Cristina Kirchner, la gran ausente de la campaña electoral argentina
La vicepresidenta disputó el poder a Alberto Fernández durante todo su mandato
Uno de los signos del cambio de época que se avecina en Argentina es la ausencia de Cristina Fernández de Kirchner del primer plano de la política. A sus 70 años y con una condena a seis años por corrupción sobre las espaldas, la vicepresidenta se despedirá de la función pública el 9 de diciembre. Será el último día de un mandato marcado por los desencuentros de Kirchner con el presidente, Alberto Fernández, y por una economía que agoniza.
La política más influyente del país ha permanecido en silencio gran parte de la campaña electoral por la presidencia que disputan en segunda vuelta el peronista Sergio Massa y el ultra Javier Milei. Su paso al costado ha dejado el camino libre a Massa para marcar distancias del kirchnerismo, la corriente dominante en el peronismo desde hace dos décadas. En su búsqueda del voto de centro, Massa ha hecho lo posible por despegarse también del Gobierno del que forma parte como ministro de Economía.
Kirchner inició la retirada el 1 de septiembre de 2022, cuando un hombre intentó asesinarla en la puerta de su casa en Buenos Aires de un disparo que nunca salió. A principios de 2023, en la búsqueda de un candidato para el peronismo, Kirchner propuso un nombre propio, Eduardo de Pedro. El ministro de Interior iba a pelear la interna a Daniel Scioli, apadrinado por Fernández. En menos de 24 horas quedó claro que el poder de la dos veces expresidenta (2007-2015) ya no es el que era. Gobernadores provinciales y otros pesos pesados se unieron detrás de Massa y obligaron a que los demás diesen un paso al costado. La excepción fue el dirigente Juan Grabois, al que dejaron competir porque podía acercar un voto progresista que veía con recelo a Massa.
La vicepresidenta mostró un apoyo público sin fisuras al candidato de unidad y esa misma semana compareció junto a él para mostrar la repatriación de uno de los aviones usados durante la dictadura para los vuelos de la muerte, aquel en el que fueron arrojadas vivas al mar tres de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo y dos monjas francesas. Kirchner encabezaba la operación para limpiar puertas adentro la imagen de un cuadro al que el kirchnerismo consideró un traidor durante los siete años en los que Massa rompió el vínculo e hizo política por su cuenta.
Ese período de desencuentro ha sido clave, sin embargo, para el objetivo central del final de campaña: mostrar a Massa como un candidato autónomo, sin condicionamiento alguno por parte de la política que ha disputado el bastón de mando al presidente durante todo su mandato. “Votar a Massa no te hace kirchnerista”, dicen carteles pegados por las calles y viralizados en redes sociales en busca de nuevos apoyos.
Kirchner acompañó a Massa en un acto electoral por última vez a mitad de julio. También han sido contadas las apariciones conjuntas con Fernández e incluso con referentes de la coalición oficialista Unión por la Patria (UxP) con mejor imagen, como el gobernador reelecto de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Massa asegura que, de ser elegido como jefe de Estado de Argentina este domingo, el poder dejará de estar repartido y recaerá sólo sobre él. “Se dio una coalición con reparto de responsabilidades transversales y no verticales”, criticaba Massa en una entrevista reciente con EL PAÍS al hablar sobre el Gobierno de Fernández. “Yo no tuve conflicto en mi ministerio, porque del primero al último funcionario lo decidí yo”, destacaba como contraste.
Kirchner sabe que será así. Bajo una hipotética presidencia de Massa su poder quedaría limitado a un puñado de legisladores, entre los que está su hijo Máximo Kirchner, y a la provincia de Buenos Aires, la más grande del país. Su mayor preocupación viene del frente judicial: la condena por corrupción será revisada por tribunales superiores, pero la justicia avanza además en otras causas contra ella por supuesto lavado de dinero y acusda de encubrir a los iraníes sospechosos del atentado contra una mutual judía que dejó 84 muertos en 1994.
La vicepresidenta reaparecerá hoy ante las cámaras en el colegio electoral de Río Gallegos donde está habilitada para votar. No estuvo en el búnker electoral de UxP la noche de las elecciones primarias el 13 de agosto ni tampoco durante la primera vuelta, el 22 de octubre. Se ausentará por tercera vez este domingo. Como en las anteriores citas electorales, aguardará los resultados en su casa de Río Gallegos, en la patagónica provincia de Santa Cruz.
Tiene previsto regresar a Buenos Aires el lunes y pocos días después volar a Nápoles. Ha sido invitada a la ciudad italiana por la universidad Federico II, donde expondrá sobre los riesgos que enfrenta la democracia. En su discurso sobrevolará el resultado de la elección de los argentinos este domingo.
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