Numancia, más allá de la exaltación patriótica

La directora Ana Zamora recupera la esencia renacentista de la tragedia de Cervantes sobre la resistencia celtíbera frente a los romanos en un espectáculo que se sigue con deleite pero también con distancia

Imagen de 'Numancia', de Miguel de Cervantes, dirigida por Ana Zamora.SERGIO PARRA

La autoinmolación de los ciudadanos de la Numancia celtíbera para no verse sometidos por el Imperio romano ha dado pie a diferentes lecturas a lo largo de la historia. La más popular es la que entiende la gesta como ejemplo de resistencia ante la opresión, que derivó en la expresión “resistencia numantina”, pero muchas otras veces también ha servido para glorificar ideales nacionalistas. La que hizo Cervantes en su tragedia La Numancia rehúye la exaltación patriótica para ensalzar la lucha colectiva de un pueblo por su libertad: “Numancia es la que agora sola ha sido quien la luciente e...

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La autoinmolación de los ciudadanos de la Numancia celtíbera para no verse sometidos por el Imperio romano ha dado pie a diferentes lecturas a lo largo de la historia. La más popular es la que entiende la gesta como ejemplo de resistencia ante la opresión, que derivó en la expresión “resistencia numantina”, pero muchas otras veces también ha servido para glorificar ideales nacionalistas. La que hizo Cervantes en su tragedia La Numancia rehúye la exaltación patriótica para ensalzar la lucha colectiva de un pueblo por su libertad: “Numancia es la que agora sola ha sido quien la luciente espada sacó fuera, y a costa de su sangre ha mantenido la amada libertad suya y primera”, dice el personaje alegórico llamado España.

Esa es también la idea que domina en la puesta en escena de la obra de Cervantes que ha levantado el colectivo Nao d’Amores para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, bajo la dirección de Ana Zamora. La defensa de la libertad colectiva como base de la dignidad individual. La propuesta también es fiel al texto y a la propia trayectoria de Nao d’Amores como rescatadores del teatro renacentista, pues evita acercarse a la obra desde una perspectiva barroca como suele hacerse (más cercana a la sensibilidad contemporánea) para mantenerla en su contexto y forma originales; es decir, sin subrayar la acción dramática ni los caracteres individuales frente a los colectivos. Las escenas se suceden a modo de cuadros y el texto se pronuncia a la manera arcaica del siglo XVI, lo que tiene un doble efecto: por un lado, estamos ante un espectáculo exquisitamente renacentista (tanto visual como musicalmente), pero por otra parte cuesta entrar en él porque es muy estático. Demasiado para los ávidos corazones del siglo XXI. En ese sentido es tan austero (incluidos el vestuario y la escenografía) que resulta hasta áspero. No busca la tensión dramática, sino la invocación ritual de un instante histórico.

El montaje de Ana Zamora logra extraer lo esencial de la obra original. Las interpretaciones son excelentes y hay momentos de intensidad que consiguen emocionar y envolver al público, como la arenga del general romano dirigida hacia el patio de butacas o el discurso de las mujeres numantinas. Pero se observa como si estuviéramos ante un bello cuadro renacentista. Con deleite, pero con distancia.

Numancia

Texto: Miguel de Cervantes. Dirección: Ana Zamora. Reparto: José Luis Alcobendas, Alfonso Barreno, Javier Carramiñana, Javier Lara, Eduardo Mayo, Alejandro Saá, Irene Serrano, Isabel Zamora. Teatro de la Comedia. Madrid. Hasta el 30 de diciembre.

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