Instantáneas de la infancia y de la rebeldía

De una niñez en medio de la naturaleza a una adolescencia insumisa, dos libros de fotografía indagan en las vicisitudes de las primeras etapas de la vida desde distintas perspectivas

'Toys R Us' (1998), imagen incluida en el fotolibro 'Girl Pictures'.Justine Kurland (Girl Pictures / Aperture)

La vida de Jesse Lenz (1988, Montana, Estados Unidos) estaba en la carretera. En un constante ir y venir, ligero de ataduras y rutinas. Vivía en una autocaravana, en compañía de su mujer, sus tres hijos y un perro. A regañadientes, las circunstancias les obligaron a establecerse en una granja en Ohio. Sin embargo, allí cambiaría de forma radical su manera de observar el mundo. Comenzó a coleccionar fotolibros. Estos fueron adquiriendo el valor de una puerta abierta al descubrimiento, a un mundo donde reina y perdura el hechizo. Así, se convirtió en editor, fundó Charcoal Press y además produjo...

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La vida de Jesse Lenz (1988, Montana, Estados Unidos) estaba en la carretera. En un constante ir y venir, ligero de ataduras y rutinas. Vivía en una autocaravana, en compañía de su mujer, sus tres hijos y un perro. A regañadientes, las circunstancias les obligaron a establecerse en una granja en Ohio. Sin embargo, allí cambiaría de forma radical su manera de observar el mundo. Comenzó a coleccionar fotolibros. Estos fueron adquiriendo el valor de una puerta abierta al descubrimiento, a un mundo donde reina y perdura el hechizo. Así, se convirtió en editor, fundó Charcoal Press y además produjo su primer monográfico, The Locusts; un íntimo y delicado retrato de la iniciación a la vida en el mundo rural, donde la vida no excluye a la muerte. “Aquí está el mundo. Cosas terribles y hermosas sucederán. No tengas miedo”, dice una cita del escritor Frederick Buechner, el único texto, junto a la dedicatoria a sus hijos, que incluye el libro.

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Para Lenz la fotografía tiene mucho que ver con la poesía. Asegura que tiene “una pulgada de ancho y una milla de profundidad”, de ahí que el fotolibro haya resultado el formato adecuado para este artista multidisciplinar a la hora de explorar el delicado y tenue equilibrio que encierra el microcosmos infantil. Un universo que se solapa con el de los animales y las plantas, en un bucólico entorno rural, dando forma a un poema visual que nos habla del descubrimiento de las leyes del mundo natural y su dicotomía como reflejo de la experiencia de vivir, cargada de contradicciones y quebranto, pero también de magia, regocijo y satisfacción. El libro cobra especial sentido en la actualidad, ya que hace referencia a la desconexión del hombre contemporáneo con el mundo natural, a nuestro distanciamiento del ritmo y del orden de la naturaleza, e invita a reconectar con su magia en la apreciación de los sutiles y pequeños -solo en apariencia- detalles que nos ofrece.

Cubierta de 'The Locusts'.

El artista comenzó a fotografiar de forma espontanea las vivencias de sus hijos. Vio en ellas el vehículo para transmitir la fuerza del lugar, así como la oportunidad de poder volver a ser niño y recuperar la capacidad de asombro. No quería que la gente percibiera su trabajo como algo centrado en su familia, buscaba una historia de mayor alcance, trasladar la historia de lo particular a lo general. De ahí, que hizo uso de un título que hace referencia a una de las plagas bíblicas, la de la langosta. La plaga supuso un castigo para los descreídos de Dios y un alimento para los profetas en el desierto. Fue una de las dicotomías -junto la del pecado y la salvación- que nutrieron el imaginario del autor, hijo de un predicador. Así, detrás de cada imagen se puede escuchar un zumbido de fondo como metáfora de un llamado progreso que desgarra y profana el mundo natural.

Las imágenes en blanco y negro resultan tan extrañas como frágiles y hermosas. Los animales aparecen retratados tan vulnerables como los niños, equilibrados dentro de una misma balanza. The Locusts es una incitación a recuperar la capacidad de asombro que acompaña a la infancia. Hace referencia al dolor de crecer, pero también a la capacidad de sanar. Invita a vivir plenamente el momento dando rienda suelta a la curiosidad y midiendo nuestra fragilidad como especie en consonancia con el mundo natural, del que tan solo somos una pequeña parte.

Escapada a la libertad

The Runaways fueron las adolescentes más indómitas de la historia del rock, también las primeras en formar una banda. Su paso por la música, en los años setenta, resultó tan breve como intenso, irrumpiendo con fuerza en un mundo reservado a los hombres. Su mito, el de la valiente adolescente fugitiva, se esconde detrás de la serie de imágenes que Justine Kurland (Warsaw, Nueva York, 1969) realizó entre 1997 y 2002, y que 20 años después se reúnen en un monográfico publicado por Aperture, Girl Pictures.

Cubierta de 'Girl Pictures'.

La fotógrafa era aún estudiante en la Universidad de Yale cuando comenzó a pedir a las adolescentes que iba encontrando en distintos lugares -en residencias de estudiantes o paseando por la calle- que posaran para ella. “Hoy parece un milagro que tantas estuviesen dispuestas a montarse en el coche de una extraña que se las llevaba a las afueras”, escribe la artista en el libro. “Ser una adolescente no es nada sin la determinación y la habilidad de comportarse como la adolescente”. Durante esa escapada a la libertad eran retratadas en una especie de performance, bien sugerida por ellas mimas o por la autora, inspirada en la tradición de la fotografía de paisaje americana del siglo XIX, que introducía a jóvenes dentro de la imagen con el fin de expandir el idealizado mito de la frontera. Un símbolo de evasión, superación y libertad normalmente reservado para el hombre. Habitado por “vaqueros, marinos, piratas, autoestopistas, vagabundos, polizones, exploradores, guardianes entre el centeno y señores de las moscas”, como escribe Rebecca Bengal en el prólogo. Así, en las imágenes resuenan las vicisitudes de Tom Sawyer y Huckleberry Finn así como las de Holden Cauldfiel, que las jóvenes harán suyas en su búsqueda y reclamo de libertad.

Un sentido de atemporalidad impregna el libro. Son las mismas adolescentes de hoy, su desenfrenada alegría está presente siempre, pero también se percibe su inseguridad y sus dudas, así como su necesidad de verse reflejadas en los otros como forma de autoafirmación. En Pink Tree, por ejemplo, una joven posa subida en un árbol en flor. Se encuentra atrapada entre dos caminos que señalan direcciones opuestas, entre las aguas del río Hudson y el asfalto de una carretera. Apresada en mundos paralelos, el de sus sueños y el que le impone la realidad. La libertad está en la posibilidad de escapar: escapar de las limitaciones sociales, también de las suyas propias.

The Locusts’. Jesse Lenz. Charcoal Press. 144 páginas. 52.84 euros.

Girl Pictures’. Justine Kurland. Aperture. 144 páginas. 34, 55 euros.

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