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Massa reconoce la derrota: “Mañana mismo se inicia una transición democrática”

El candidato peronista y actual ministro de Economía obtiene el 44% de los votos y queda segundo detrás del ultaderechista Javier Milei, que roza el 56% del apoyo con el 95% escrutado

Sergio Massa, durante su discurso de anoche en Buenos Aires.
Sergio Massa, durante su discurso de anoche en Buenos Aires.ADRIANO MACHADO (REUTERS)

Una Argentina exhausta le ha dicho no en las urnas al peronista Sergio Massa. El candidato de Unión por la Patria, actual ministro de Economía de un país en crisis, ha salido sobre las ocho de la tarde del domingo (hora local) a reconocer la derrota en las elecciones, poco antes de la difusión de los resultados oficiales. Con el 95% escrutado, el peronismo obtuvo su peor derrota: Massa consiguió el 44% de los votos frente al 56% que logró el ultraderechista Javier Milei, que será el presidente de los argentinos desde el 10 de diciembre. “Le hemos planteado al presidente electo y al presidente de la Nación la responsabilidad de mañana mismo poner en marcha mecanismos de enlace y transición de recambio democrático”, ha dicho Massa desde el centro de campaña, en la ciudad de Buenos Aires. El candidato no llegará a la Casa Rosada, una ambición que persigue desde la juventud y que ya intentó alcanzar en 2015, y ha afirmado que para él “termina una etapa” de su vida política.

“Me he comunicado con Javier Milei para felicitarlo porque es el presidente que la mayoría eligió para los próximos cuatro años. Lo más importante que le tenemos que dejar a los argentinos es el mensaje de que la convivencia, el diálogo y el respeto por la paz frente a tanta violencia y descalificación es el mejor camino que podemos recorrer”, ha dicho desde el escenario, donde ha estado acompañado por su familia y de referentes del peronismo, como su compañero de fórmula, Agustín Rossi, o el gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Massa también ha destacado el funcionamiento del sistema electoral “fuerte, sólido y transparente” del país frente a las acusaciones de posible fraude impulsadas por el partido de Milei, La Libertad Avanza, durante los últimos días de la campaña.

En el exterior del centro de campaña, las cientos de personas que habían aguardado desde la tarde los resultados seguían arengando con bombos y alzando banderas de agrupaciones sindicales y organizaciones sociales. Poco antes de que el peronista saliera a reconocer la derrota, algunos ya expresaban su preocupación. Maia Moreira, de 38 años, había llegado sobre las cuatro de la tarde desde Lanús, en la periferia de Buenos Aires. Estaba “muy ansiosa” y aquel “era el lugar para esperar” los resultados, aseguró: “Sean que sean”. “Es la elección más importante desde el regreso a la democracia”, dijo.

Massa no lo tenía fácil. El actual ministro de Economía gestiona desde hace más de un año la economía de un país que no crece, en el que la inflación interanual ha superado el 142%, donde el 40% de los habitantes viven en la pobreza y con reservas en mínimos. Como titular de la cartera, ha tenido que renegociar los pagos con el Fondo Monetario Internacional por un endeudamiento de 44.000 millones de dólares que tomó el presidente Mauricio Macri (2015-2019). Era, por eso, un candidato improbable.

Abogado de 51 años, Massa tiene una carrera política de más de 30. Comenzó militando en la derecha liberal de la Unión del Centro Democrático (UCD). De ahí saltó al peronismo y tuvo la habilidad para acomodarse a los tiempos. Fue menemista, después duhaldista, kirchnerista y antikirchnerista. Fundó su partido, el Frente Renovador, y se presentó a las elecciones presidenciales de 2015; quedó tercero y volvió a alinearse con el kirchnerismo. Con él como presidente, el peronismo habría dado un giro hacia el centroderecha. Ahora deberá reacomodarse en la oposición.

“Había dos caminos. Nosotros elegimos el de la defensa del sistema de seguridad en manos del Estado, elegimos promover y defender la educación y la salud públicas como valores centrales, elegimos defender a la industria nacional, al trabajo argentino, a nuestra pymes, a los trabajadores con derechos… Porque es la mejor forma de construir prosperidad, movilidad social ascendente y progreso para nuestra nación”, ha dicho Massa. Después ha agregado: “Los argentinos eligieron otro camino y desde mañana la responsabilidad de dar certezas y de transmitir garantías sobre el funcionamiento político, social y económico de Argentina es responsabilidad del nuevo presidente, y esperamos que así lo haga”.

Durante la campaña, muchos se preguntaron qué podría hacer de diferente el ministro peronista si llegaba a la Casa Rosada para salvar una economía que cae en picado. Las primarias de agosto lo dejaron en tercer lugar, en una de las peores elecciones del peronismo en los últimos años. En la primera vuelta remontó, sumó 9,5 millones de votos y quedó primero con el 37% del apoyo. Este domingo la derrota fue fulminante: quedó a 11 puntos de su rival. El promedio de las últimas encuestas analizadas por EL PAÍS no le auguraban una victoria clara.

El peronista, sin embargo, había logrado ilusionar a parte del electorado. En parte, el respaldo que recibió de propios y ajenos se explica por el candidato que tenía enfrente, un economista ultraliberal que ha desafiado muchos de los consensos construidos en 40 años de democracia, como la educación y la salud públicas y la condena al terrorismo de Estado durante la última dictadura, reconocido por la justicia. Massa prometía un Gobierno de “unidad nacional”, un Estado más fuerte y transparente y ser el garante de los valores atacados por Milei.

“Sigo creyendo que Argentina necesita acuerdos de política de Estado”, ha asegurado desde el escenario, donde no lo acompañaron ninguna de las dos principales figuras del oficialismo: ni el presidente, Alberto Fernández, ni la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, ambos enfrentados desde hace meses y alejados de la campaña. “Traté de dejar lo mejor de mí en esta campaña. Lo hice convencido porque amo profundamente a Argentina. Amo a Argentina casi de la misma manera y con la misma intensidad con la que amo a mis hijos”, ha dicho. “Que vengan las nuevas generaciones. Necesitamos que miles y miles de jóvenes sigan enamorándose de la idea de que este es un gran país”. En Argentina, se abre un escenario desconocido.

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