La caja negra del ‘Prestige’
La compañía Chévere carga su espectáculo ‘Nevermore’ de recursos visuales y sonoros para reconstruir la catástrofe ecológica que vivió Galicia hace dos décadas y conectarla con la pandemia actual
¿Puede alguien creer que esto tan fuerte que nos ha pasado en el último año y medio se nos vaya a olvidar dentro de unos años? ¿Que los meses de encierro, los hospitales colapsados, las mascarillas, la incertidumbre, las colas del hambre, los muertos… acaben enterrados en lo más profundo de nuestra memoria? Lo creamos o no, sucederá. Lo que hoy vivimos intensamente será mañana una masa abstracta de recuerdos. Pero un día también puede ocurrir que un gesto, un sonido o un leve aroma haga que todos esos recuerdos se desenmarañen y cobren viveza de pronto. La magdalena de Proust, ya saben.
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¿Puede alguien creer que esto tan fuerte que nos ha pasado en el último año y medio se nos vaya a olvidar dentro de unos años? ¿Que los meses de encierro, los hospitales colapsados, las mascarillas, la incertidumbre, las colas del hambre, los muertos… acaben enterrados en lo más profundo de nuestra memoria? Lo creamos o no, sucederá. Lo que hoy vivimos intensamente será mañana una masa abstracta de recuerdos. Pero un día también puede ocurrir que un gesto, un sonido o un leve aroma haga que todos esos recuerdos se desenmarañen y cobren viveza de pronto. La magdalena de Proust, ya saben.
Ocurre eso a menudo en Nevermore, nuevo espectáculo de la veterana compañía Chévere, pero al revés: el pasado nos transporta continuamente al presente. Casi al principio de la función, un personaje ayuda a otro a quitarse un traje de protección como los que usan los sanitarios para no contagiarse de covid, pero la escena no transcurre en 2020 o 2021 como cabría esperar, sino en 2002. Y el personaje que se está quitando el traje no es un sanitario, sino un voluntario que viene de limpiar una playa contaminada por el vertido del Prestige. ¿Recuerdan? Aquel petrolero que se hundió frente a la costa gallega y provocó uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de España. La imagen es tan poderosa que desde ese momento es imposible no establecer constantes conexiones entre ambas catástrofes. No solo de manera conceptual y obvia —es cierto que los trajes que sobraron de la época del Prestige fueron reutilizados en algunos hospitales gallegos en los primeros meses de la pandemia—, sino sobre todo sensorial y emocionalmente gracias a la inteligente sucesión de recursos visuales y sonoros que se despliegan a lo largo de la obra: la misma estética, el mismo miedo a salir de casa, la misma incertidumbre, la misma desconfianza. Durante un minuto, se invita al espectador a escuchar el sonido real del mar inmovilizado por el chapapote: el mismo silencio del confinamiento. Grandes y emocionantes hallazgos.
Nadie mejor que el dramaturgo XRon y los actores Miguel de Lira y Patricia de Lorenzo, núcleo estable de la compañía Chévere, para reconstruir con solvencia en un teatro aquellos días de marea negra. No solo porque son gallegos y participaron activamente en el movimiento social Nunca Máis, sino porque son un referente del teatro documental y político en España que en sus tres décadas de trayectoria ha demostrado su maestría a la hora de llenar de significado episodios reales en un escenario. Lo han hecho siempre sin ocultar sus militancias en espectáculos como Citizen (2010), Eroski Paraíso (2016) o Curva España (2019), pero a la vez con un dominio del lenguaje escénico que ha evitado que sus montajes se convirtieran en simples panfletos. Tampoco ocurre en general en Nevermore, pero sí cuando los creadores subrayan demasiado literalmente su mensaje: no es necesario remarcar con discursos ya conocidos lo que nos está entrando por los poros a través de la acción dramática. En esos momentos el espectáculo se vuelve moroso.
Seis estupendos actores encabezados por Miguel de Lira y Patricia de Lorenzo se desdoblan en distintos personajes y se interpretan a sí mismos en algunas escenas. En la primera parte de la obra reproducen con emoción testimonios de vecinos, voluntarios de limpieza de las playas, marineros o militantes de Nunca Máis, mientras que la segunda parte es más política y adquiere un tono farsesco, sobre todo cuando recrean las grabaciones de las conversaciones entre el capitán del barco hundido, las autoridades portuarias, los agentes de rescate marítimo y los políticos implicados en la gestión del vertido. La farsa viene porque las reconstruyen como si estuvieran en un programa de radio con conexiones en directo, evocando la famosa retransmisión de La guerra de los mundos que hizo Orson Welles en 1938 y que causó pánico en la audiencia porque parecía un noticiero de verdad, no una narración fantástica. En Nevermore ocurre al revés, pues se nos presenta con apariencia de ficción algo que ocurrió en realidad. Vemos incluso los trucos que emplean los actores para crear los efectos sonoros durante la retransmisión. Una fantástica pirueta que juega con la frontera entre ficción y realidad para avivar la memoria del espectador, objetivo último del espectáculo.
Lo confiesa claramente Miguel de Lira hacia la mitad de la función, cuando saca al escenario una caja negra en la que guarda objetos y recuerdos de la época del Prestige. Basta explorar un segundo esa caja negra para constatar que lo que pasó puede volver a pasar de múltiples maneras: en forma de pandemia, de fenómenos climáticos extraños, sequías, inundaciones.
‘Nevermore’. Idea y creación: Chévere. Dramaturgia y dirección: XRon. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 10 de octubre. Gira por España a partir del 22 de octubre.
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