Viaje a la China primordial
Catherine François se sumerge en la cultura antigua del país asiático a través de sus grandes filósofos en un libro que teje poesía, leyendas y pensamiento
No es la primera vez que Catherine François se sumerge en la antigua cultura china. Ya lo hizo antes, en Caminos bajo el agua, un libro que podría considerarse una sucesión de poemas en prosa, a través de los cuales la autora va hilvanando las huellas mitológicas y literarias que fueron generando tanto el río Amarillo como sus orillas, desde los tiempos remotos que preceden al periodo de los Reinos Combatientes hasta...
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No es la primera vez que Catherine François se sumerge en la antigua cultura china. Ya lo hizo antes, en Caminos bajo el agua, un libro que podría considerarse una sucesión de poemas en prosa, a través de los cuales la autora va hilvanando las huellas mitológicas y literarias que fueron generando tanto el río Amarillo como sus orillas, desde los tiempos remotos que preceden al periodo de los Reinos Combatientes hasta el advenimiento de los mongoles. El libro se detiene en ese momento angular, pero ya para entonces hemos hecho un intenso recorrido, de naturaleza tan lírica como épica, por el pasado del río más frecuentado por los poetas chinos, y muy especialmente por los de la dinastía Tang. En La senda de las nubes, la aventura es más ambiciosa y conforma con Caminos bajo el agua un díptico muy sugerente. Primero la inmersión y luego la elevación. De las aguas turbulentas pasamos a las nubes, tan especulativas como grandiosas, de los filósofos (Confucio), los historiadores (Sima Qian) y los poetas de mucha altura, en todos los sentidos de la palabra. Pues el libro concluye con la historia de Han Shan (poeta conclusivo y fundamental de la edad de oro de la poesía china). Al mismo tiempo, accedemos a la historia de la montaña que se llama como el poeta. El texto está lleno de voces y personajes que aparecen y desaparecen en la niebla, y periódicamente vamos conociendo los avatares de Han Shan montaña y Han Shan poeta.
La narración acaba invocando a las hojas muertas que van borrando el pasado, que lo disuelven en la bruma, a la vez que el libro entero es en sí mismo la recuperación de ese pasado, consumando de esa manera un teorema totalmente vinculado a la lógica taoísta y su doctrina de los opuestos: lo claro es oscuro, lo oscuro es claro, la vida es muerte, la muerte es vida, y el poeta ni está vivo ni está muerto. La traducción es irreprochable, circunstancia que invita a pensar que el texto original también lo es.
Catherine François ha escrito un libro excelente sobre las grandes voces de la antigüedad china, barriendo tópicos y abriendo fronteras, las que presuntamente separan las diferentes corrientes del protopensamiento chino, no tan diferentes y excluyentes como nos hacen creer. Evita dar claves bibliográficas, incitando al lector a entrar directamente en su relato, que sigue una estructura tan paradójica como el pensamiento chino, pues es a un tiempo lineal y discontinua, creando una corriente llena de remolinos, que es necesario seguir y que no cuesta seguir. La sensación que deja es de naturaleza envolvente. Te has sumergido en una historia que sugiere otras muchas historias. En cada página, en cada fragmento, hay una historia revelada y otra sumergida, que hay que gestionar sin darle muchas vueltas: continuando la lectura, como quien avanza por un largo y elevado bosque de bambúes. El libro concluye con una lista de personajes fundamentales que facilita el viaje por el imperio de las nubes y los reinos de la tierra firme, donde vemos correr el agua y la sangre. Un largo poema, un tejido de leyendas y, finalmente, un acercamiento a la historia y a las vidas que la iluminaron con su literatura y pensamiento. Esa es la apuesta.
La senda de las nubes
Autor: Catherine François.
Traducción: Santiago Auserón y Jenaro Talens.
Editorial: Siruela, 2021.
Formato: 308 páginas. 24 euros.
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