‘Las madres’: el truco de Carmen Mola sigue funcionando

La cuarta entrega de la serie de la inspectora Blanco recorre el mismo camino trazado desde ‘La novia gitana’: todo por la trama, el espectáculo y el ritmo

Agustín Martínez, en primer plano, junto a Jorge Díaz y Antonio Mercero en Barcelona en octubre de 2021.Quique Garcia (EFE)

Desde su debut en 2018 con La novia gitana, cuando todavía su identidad se refugiaba en el misterio, Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz, en adelante Carmen Mola, han demostrado que tienen mucho oficio y una forma clara de hacer las cosas. Polémicas nominativas aparte, por el camino han ganado un ...

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Desde su debut en 2018 con La novia gitana, cuando todavía su identidad se refugiaba en el misterio, Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz, en adelante Carmen Mola, han demostrado que tienen mucho oficio y una forma clara de hacer las cosas. Polémicas nominativas aparte, por el camino han ganado un millonario Premio Planeta con La bestia y han cosechado con las tres novelas de la inspectora Elena Blanco un buen puñado de lectores. Ahora nos llega Las madres (Alfaguara), cuarta entrega de la serie donde vuelven a recorrer el camino trazado desde hace cinco años.

En unas páginas iniciales bien pertrechadas, Mola despacha el pasado reciente de sus protagonistas (el aficionado quiere saber qué ha sido del visceral Rentero o por qué se jubila el forense Buendía), tira del hilo de la tercera entrega (La nena, 2020), repasa el parte de caídos en combate y se mete de lleno en la historia que nos ocupa. A partir de ahí el lector habrá de abrocharse el cinturón, suspender algunas exigencias en según qué momentos y preparar el estómago. Si en La novia gitana dieron con esa perturbadora imagen inicial (el cadáver de la joven Susana Macaya con el cerebro trepanado y devorado por los gusanos) aquí buscan algo parecido: el caso que ocupa a la inspectora Blanco, de nuevo al frente de la BAC, se inicia cuando encuentran en una furgoneta el cadáver de un hombre eviscerado y con un feto muerto donde antes estaban sus tripas. No es la única imagen así, son historias no aptas para escrupulosos. Es una de sus marcas de la casa.

El estilo de Mola es uniforme, sin rastro de lo que hace cada autor por su cuenta, y el objetivo uno: que la trama avance. A ello está supeditado todo: diálogos, descripciones, etc. Ellos son guionistas, se nota y hacen gala de ello. El lector que quiera dejarse llevar, tendrá diversión e historias bien rematadas. Aquí, al caso central, una oscura red de vientres de alquiler y explotación femenina, le superponen, por un lado, las historias personales que los lectores de la serie reconocerán y, por otro, una trama secundaria que se come por momentos la principal hasta que se pliegan en una. En esa segunda línea argumental, la joven agente Reyes se infiltra en una camarilla de policías de la peor calaña y siente el abrigo de su complicidad. Un tema recurrente de la ficción policial y más todavía del espionaje llevado aquí con buena mano. Aprovechan, además, para dar cierto relevo a una inspectora Blanco cansada y al borde del final, casi como desde la primera página de La novia gitana, pero esta vez parece que será la última. Su vínculo con el subinspector Zárate está roto, su fe en la justicia y en su capacidad para resolver casos y mantener su prestigio, también. Ha vuelto a beber, sabe que hay demasiados problemas sin remedio, sangra por demasiadas heridas.

Mola ha reconocido que es su obra más social. El submundo de los vientres de alquiler, siempre dentro de los límites deseables de una novela de acción, está retratado sin ambages. Por eso resultan redundantes las soflamas de Blanco o la voz interior de una de las víctimas para subrayarlo. También hay alguna subtrama con la que juegan de manera demasiado obvia, dejan algo más que migas por el camino. Pero nunca pierden el ritmo, que es lo que buscan. Tras un final frenético, para el que se guardan una buena sorpresa cuando parecía imposible que quedara alguna, las últimas páginas dejan todo abierto para un quinto capítulo. Sería raro que no lo hubiera. Al fin y al cabo, el truco funciona.

Las madres

Carmen Mola
Alfaguara 2022
464 páginas. 20,90 euros

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