El pase récord de Enzo Fernández, una ventana al caos de las divisas en Argentina
River Plate recibirá unos 25 millones de dólares por la venta de su exjugador al Chelsea de Inglaterra. Obligado a recibir el dinero en una devaluada moneda nacional, el equipo ha abierto el debate sobre la brecha entre la cotización oficial del dólar y la decena de variantes que hay en el país
Enzo Fernández pasó de debutar en primera división a ganar la Copa del Mundo en apenas dos años. Con 22, se ha convertido en el jugador más caro de la historia del fútbol argentino. La semana pasada, el Chelsea de Inglaterra anunció...
Enzo Fernández pasó de debutar en primera división a ganar la Copa del Mundo en apenas dos años. Con 22, se ha convertido en el jugador más caro de la historia del fútbol argentino. La semana pasada, el Chelsea de Inglaterra anunció su fichaje por 121 millones de dólares que se dividirán el Benfica de Portugal y el River Plate de Buenos Aires. El equipo argentino había criado a Fernández en sus divisiones inferiores y, tras solo un año en el primer equipo, lo vendió al equipo portugués en julio de 2022. Terminó haciendo un negocio redondo que se convirtió en un dolor de cabeza. Por el porcentaje de la ficha que le corresponde, River cobrará casi 25 millones de dólares que, si recibiese hoy, valdrían casi la mitad.
Argentina tiene una tortuosa relación con las divisas extranjeras. La brecha entre la cotización oficial del dólar y la decena de cambios paralelos abre los periódicos cada mañana, y la ansiedad por ahorrar en cualquier cosa que no sean pesos nacionales –en una economía que cerró el año pasado con una inflación del 94,8%– alimenta un mercado negro que bulle en la calle y que los argentinos conocen desde niños. Según el Gobierno, un dólar cuesta (esta semana) 196 pesos argentinos, aunque si un ciudadano usa su tarjeta para una compra en el exterior terminará pagando cada dólar a 392 pesos, y si quiere comprar billetes en el mercado informal pagará alrededor de 380. El dólar oficial es prácticamente una ficción, reservada hasta hace poco para saldar importaciones. En julio pasado, el Gobierno otorgaba la cotización oficial a las compañías importadoras, pero acorralado por la falta de divisas, terminó limitando el acceso a dólares para usar sus pocas reservas en cubrir la compra de energía en un mercado golpeado por la guerra en Ucrania.
Argentina, también, obliga a las empresas a liquidar las divisas adquiridas en el exterior al cambio oficial. Por eso, en River Plate fue un alivio saber que recibirán su tajada del pase de Fernández en cuotas. “Terminaríamos de cobrar dentro de cinco años”, contó el presidente del club, Jorge Brito, en una entrevista radial en la que afirmó que el club recibirá un primer pago con el 30% de lo que le corresponde más cuotas que se terminarán de pagar en 2028. “Aspiramos a que los dólares oficiales que vayamos a ir cobrando en los años subsiguientes vayan a tener una brecha menor. O inclusive que no haya brecha y terminen siendo dólares reales que se terminen cobrando en los años siguientes”, dijo Brito, consciente como todo argentino de que, de recibir los 25 millones de dólares ahora, los recibiría en pesos al valor del cambio impuesto por el Banco Central. Si pretendiese usarlos para contratar algún jugador en el extranjero, tendría que usar esos pesos para gastarlos en dólares al cambio del mercado informal, perdiendo casi la mitad de lo que ingresaría inicialmente. Por eso apuesta a futuro: la inflación rampante encarecerá el dólar para la siguiente cuota, y las elecciones presidenciales de octubre podrían terminar en una liberación del mercado de divisas como en 2015, cuando el liberal Mauricio Macri llegó al poder.
Brito ha pedido “herramientas” para que “los clubes para defenderse”, y abrió el debate: “Pedimos que se nos haga una concesión con respecto al dólar porque el fútbol argentino se lo merece”. Así, el país empezó a hablar de un “dólar fútbol”, un tipo de cambio que permitiría a los clubes operar con divisas a un valor más competitivo. No es un pedido formal de los equipos al Gobierno, ni parte de la agenda económica del país. Pero tampoco es una locura pensarlo. Desde que el Gobierno limitó el acceso a dólares para el pago de importaciones, los tipos de cambio diferencial para limitar el acceso a divisas o impulsar su liberación han brotado sin parar. El “dólar Coldplay” fija un tipo de cambio más alto para la contratación de artistas en el extranjero; el “dólar Qatar” impone restricciones a las compras hechas en el exterior; y el dólar turista permite a los extranjeros que llegan al país acceder a un tipo de cambio similar al informal para que sus dólares llenen las arcas del Banco Central en lugar de las casas de cambio clandestinas del centro de Buenos Aires. El Gobierno también ha dado concesiones a las pocas industrias que generan divisas. En septiembre pasado, el Gobierno impulsó un “dólar soja”, una mejora del 32% del precio oficial para las empresas agropecuarias que liberaran sus exportaciones durante ese mes. Más tarde, anunció un “dólar tech”, que les permite disponer libremente de hasta el 30% de sus divisas a las tecnológicas que venden servicios en el exterior y las exime de impuestos sobre el 20% de sus ingresos si realizan inversiones superiores a los tres millones de dólares.
Las restricciones al dólar ya fueron un problema para River en el último mercado de fichajes. Hace unas semanas, el equipo perdió a una de sus estrellas, el colombiano Juan Fernando Quintero, que no renovó su contrato por una brecha entre sus pretenciones económicas y lo que el club podía pagarle: Quintero, residente fiscal en Argentina, debía recibir el pago de su ficha en el país, y el costo al dólar oficial era difícil de asumir por el club. Quintero terminó volviendo a Colombia, pero antes fue tentado por Brasil, que con un poder económico mucho más grande que sus vecinos, se ha estado llevando a todas las estrellas incipientes del fútbol argentino.
Mientras River hace cuentas sobre cuántos pesos podría recibir en los próximos años mientras el dólar oficial se hace más caro, los exportadores de limones, de vino, té y carne, junto al fútbol, también han empezado a exigir sus propios tipos de cambio. Otros equipos le buscan la vuelta a la realidad imperante: en julio del año pasado, mientras el Banco Central restringía el acceso al dólar, el club Banfield anunció la venta de un jugador, Giuliano Galoppo, al San Pablo brasileño. Cobró los ocho millones de dólares de la ficha en bitcoin.
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