‘Matar, amar’: la búsqueda del perdón de una víctima del terrorismo

La primera novela escrita por Emilio Alfaro sigue el esquema de una tragedia amorosa clásica. La relación entre los protagonistas, como en Romeo y Julieta, es imposible y la plena conciencia que uno de los dos tiene de dicha imposibilidad acaba en muerte. Lo singular de Matar, amar son las circunstancias que rodean al amor y que su autor conoce perfectamente —fue redactor jefe de E...

La primera novela escrita por Emilio Alfaro sigue el esquema de una tragedia amorosa clásica. La relación entre los protagonistas, como en Romeo y Julieta, es imposible y la plena conciencia que uno de los dos tiene de dicha imposibilidad acaba en muerte. Lo singular de Matar, amar son las circunstancias que rodean al amor y que su autor conoce perfectamente —fue redactor jefe de EL PAÍS en el País Vasco—. Ella es Marisol, una mujer de mediana edad a quien ETA asesinó a su marido guardia civil. La investigación policial no identificó a los asesinos. El tiempo ha pasado. Caso cerrado. Él es Luke. Fue miembro de ETA y participó en el asesinato de ese guardia civil. Detenido por pertenencia a la banda terrorista, pero no por el crimen, experimentará un proceso de desradicalización en la cárcel. Querría culminarlo con el reconocimiento de la culpa a la mujer a quien destrozó la vida, aunque esa confesión implicaría presentarse como un asesino. Está atrapado en ese nudo biográfico, entre la culpa y la pasión, y a lo largo de la novela buscará la forma de deshacerlo.

Para sobrevivir, ella había optado por no escenificarse como una víctima, sino como una mujer y una madre cuyo propósito era desconectarse del pasado

Pero ese argumento, novelero, no es lo más relevante de la ficción de Alfaro. No lo es tampoco la narración del proceso de juvenil radicalización de Luke. En el casco viejo de San Sebastián, casi por casualidad, acaba vigilando los cócteles molotov una tarda de kale borroka que pasaba por ahí y, casi sin quererlo, cruza la frontera para integrarse en un comando. Tampoco la descripción del clima de cotidiana opresión donde mejor que nadie supiera que tu pareja era policía. En un bar le amenazan y nadie dice nada, esos bares de pueblo donde, como en Patria, de repente podías experimentar la muerte social. Lo más emocionante de esta ficción es la actitud de la viuda Marisol. Para sobrevivir, ella había optado por no escenificarse como una víctima, sino como una mujer y una madre cuyo propósito era desconectarse del pasado para, si conseguía vencer a la tristeza, superarlo y aspirar a tener una segunda vida. Y Luke sabe que el perdón que desea, al fin, implicaría que ella volviese a ser lo que no puede dejar de ser por su culpa: víctima.

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