarlos de bolo en la furgoneta. Naturalmente, enseguida tanto Oriol como Diana siguieron los pasos de sus padres, demostrando que no solo los médicos o los abogados transmiten el oficio a sus vástagos.
El monólogo sin palabras que abre el espectáculo es un ejercicio brillante de teatro gestual y, a la vez, un retrato afiladísimo del mundo del teatro y sus creadores
La familia Travy es la protagonista de este espectáculo, alter ego (o no) de la familia Pla Solina, que nunca ha sabido ni querido separar la vida del teatro. Travy es un homenaje al teatro por transmisión genética (está incluido con gran acierto en un ciclo que la Sala Beckett dedica a la familia) y una demostración de que con amor e ingenio se pueden obtener grandes resultados artísticos. Hay mucha ironía y autoparodia en este montaje, empezando por el propio Oriol Pla: el monólogo sin palabras que abre el espectáculo es un ejercicio brillante de teatro gestual y, a la vez, un retrato afiladísimo del mundo del teatro y sus creadores. La familia habita en un espacio que es a la vez casa y sala de ensayo, comedor y taller. Escenografía y vestuario son obra de la gran Sílvia Delagneau, que combina con maestría el mono de trabajo con el esmoquin, los telones de colores con las cortinas domésticas. Esta confusión estética le va de maravilla a una familia en la cual, y como han contado en más de una entrevista, si se tenía que romper un plato para hacer un buen gag, pues se rompía y no pasaba nada.
Como en todas las casas, los conflictos generacionales son el pan de cada día en la familia Travy: Diana defiende el teatro con mensaje y la performance, mientras sus padres son más partidarios de la artesanía y la improvisación. En esta casa las narices rojas de payaso se guardan en un cesto de tomates, junto al aceite y la sal, y la cena a base de pa amb tomàquet y porrón es toda una declaración de principios. Oriol explica a su familia el encargo que ha recibido de un “teatro importante” y les insiste en que esta vez el espectáculo tiene que acabarse. Quimet carga con una sandía durante toda la función y nos regala una de las escenas más bonitas que hemos visto en mucho tiempo en un teatro: recita el monólogo más célebre de Hamlet mientras hace una humilde tortilla a la francesa. Con tranquilidad y oficio no se necesita nada más. Núria tiene su gran momento cuando reivindica la jeta que tuvieron todos aquellos cómicos que, en los años setenta, se subieron a los zancos y salieron a las calles a hacer teatro. Esta pareja se ha reído y se ha querido mucho, cosa que se nota en escena y que hace que se difuminen las fronteras entre la familia Travy y la familia Pla Solina.
La humildad de esta familia, tanto la real como la artística, el amor que sienten por el teatro y el talento de cada uno de sus miembros, convierten ‘Travy’ en un espectáculo feliz
Al final, ni la tradición es tan importante (todos hablan con elogios del gran Sibartini, pero nadie lo vio nunca actuar) ni el teatro contemporáneo necesita de pantallas y proyectores para ser rompedor. “¿Quiénes somos nosotros para hablar de nosotros?”. La humildad de esta familia, tanto la real como la artística, el amor que sienten por el teatro y el talento de cada uno de sus miembros convierten Travy en un espectáculo feliz, un homenaje a ésta y a tantas familias desconocidas por el gran público, pero imprescindibles en la historia reciente de nuestro teatro. Con un prólogo que nos hace descubrir rincones escondidos de la Sala Beckett y un epílogo que es la guinda emotiva del pastel, Travy tendría que girar por toda España. La familia Pla Solina es, también, una de las grandes estirpes de nuestro teatro.
Travy
Dramaturgia: Pau Matas Nogué y Oriol Pla Solina.
Intérpretes: Oriol Pla, Quimet Pla, Núria Solina y Diana Pla.
Sala Beckett. Barcelona. Hasta el 15 de enero de 2023.
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