Los crímenes de Matías Jurado, el asesino serial argentino que mataba los viernes
La Fiscalía lo acusa de haber asesinado al menos a cinco personas en su casa después de haberlas llevado hasta allí con promesas falsas
Jujuy es una de las provincias más tranquilas de Argentina. Situada en el extremo noreste del país, tiene una tasa de homicidios que es casi la mitad que el promedio nacional. Cuando el pasado 31 de julio, la Policía ingresó a la casa de Matías Jurado en uno de los barrios más grandes de San Salvador de Jujuy, capital de la provincia, no imaginaba que se encontraría ante el caso de un presunto asesino serial. Las fuerzas de seguridad llegaron hasta allí en busca de Jorge Omar Anachuri, un hombre de 68 años con discapacidad motora desaparecido una semana atrás. Su familia había puesto una denuncia en la comisaría y lo buscaba también a través de las redes sociales. Los policías encontraron restos de sangre, huesos y piel. A punto de cumplirse dos meses de investigación, Jurado está detenido, acusado de haber asesinado y descuartizado a al menos cinco personas y la Fiscalía no descarta que pueda haber más víctimas.
Jurado, de 37 años, tenía antecedentes penales por robo agravado y amenazas con armas durante robo. Sus vecinos del barrio Alto Comedero, uno de los más grandes de la capital jujeña, lo conocían como El Gringo y aseguraron que le gustaba pasearse con un machete en la mano y abusaba del alcohol. “Todos lo definen como una persona muy violenta, pero nadie creía que podría llegar a esto”, dijo el fiscal Guillermo Beller en su última rueda de prensa sobre el caso.
Beller anunció que las muestras genéticas recogidas en la casa de Jurado permitieron confirmar la identidad de una quinta víctima, Juan Carlos González, de 60 años, que estaba desaparecido desde el 11 de junio, tres días después de su cumpleaños. “Hay todavía dos perfiles inconclusos de otras dos personas que pudieron también ser víctimas”, añadió el fiscal en su comparecencia.
El presunto asesino serial salía a buscar nuevas víctimas los viernes. Se dirigía hacia la antigua estación terminal y sus alrededores y elegía a alguien que estuviese en una situación de vulnerabilidad. Les ofrecía alcohol, algo de dinero y la promesa de algún trabajo temporal para que se fuesen con él. Nadie los volvió a ver con vida.
El sobrino de Jurado, de 16 años, contó a la Justicia que vivía con su tío, pero los viernes se iba de la casa porque sabía que traía invitados y pasaban “cosas malas”. En su declaración en cámara Gessel, aseguró que había advertido a su familia de lo que pasaba, pero nadie quiso creerle. Dijo que solo un primo accedió a acompañarlo una vez, pero se alejó corriendo cuando vio manchas de sangre.
Las imágenes de las cámaras de seguridad de la capital jujeña mostraron a Jurado en compañía de dos de las víctimas: Anachuri y Sergio Sosa, de 25 años. La Fiscalía lo imputó por ambos homicidios después de que el análisis genético de los restos encontrados en la casa de Jurado confirmaron que ambos estuvieron allí. Con el correr de las semanas, la Fiscalía pudo corroborar también gracias a pruebas de ADN que entre los restos encontrados en la casa estaban los de otras tres personas desaparecidas: Miguel Ángel Quispe, de 60 años; Juan Ponce, de 51; y el ya citado González, el último en confirmarse, hace solo tres días.
Los investigadores creen que están ante un presunto asesino metódico, del que sospechan que mataba por placer. Han encontrado restos óseos, de sangre y de piel, pero no los cuerpos. Destacan que Jurado ocultaba numerosos cuchillos y machetes debajo del colchón, pero todos ellos habían sido limpiados a conciencia.
Jurado está en prisión preventiva. Las primeras pericias determinaron que es imputable y “entiende perfectamente la criminalidad de los hechos”.