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La inflación argentina frena su tendencia a la baja por primera vez desde que asumió Milei

Los precios aumentaron un 4,6% mensual en junio, cuatro décimas más que en mayo, y un 271,5% interanual

El tratamiento de shock aplicado por Javier Milei contra la inflación en Argentina tuvo su primer tropiezo en junio. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 4,6% mensual, un alza superior al 4,2% registrado en mayo. Se rompe así el tobogán descendente desde el 25% de diciembre, cuando la brusca devaluación oficial del peso decretada por el nuevo Gobierno disparó los precios. En los primeros seis meses del año la inflación acumulada es del 79,8% y la interanual sigue en niveles exorbitantes incluso para un país como Argentina, del 271,5%, que lleva años en el podio mundial.

La subida más fuerte fue la de la vivienda y las tarifas de luz, agua y gas (14,3%), más del doble que el siguiente sector, restaurantes y hoteles (6,3%). Ese incremento responde a la eliminación progresiva de los subsidios energéticos de los que se beneficiarion los hogares argentinos durante el kirchnerismo. Con el argumento de que “no hay plata”, el Gobierno redujo subsidios y liberalizó precios, pero el impacto de esta medida en la inflación es tan alto que ha frenado la velocidad: los aumentos previstos para julio han sido pospuestos al menos hasta agosto.

Por el contrario, los precios que menos aumentaron en junio fueron los alimentos (2,1%) y equipamiento y mantenimiento del hogar (2,3%), en gran parte debido al desplome de la demanda.

Milei heredó una inflación desbocada que tocó un techo del 25% mensual a finales de 2023 antes de comenzar a remitir ahogada por el recorte salvaje del gasto público y la caída del consumo. La población argentina suspiró aliviada al ver que a partir de febrero la cesta de la compra dejaba de aumentar semana a semana, pero el bolsillo se resintió entonces por subidas en el transporte, las comunicaciones y las tarifas de luz y gas.

El pequeño rebote de la inflación en junio muestra la dificultad que tendrá para el Gobierno perforar el piso del 4% mensual y más aún si se tiene en cuenta que Argentina atraviesa su peor recesión desde la pandemia. En abril la actividad económica retrocedió un 1,7% interanual y el Fondo Monetario Internacional prevé que el PIB se contraiga este año cerca de un 3,5%. Mantener los precios estables será más difícil cuando comience la esperada recuperación. Por ahora, los datos muestran que todavía no llega: el consumo en supermercados cayó un 10% interanual en mayo, según la consultora Scentia, y la temporada turística de las vacaciones de invierno que comienza este sábado se anticipa peor que la de años previos. En Mar del Plata, la ciudad más turística de la costa argentina, las reservas hoteleras están por debajo del 50%.

El peso se deprecia

Milei sostiene que la inflación es un fenómeno monetario generado por un exceso de oferta de dinero y por eso cortó la emisión monetaria y atacó el déficit fiscal. Pero la mayoría de economistas locales creen que el origen de la inflación es multicausal y más en un país como Argentina, donde la sociedad ha desarrollado numerosas estrategias para protegerse todo lo posible del aumento de precios. Una de ellas es estar atentos al valor del dólar, que actúa a modo de termómetro: cuando el peso comienza a depreciarse frente a la divisa estadounidense, los precios suelen responder al alza de forma casi inmediata.

El tipo de cambio oficial se devalúa a un ritmo cercano al 2% mensual, por debajo de la inflación, y se cambia hoy a 940 pesos por dólar. Sin embargo, los tipos de cambio de libre fluctuación, como el financiero y el blue, se mantuvieron estables hasta mitad de mayo, ligeramente por arriba de los mil pesos por dólar, y a partir de ese momento comenzaron a perder valor a gran velocidad. Este viernes, en las calles de Buenos Aires el valor del dólar batió un nuevo récord al cotizarse a 1.500 pesos por unidad. Los precios, en paralelo, volvieron a acelerarse.

La brecha entre la cotización oficial y la paralela supera ya el 50% y crece la presión presión de los mercados para que el Gobierno devalue el peso. Milei por ahora se niega y repite que mantendrá el rumbo fijado cueste lo que cueste.

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