Son noruegos, no marcianos
La literatura escandinava sigue empeñada en matizar el halo de sociedad perfecta que rodea a los países del norte. Varios libros retratan la cara y la cruz de un territorio que triunfa tanto en el diseño como en las series de televisión
Lo escandinavo vende: tenemos la impresión de que los nórdicos hacen bien las cosas y por eso compramos muebles de IKEA o sudaderas de Geographical Norway. Además, sus series de intriga, clasificadas bajo el término de Nordic Noir, son de las más populares en las plataformas audiovisuales. Esta fiebre por todo lo que proceda de Escandinavia lleva aparejada una idealización hacia las sociedades que conforman la región, en parte porque muchos de estos países figuran a menudo entre los pues...
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Lo escandinavo vende: tenemos la impresión de que los nórdicos hacen bien las cosas y por eso compramos muebles de IKEA o sudaderas de Geographical Norway. Además, sus series de intriga, clasificadas bajo el término de Nordic Noir, son de las más populares en las plataformas audiovisuales. Esta fiebre por todo lo que proceda de Escandinavia lleva aparejada una idealización hacia las sociedades que conforman la región, en parte porque muchos de estos países figuran a menudo entre los puestos más altos de las listas que miden lo feliz que es una nación. La tónica general es percibir a sus ciudadanos como seres responsables y civilizados que siempre sabrán elegir el contenedor adecuado en el que arrojar sus residuos.
¿Es esto cierto? No lo parece, a juzgar por la novela de la autora noruega Nina Lykke, que en su versión castellana lleva el expresivo título de Estado del malestar (Gatopardo, 2020). La novela ha sido elegida libro del año en Noruega, donde ha vendido la impresionante cifra de 60.000 ejemplares. El libro puede leerse como el reflejo de la sociedad noruega a través de su protagonista, Elin, una médica de familia en plena crisis de los cincuenta que se plantea separarse de su marido tras una aventura con un ex y que, debido a ello, ha decidido dormir en su consultorio por las noches. El esqueleto de tamaño natural que tiene en su despacho, al que ha bautizado como Tore, es la voz de su conciencia, y con él, que no tiene pelos en la lengua, Elin mantiene frecuentes conversaciones que le sirven para aclarar sus dudas y entender sus contradicciones, tanto personales como profesionales.
La autoconsciencia de la narradora de esta novela acerca de su situación afortunada pero a su juicio nada idílica tiene cierto aire de familia con la que se puede leer en obras de otros autores noruegos como Dag Solstad, quien en Pudor y dignidad (Lengua de Trapo, 2007) nos presenta a Elias Rukla, un profesor de instituto de Oslo hastiado tras 25 años tratando de generar interés por los clásicos de la literatura noruega en sus alumnos sin conseguirlo. En esta línea que busca cuestionar la etiqueta de paraíso terrenal aplicada por defecto a los países nórdicos, se encuentra también la colección de crónicas sobre Escandinavia del periodista británico Michael Booth titulada Gente casi perfecta (Capitán Swing, 2017). Agrupadas en cinco capítulos, uno por cada país escandinavo, en ellas Booth analiza acontecimientos, tradiciones y paradojas de cada uno de los países de la región y nos proporciona herramientas para entender mejor la idiosincrasia de Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia.
Tampoco Nina Lyyke se anda con contemplaciones hacia aquellos compatriotas suyos que se comportan como si fuesen los clientes de un sistema estatal que les cuida y al que le demandan cada vez más servicios. Esta actitud es frecuente en los divertidos arquetipos de pacientes que acuden a la consulta de Elin, así como en alguno de los médicos, por ejemplo en el apodado “El Rebelde”, descrito así por la narradora: “Al Rebelde le gusta ser como Papá Noel y es generoso con los fondos públicos. El Rebelde opina que todo el mundo tiene que tenerlo todo siempre. “Es un derecho legítimo” es la frase preferida del Rebelde, y si alguien quiere algo, siempre y cuando se trate de prestaciones sociales, en ese mismo momento se lo ha ganado”.
En una entrevista por correo electrónico, Lykke ratifica la opinión de su narradora: “Si bien la atención sanitaria es casi completamente gratuita en Noruega, algunos pacientes se comportan como si fuesen clientes de una clínica exclusiva y privada de Beverly Hills, de ahí que pidan a menudo pruebas y tratamientos caros y con frecuencia innecesarios. Esa ha sido mi experiencia mientras me documentaba para la novela, especialmente en las zonas de mayor nivel de vida de Oslo”.
Otro aspecto hilarante de la novela es el agudo esbozo que hace la autora de la urbanización oslense llamada Grenda, donde viven lo que podríamos considerar hipsters noruegos, entre ellos Elin, que describe así alguna de las peculiaridades de su barrio: “A pesar de que los insultos más utilizados en Grenda eran “decente” y “pequeñoburgués”, el nuestro también era un entorno decente y pequeñoburgués. En Grenda había una lista al menos tan larga sobre lo que resultaba aceptable y lo que no como la que existía en las mansiones del otro lado de la calle, y, aun así, se decía que en Grenda no había reglas ni convenciones”.
Pero considerar a Elin como un mero estereotipo de la sociedad de bienestar noruega sería empequeñecer a este personaje rico en matices de cuyo fino humor gozará cualquier lector. Sus reacciones y conflictos resultarán familiares a muchos lectores; sin ir más lejos, su hábito de encadenar capítulos de series con una copa de vino siempre llena en la mano. ¿Será entonces que la Europa del Norte no es tan diferente de la del sur? Y, de ser así, ¿se debe a la denostada globalización o más bien a que los humanos no somos, finalmente, tan distintos los unos de los otros? Quizá aceptar esto último pueda ser un antídoto contra cualquier pulsión supremacista, como declara la autora de Estado del malestar: “No creo que la clase media noruega sea tan distinta de otras clases o nacionalidades. Eso es algo que la literatura puede proporcionar: hacernos caer en la cuenta de que, en el fondo, todos tenemos las mismas ansiedades y preocupaciones. A mí eso me resulta muy inspirador”.
Si la novela se lee con tanta fluidez en castellano se debe en gran medida a la buena labor de su traductora, la también escritora Ana Flecha Marco, que en 2020 ha publicado dos nouvelles ambientadas no por casualidad en Noruega y recogidas en el volumen Dos novelitas nórdicas (Mr.Griffin). La primera, titulada Historia de Ø, nos sumerge de lleno en la vida de Sunniva, una joven noruega, y en la isla minúscula del norte de su país en la que nació. La segunda, Mancha, ofrece a los lectores la mirada de una narradora española que pasa un tiempo en el país de los secaderos de bacalao. Ambos relatos son sutiles, lúcidos y, desde luego, insólitos en el panorama literario en castellano.
Lecturas
‘Estado del malestar’. Nina Lykke. Gatopardo, 2020.
‘Pudor y dignidad’. Dag Solstad. Lengua de trapo, 2007.
‘Gente casi perfecta’. Michael Booth. Capitán Swing, 2017.
‘Dos novelitas nórdicas’. Ana Flecha Marco. Mr Griffin, 2020.