Una tupida diversidad narrativa
Los relatos íntimos sobre García Márquez y el último Premio Alfaguara para Pilar Quintana, sumados a varias travesías por el Magdalena y el Pacífico, figuran entre los títulos destacados del año
El río Magdalena que atraviesa su territorio y los ciclistas que coronan sus empinadas cumbres andinas. Dos de los muchos elementos que amalgaman la identidad colombiana, abordados por viajeros que reinciden en su fascinación por esta esquina de Sudamérica, sobresalen entre los diversos títulos del mercado editorial en un país que destaca también por la potente voz narrativa de sus escritoras, merecedoras del reconocimiento internacional, y la nostalgia por los relatos íntimos sobre su entrañable Nobel de Literatura.
“No es solo la principal arteria del país; es la razón por la que Colo...
El río Magdalena que atraviesa su territorio y los ciclistas que coronan sus empinadas cumbres andinas. Dos de los muchos elementos que amalgaman la identidad colombiana, abordados por viajeros que reinciden en su fascinación por esta esquina de Sudamérica, sobresalen entre los diversos títulos del mercado editorial en un país que destaca también por la potente voz narrativa de sus escritoras, merecedoras del reconocimiento internacional, y la nostalgia por los relatos íntimos sobre su entrañable Nobel de Literatura.
“No es solo la principal arteria del país; es la razón por la que Colombia existe como nación. Es el surco de vida que permitió a los colombianos establecerse en una tierra montañosa, que bien puede ser el lugar más complejo del planeta desde el punto de vista geográfico”, escribe Wade Davis (Vancouver, 67 años) en las primeras páginas de Magdalena. Historias de Colombia (Crítica), el elogiado libro en el que revisita su país adoptivo, que ya había sido el escenario de El río (1996), sobre sus tempranas exploraciones del Amazonas. Esa arrugada geografía es también protagonista de Colombia es pasión (Tusquets), del británico Matt Rendell, que saldrá en español este año, una crónica sobre la nueva generación de ciclistas, como Nairo Quintana o Egan Bernal, que han triunfado en el Tour, el Giro o la Vuelta. Es una suerte de continuación de Reyes de las montañas (2004), el libro de culto en el que Rendell cuenta la historia de otros escarabajos, del Zipa Forero a Lucho Herrera, y su inestimable aporte en la construcción del imaginario nacional.
Pilar Quintana es el mejor ejemplo de una renovada mirada sobre el Pacífico, una región menos explorada en la literatura que el Caribe, asociado al realismo mágico de García Márquez
Entre los autores colombianos, la novedad más relevante de 2021 ha sido Los abismos, la novela de Pilar Quintana ganadora del Premio Alfaguara, un reconocimiento que ya se habían llevado sus compatriotas Laura Restrepo (Delirio, en 2004), Juan Gabriel Vásquez (El ruido de las cosas al caer, en 2011) y Jorge Franco (El mundo de afuera, 2014) . El jurado valoró la “prosa sutil y luminosa” de una novela en la que una niña, Claudia, narra en primera persona las tensiones de su hogar. Quintana (Cali, 49 años) ha ascendido en el mapa de la narrativa colombiana en el mundo, que presentó el consultor editorial Martín Gómez el mes pasado en la edición virtual de la Feria del Libro de Bogotá. El líder destacado de ese listado de los autores más editados y traducidos es Gabriel García Márquez, seguido por Juan Gabriel Vásquez, Héctor Abad Faciolince, Emma Reyes, Pilar Quintana, Melba Escobar, Laura Restrepo y Santiago Gamboa.
Dos de esos nombres también se han abierto paso este año en la mesa de lanzamientos. Tanto Gabo y Mercedes: una despedida (Literatura Random House), el homenaje de su hijo Rodrigo García, como Gabo + 8 (Planeta), de su amigo Guillermo Angulo, cuentan los últimos años sin recuerdos del autor de Cien años de soledad, fallecido en 2014. Ambos exploran una intimidad con la que la familia siempre fue muy cautelosa. Otro de los grandes títulos de la literatura colombiana, El olvido que seremos, en el que Abad Faciolince cuenta la vida de su padre, un recordado médico asesinado por sicarios en Medellín, ha tenido un nuevo impulso gracias a la película de Fernando Trueba, una edición conmemorativa con fotos familiares y una novela gráfica ilustrada por el dibujante catalán Tyto Alba (Salamandra Graphic).
Con el Alfaguara, Pilar Quintana se consolida como la punta de lanza del creciente interés por autoras jóvenes, un variopinto archipiélago que incluye voces como Sara Jaramillo Klinkert (Donde cantan las ballenas), Laura Ortiz (Sofoco) o María del Mar Ramón (La manada). Esas novedades coinciden con el rescate editorial de escritoras olvidadas como Marvel Moreno, Elisa Mújica, Fanny Buitrago o Soledad Acosta. “En este año se está reeditando a algunas de las grandes autoras del siglo XX”, apunta Quintana, editora de la Biblioteca de Escritoras Colombianas, un proyecto del Ministerio de Cultura.
La autora de Los abismos, que vivió nueve años en una casa sobre un acantilado en un paraje selvático, venía de ser finalista del National Book Award y ganadora del English Pen Award por La perra, ejemplo de una renovada mirada sobre el Pacífico, una región menos explorada en la literatura que el Caribe, asociado al realismo mágico de García Márquez. En el más reciente libro de Tomás González (Medellín, 71 años), El fin del Océano Pacífico (Seix Barral), el deseo de una anciana que quiere contemplar ballenas jorobadas antes de morir desemboca en una travesía familiar por esa densa selva, “hermosa e inhumana”. Una tendencia que corroboran títulos como Aguas de estuario (Laguna), de Velia Vidal.
Como parte de la reactivación del mercado editorial, Evelio Rosero (Bogotá, 63 años), consagrado con Los ejércitos (2007), acaba de lanzar Casa de Furia (Alfaguara). A pesar de los traumas de la pandemia, Ricardo Silva Romero (Bogotá, 46 años) se mantuvo incluso durante los confinamientos como uno de los escritores más queridos. Durante la primera edición virtual de la Filbo, en abril de 2020, Historia oficial del amor inauguró las lecturas colectivas en redes sociales de varios de sus libros. Le siguió Cómo perderlo todo y, el pasado mayo, en plena oleada de protestas, la recientemente publicada Río Muerto (Alfaguara). Esa lectura estuvo apoyada por la Comisión de la Verdad, surgida del acuerdo de paz, con la participación de varios líderes sociales, los principales blancos de la violencia que el país no ha podido superar. “Estaba pensada como una ceremonia de duelo”, apunta el escritor bogotano. Más adelante este año lanzará Zoológico humano, una novela compuesta por ocho historias de personajes que tienen en común haber regresado de la muerte.
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