Lo nuevo de Tirzah, el último prodigio de la electrónica, el regreso de Lana del Rey y otros discos
Los críticos de ‘Babelia’ reseñan las novedades musicales más recientes en todos los estilos, de Tirzah a ÌFÉ, pasando por Lana del Rey, Headie One, Cristian de Moret y Andrew Cyrille Quartet
Por Íñigo López Palacios
La primera sensación es de desconcierto, hasta de preocupación. ¿Por qué es todo tan oscuro en Colourgrade? ¿Dónde están canciones como ‘Holding On’, que destacaban en el primer álbum de esta joven prodigio? La alegría de su primera entrega parece haber desaparecido por completo en este segundo disco. Resulta curioso porque, por lo poco que sabemos, el estado de ánimo de Tirzah Mastin no debería ser tan som...
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Colores en el viento
Por Íñigo López Palacios
La primera sensación es de desconcierto, hasta de preocupación. ¿Por qué es todo tan oscuro en Colourgrade? ¿Dónde están canciones como ‘Holding On’, que destacaban en el primer álbum de esta joven prodigio? La alegría de su primera entrega parece haber desaparecido por completo en este segundo disco. Resulta curioso porque, por lo poco que sabemos, el estado de ánimo de Tirzah Mastin no debería ser tan sombrío. Desde que la londinense publicó su largo de debut, Devotion, en 2018, las cosas parecen haberle ido bastante bien. El éxito del disco fue enorme. Pero sobre todo fue inesperado. Sus temas tienen una instrumentación tan básica que parece esquelética, sus ritmos se pueden hacer rascando con un bolígrafo sobre una mesa y su fraseo, sentido pero arrastrado, huye del perfeccionismo vocal de las divas. Pero al mismo tiempo su timbre es tan cálido, tan sentido, que alguien escribió de su primer disco que tenía tanta vida como una cama deshecha.
Ese éxito le llevó a girar por todo el mundo, así que dejó su trabajo de diseñadora en una agencia para dedicarse únicamente a la música. Desde entonces, ha tenido dos niños y se ha mudado con su pareja a Sidcup, uno de esos barrios de Londres tan alejados del centro que uno tiene la impresión de estar en una pequeña ciudad de provincias. Querían dejar atrás los pisos interiores de un solo dormitorio y ahora viven en una casa con jardín, cerca de una de sus hermanas. Entonces, ¿por qué suena su disco como cuando Tricky ha pillado una marihuana demasiado fuerte y le ha dado un mal viaje? Quizá sea porque Devotion fue, en realidad, un trabajo de edición. Tirzah seleccionó para aquel disco canciones entre las muchas que había compuesto durante 10 años. Contó para ello con su amiga de infancia Mica Levi, otra artista poco convencional que saltó a la fama de forma inesperada cuando su banda sonora para Jackie, de Pablo Larrain, fue nominada al Oscar en 2017.
Este Colourgrade, sin embargo, es un disco surgido de cero en el que Tirzah y Levi han trabajado mano a mano, además de contar con el vocalista Coby Sey. Los tres estuvieron de gira mientras la pandemia lo permitió y aseguran que eso les ha convertido en un equipo estrechamente unido. Y el mundo no ha sido un lugar amable en los últimos dos años.
La verdad es que según transcurren las escuchas desaparece esa sensación de tristeza y es sustituida por algo más complejo. Colourgrade suena a ratos fantasmagórico e intenso. Otras veces es simplemente un disco nocturno e íntimo. Ese mismo tema que antes resultaba indescifrable se convierte, de repente, en una nana, o más bien en la voz de una mujer que acaba de ver cómo su hijo se duerme. Se oye a Tirzah carraspear y aclararse la voz, y a Levi moviendo cosas, y es como estar en el mismo estudio viéndolas trabajar. Colourgrade, y quizá de ahí su nombre, parece cambiar de color con cada nuevo acercamiento. Ese mismo disco áspero y monótono de la primera vez se va llenando de matices y se descubre extraordinario, valiente, personal y mágico. Quizá no sea el más adecuado para ponérselo a nadie en casa. Pero desde luego que lo es para recomendárselo. Que cada cual lo escuche a su ritmo, poco a poco, y que decida. Aquí pensamos que merece la pena.
