St. Pauli, el equipo punk que admira al Che Guevara, a los zapatistas y a Cuba retorna a la élite del fútbol alemán

A lo largo de su historia, el conjunto de la ciudad de Hamburgo, denominado como “el más progresista del mundo”, ha mantenido lazos de amistad y culturales con distintos países de Latinoamérica

Aficionados del St. Pauli despliegan sus banderas antes de un partido, el 12 de mayo.Fabian Bimmer (Reuters)

Parecía un domingo cualquiera, pero no lo era. El ambiente era el habitual en el Millerntor-Stadion, en Hamburgo, con miles de casacas cafés, banderas ondeando con la calavera pirata, otras con el arcoiris —representativa de la comunidad LGBT+—, de Palestina y con el rostro del guerrillero argentino Ernesto Guevara, el Che. Desde el dibujo de un zapatista haciendo una chilena encima de una estrella roja o el mural de dos hombres besándose acompañados de la leyenda “lo único que importa es el amor”, cada pintada en los muros del estadio, que emula a un lienzo de la libre expresión, parecía unirse en el canto con los aficionados que aguardaban impacientes los 90 minutos que marcaran la conclusión del juego.

Con un resultado de 3 a 1 sobre el VfL Osnabrück, ganando cómodamente a su rival, sonó el pitido final. Miles de aficionados eufóricos del St. Pauli invadieron la cancha e hicieron desaparecer el verde césped como una estampida de hormigas. El equipo punk, denominado como “el club más progresista del mundo”, selló su retorno a la élite del fútbol alemán tras 13 años en segunda división.

Un zapatista tirando una chilena pintado en un muro del Millerntor-Stadion en Hamburgo.Cortesía

“No es un lugar para homofobia, fascismo, sexismo y racismo”. Es el lema del Sankt Pauli, que lleva el nombre del distrito donde se ubica en la zona roja de Hamburgo. Sus seguidores son prostitutas, rockeros, poetas, punks, anarquistas y comunistas que, cada fin de semana, exhiben pancartas con cruces esvásticas nazis tachadas con la señal de prohibición. Fue fundado en 1910, pero no fue hasta la década de los ochenta cuando el club inició a acrecentar su leyenda de equipo “antisistema” y “anticapitalista”. Sus uniformes, en los que predomina el color café, emulan la vestimenta de los trabajadores de la época, quienes fueron el núcleo de la institución desde sus inicios. No los patrocina Nike o Adidas, ellos mismos confeccionan su indumentaria bajo la marca “ecológicamente sostenible” DIIY. Asimismo, Los Piratas de la Liga se convirtieron en el primer club en tener un presidente abiertamente gay y militante de la causa LGBT+, el empresario teatral Corny Littmann.

Así como el rechazo al racismo y al fascismo han sido una constante en la ideología del club, también lo fue y es su interés por la labor social internacional, que lo ha llevado a mantener lazos de amistad y culturales con distintos países de Latinoamérica. Uno de ellos fue Cuba, país donde el St. Pauli hizo su pretemporada en 2005. La plantilla de ese año se adentró en la vida cotidiana de la isla, lo que generó simpatía y admiración por las figuras de Fidel Castro y el Che Guevara. Tras varios partidos amistosos, la visita de ese año culminó en un partido amistoso frente a la selección de balompié de la nación antillana.

Seguidores del St. Pauli festejan en la cancha del Millerntor-Stadion en Hamburgo (Alemania), el 12 de mayo.Fabian Bimmer (Reuters)

Esa visita fue la semilla de la asociación Viva con Agua Sankt Pauli, que dirigió el jugador Bejamin Adrion tras su retiro. El proyecto, financiado por el club e hinchas en Hamburgo, construyó 150 bombas de agua para las escuelas en La Habana, que posteriormente continuaría expandiéndose por otros países del mundo para promover campañas para el acceso al agua potable.

“La revolución, al menos la futbolera, no puede producirse en un solo país. Es por ello que en esta larga batalla internacionalista, los miembros y simpatizantes del Sankt Pauli han llegado a dar muestras de fraternidad inimaginables en el ámbito del deporte. En la década de 1980, varios jugadores del equipo se alistaron en las Brigadas de Solidaridad con la Revolución Sandinista y viajaron a Nicaragua para dar su apoyo al proceso dirigido por Daniel Ortega y Tomás Borge”, cuenta el periodista Mariano Schuster en un artículo.

