‘Todo lo habitable’: por qué renuncié a traducir a Amanda Gorman

‘Babelia’ publica el poema con el que Marieke Lucas Rijneveld, joven revelación de la literatura holandesa, prefirió no adaptar a la autora estadounidense después de que se cuestionara su elección por no ser una mujer negra

Marieke Lucas Rijneveld posa en julio en Utrecht.JEROEN JUMELET (AFP)

Marieke Lucas Rijneveld, premio Booker Internacional por su novela La inquietud de la noche (Temas de Hoy), ha escrito un poema en respuesta a la controversia que estalló hace dos semanas cuando anunció su decisión de renunciar a traducir al holandés el libro que ha dado fama mundial a la estadounidense ...

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Marieke Lucas Rijneveld, premio Booker Internacional por su novela La inquietud de la noche (Temas de Hoy), ha escrito un poema en respuesta a la controversia que estalló hace dos semanas cuando anunció su decisión de renunciar a traducir al holandés el libro que ha dado fama mundial a la estadounidense Amanda Gorman, La colina que ascendemos, después de que esta leyera uno de los poemas incluidos en el volumen durante la toma de posesión del presidente Joe Biden el pasado enero. Rijneveld explicó que se retiraba del proyecto por la polémica surgida en las redes sociales por el hecho de que se hubiera elegido a una persona blanca, siendo Gorman negra. Su traductor al catalán, Víctor Obiols, afirmó el miércoles que su versión del poema para la editorial Univers fue rechazada por los agentes de Gorman, al preferir que se encargase de traducirla “una mujer de perfil activista y, a poder ser, de origen afroamericano”. Rijneveld escribió también un poema dedicado a Gorman, Todo lo habitable, que Babelia publica a continuación.

Nunca has perdido esa resistencia, la tensión primera entre pesar y alegría,

ni la has entregado a la prédica en el púlpito, a la Palabra que declara

lo que está bien o mal, nunca te dio pereza levantarte, ni afrontar,

alzando los puños, los acosos ni luchar contra el encasillamiento,

contra esos tumultos del no saber dentro de tu cabeza,


templaste la impotencia con la provocación en los ojos, y

siempre anunciaste tu camino con un orgullo sólido como roca,

al ver a alguien reducido a polvo y al ver cómo se escurre

la última gota de dignidad, estás en contra de la craneometría,

en contra de la esclavitud, en contra de todo lo que enjaula a la humanidad.



Nunca has perdido esa resistencia, la semilla de la libre pelea, tu

origen viste atavíos de duelo, tu origen tuvo suerte,

tuvo una vía de escape, no es que tu experiencia esté de acuerdo,

no es que siempre veas la yerba al otro lado

marchita y menos verde –el secreto es ser capaz


de ponerte en el lugar ajeno, de advertir el mar de tristeza detrás

de los ojos de otra persona, la amotinada ira de todas las iras, quieres

decir que quizá no lo entiendas todo,

que por supuesto no siempre pulsas la cuerda adecuada, pero que

lo sientes, sí, lo sientes, incluso si la diferencia es un abismo.


Nunca has perdido esa resistencia y aun así eres capaz de captar

cuándo un sitio no es tuyo, cuándo debes arrodillarte por un poema porque

otra persona puede hacerlo más habitable; y no

por rechazo, no por desaliento, sino porque sabes

que hay tanta desigualdad, tanta gente aún discriminada,


lo que quieres es fraternidad, quieres un puño, y puede que tu

mano no sea aún lo bastante fuerte, o puede que primero debas coger

la mano ajena para reconciliaros, necesitas vivamente sentir la esperanza

de que estás haciendo algo para mejorar el mundo, aunque esto no debes

olvidarlo: después de arrodillarte vuelve a levantarte y haz que nuestras espaldas se enderecen juntas.


Traducción de Bárbara Mingo.

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