Tirzah. ‘Colourgrade’. Domino / Music as Usual
Sincretismo atlántico
Por Javier Losilla
Con IIII+IIII, su debut publicado en 2017, ÌFÉ creó un nuevo patrón de groove afrocaribeño que desafió a las raíces tanto como a las puntas. En él, los elementos acústicos y electrónicos establecían un vigoroso y sutil intercambio de códigos. ÌFÉ, aclarémoslo, es el alias musical de Otura Mun, puertorriqueño afincado en Nueva Orleans desde 2020, sumo sacerdote (bàbálawo) del culto de Ifá, complejo sistema religioso de origen yoruba. Ahora, con 0000+0000, su nueva entrega discográfica, completa el ciclo abierto con IIII+IIII (ambos signos pertenecen al llamado sistema de adivinación de la regla de Ifá). Si aquella primera apuesta simbolizaba el día, el renacer y la claridad, esta segunda representa la noche, el mundo mágico y también la muerte. Escrito, interpretado y producido en Nueva Orleans por Otura Mun, especialista en los ritmos puertorriqueños, 0000+0000 no solo complementa conceptualmente a su predecesor; también, asumiendo los hallazgos rítmicos de aquel, ensancha los caminos musicales que dibujan el mapa sonoro de la diáspora africana. Voces, tambores tradicionales, sintetizadores, piano, percusiones electrónicas, guitarra y el muy sonoro bajo de trap del Roland 808 generan un universo de difícil taxonomía, pero de resultados brillantes, en el que intervienen, reformulados, varios patrones musicales caribeños. El disco se abre con un preludio en yoruba en el que la voz cabalga sobre una nota que se repite y se cierra con un electrogóspel del sexto continente, ‘Closing Prayer’, con el acompañamiento de The London Lucumi Choir. En medio, uno se topa con una revisión de ‘One Heart Full of Love’, del trío sesentero The Invincibles, o con trallazos como ‘Fake Blood’, en la que el mantra “¿Qué es lo que pasa aquí?” se va interpolando en un texto en inglés que cuestiona verdades dudosas y explicaciones oscuras. Con aportaciones de intérpretes esplendidos, de las voces de Lex, el sapeur Robby The Lord y la polacoestadounidense Lavoski a las percusiones de Bill Summers, exintegrante de los Headhunters de Herbie Hancock, 0000+0000 es la palpitante resaca musical del Atlántico negro del siglo XXI.
ÌFÉ. ‘0000+0000′. Ifà / Mas Um / Everlasting
Belleza sin coartada
Por Xavi Sancho
El capitalismo nos ha acostumbrado al crecimiento continuo, convenciéndonos de que no solo es posible sino incluso necesario. Lo mismo sucede con el pop: se supone que los artistas deben estar progresando, creciendo, reinventándose hasta reventar. Del mismo modo que el crecimiento económico es una necesidad perentoria en Mauritania o Bangladés pero no tanto en Canadá o China, hay artistas pop con necesidad de desarrollo constante y otros que viven sin esa angustia por reformularse, por hacer un disco maduro, luego otro rejuvenecedor y después una colaboración con Rosalía. Blue Banisters es un magnífico disco de Lana Del Rey. Sin coartada, sin relato y sin apuestas. Un artista es grande cuando su nuevo disco se parece a los anteriores.
Lana Del Rey. ‘Blue Banisters’. Polydor / Universal
El regreso del rey del ‘drill’
Por Beatriz G. Aranda
Tras ser número 1 en el Reino Unido con su debut, Edna (2020), regresa el rey del drill con un disco sobre la amistad, que este londinense de 26 años describe como un vínculo arduo en un álbum de sonido más atemporal y, hecho poco habitual, sin estrellas invitadas. En ‘Cry’ y ‘PTSD’ demuestra que también sabe cantar; y en ‘2 Chains’ y ‘Long Night in Knightsbridge’, el ritmo trap y los bajos grumosos ponen banda sonora a la precariedad emocional que implica vivir rodeado de pagans, o enemigos en la jerga del drill, subgénero estigmatizado por la diversión violenta que practican sus seguidores (Headie One ha estado en la cárcel cuatro veces), pero donde se concentra la escena más expresiva del hip hop reciente.
Headie One. ‘Too Loyal For My Own Good’. Sony Music
Cante con un lenguaje propio
Por Carlos García Simón
Es habitual que, cuando se electrifica el flamenco, el cante se quede de invitado de piedra y se limite a reproducirse casi como un sample. No es el caso del disco de Cristian de Moret: allí el cante está vivo. El cantaor, pianista y guitarrista eléctrico lo retuerce con conocimiento, pero a placer, para sembrarlo dentro de los nuevos mimbres armónicos a los que se lo lleva. La otra gran cosa a celebrar de este Supernova es que, en él, también se retuerce el rock, que es el otro género protagonista del disco. Rock de guitarras y bajos pesados, severo en sus mejores partes, con herramientas de jazz fusión y rock progresivo, y un lenguaje musical elaborado y propio. Con Cristian de Moret gana el flamenco y gana el rock.
Cristian de Moret. ‘Supernova’. Spyro Records
Creatividad en democracia
Por Yahvé M. de la Cavada
Hay dos rasgos claros en Andrew Cyrille: no tiene prisa y es un jugador de equipo. Clásico vivo y uno de los grandes bateristas del jazz, posee una personalidad enormemente creativa que no se acerca a la extravagancia ni al artificio. Su estilo, siempre original, parte de la tradición y llega hasta lo que cada tema necesita para hacer de la batería mucho más que un instrumento eminentemente rítmico. Cinco años después del debut de su cuarteto, Cyrille vuelve con un álbum brillante, repleto de texturas, y muy marcado por la sustitución del recientemente fallecido Richard Teitelbaum por el joven pianista David Virelles, tan protagonista como sus compañeros Bill Frisell y Ben Street en una música en la que la democracia creativa es total.
Andrew Cyrille Quartet. ‘The News’. ECM / Distrijazz
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