Banderas del St. Pauli en una cancha de fútbol en Ciudad de México.Cortesía

Música y “fútbol rebelde”: la relación del conjunto pirata con México

Otro movimiento con el que el St. Pauli simpatizó a lo largo de los años fue con el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en México, a la cabeza del subcomandante Marcos. En 2021 se produjo un evento de balompié, apoyo y solidaridad con las comunidades indígenas del Estado de Chiapas. En el marco del viaje que realizó una comitiva del EZLN por Europa, en un intercambio directo con los movimientos sociales y de izquierda del viejo continente, el club pirata recibió a esta delegación para un partido amistoso y un intercambio sobre el “fútbol rebelde”.

Aficionados del St. Pauli durante un derbi entre su equipo femenil y el del Hamburger SV, en 2023.Axel Heimken (Getty Images)

La filial femenina del conjunto pirata recibió al plantel zapatista de Ixchel Ramona, conformada por milicianas. El nombre del equipo mexicano proviene de la mitología maya, de la diosa del amor y la medicina, y como un homenaje a la comandante Ramona, una veterana formada en la teología de la liberación y que fue la primera zapatista en salir del territorio rebelde rompiendo el cerco del Ejército en 1996.

“Que el equipo Ixchel Ramona de 36 mujeres indígenas y milicianas pueda alcanzar los campos deportivos en países europeos tiene un doble mensaje simbólico: la fraternidad con otras compañeras y el ejemplo del trabajo en equipo desde la disciplina militar. Es decir, no sólo se trata de ‘deportistas’, sino de quienes han entrenado en montañas y selvas para integrar el trabajo colectivo”, afirma el antropólogo Juan Trujillo Limones en un texto de opinión.

La relación del St. Pauli con México también se ha dado a través de la música. El club mantiene una relación fraternal con la banda de ska Panteón Rococó, quienes en una de sus giras por Alemania, a través de Missael Oseguera —saxofonista de la agrupación—, notaron la filosofía de la institución basada en el lema “ama Sankt Pauli, odia al racismo”, y comenzaron a hacerse cercanos. Para su centenario del club, invitaron a los músicos a realizar una versión de Das Herz Von St. Pauli (el corazón de St. Pauli), de Hans Albers, cantada en alemán y español, con la que cerraron el concierto conmemorativo hace 14 años en Hamburgo y con la que celebraron el ascenso de categoría del club, a través de sus redes sociales, el pasado domingo.

“Yo de St. Pauli. Yo soy un hincha. Antifascista de vocación. Y los colores de mi bandera, de Bleiben Mains, de la unidad, la calavera que significa que por dentro somos igual”, dice un fragmento de la versión interpretada por Panteón Rococó.

El club tiene registradas más de 530 clubes de fans en todo el mundo. Existen sedes en Argentina, Colombia y México, con el FC St. Pauli Bloque México. Javier Saldaña Izquierdo, de 36 años, es seguidor del club desde hace 14 años, cuando un amigo le hizo escuchar la canción de Panteón Rococó dedicada al St. Pauli. El pasado domingo, por la diferencia horaria, estuvo siguiendo el partido desde las cinco de la mañana. Para cuando cayeron el segundo y tercer gol, admite, lloraba de felicidad, mientras festejaban el ascenso del club de sus amores, a pesar de que los vecinos los regañaron por la bulla que hacían temprano en la mañana.

Investigó más sobre la institución y se convirtió en un seguidor más. “Esta ideología de dirigirnos con amor y que no haya superioridad de ningún sentido. Que nos ayudemos en las generalidades, porque somos iguales, sin importar colores, es lo que a mí me ha hecho pues cambiar, deconstruirme y vivir basado en este pensamiento”, cuenta.

Javier Saldaña Izquierdo (penúltimo de izquierda a derecha) junto con otros integrantes del bloque mexicano del St. Pauli antes de regalar balones de fútbol en un evento de caridad en Tlatelolco (Ciudad de México).Cortesía

A partir del ejemplo del conjunto pirata, basado en sus estatutos, han tratado de “tropicalizar” los ideales del club a partir de los problemas que existen en México y se han puesto a trabajar con distintos proyectos, desde apoyar a niños, niñas y adolescentes en situación de calle con la práctica de deportes como box y artes marciales mixtas; o apoyar a una casa de apoyo a migrantes, que se encuentran en tránsito para tratar de llegar a EE UU, con ayuda médica y psicológica, entre otros proyectos solidarios. Aunque lejos de Hamburgo, en otro continente, los valores se mantienen. “Nos enamoramos del St. Pauli por la inclusión y por la horizontalidad de la comunidad. Creemos que otra sociedad es posible, siempre y cuando todos nos mantengamos hombro a hombro ayudándonos”, concluye.

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