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La lucha para defender tierra yanomami, en imágenes

La minería furtiva ha resurgido en el último semestre, tras la retirada de las Fuerzas Armadas, advierten las autoridades ambientales

Una mujer mete una rama a un hormiguero para recolectar hormigas, que luego comerán, el 10 de enero en Auaris, un poblado y base aérea en tierra yanomami. Un año después de que Lula da Silva declarara una crisis humanitaria entre los yanomami, las autoridades medioambientales advierten que la retirada de las Fuerzas Armadas pone en riesgo el progreso logrado: alrededor del 80% de unos 20 mil mineros furtivos habían sido expulsados del territorio yanomami protegido. UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Oro confiscado por el Grupo de Inspección Especial del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) luego de una operación contra una mina ilegal, el 7 de diciembre en Bõa Vista (Estado de Roraima).UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Muchas minas ilegales, como ésta, utilizan chorros de agua a presión para excavar el oro. Esta mina se encuentra a la orilla del río Couto de Magalhaes y la destrucción que causó no sólo se debe a las fosas de 5 metros de profundidad que cavaron, sino al lodo contaminado que se extrae y vacía en las aguas puras del río.UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Un niño yanomami es alimentado con arroz y farofa (mandioca rayada) mientras es tratado en el centro de salud de la base aérea de Auaris. El año pasado, de acuerdo al Gobierno, 308 yanomami murieron de enfermedad, malnutrición y violencia el año pasado. El 50% de las muertes fueron de infantes menores de 4 años.UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Felipe Finger (derecha), jefe del grupo especial del Ibama, usa equipo de visión nocturna para detectar a los 'garimpeiros' (el nombre que se le da comúnmente a los mineros furtivos), que ahora hacen turnos nocturnos. "Es una guerra porque hay gente que está muriendo. Cientos de Yanomamis han muerto en esta crisis humanitaria, y ellos también son brasileños", dice Finger.UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Un niño indígena carga una canasta al cruzar una pista aérea oficial. La Amazonia está plagada de pistas de aterrizaje ilegales para operaciones mineras. Oficiales del Ibama han advertido que el Ejército dejó de llevar combustible a las bases aéreas en territorio yanomami, limitando su operación; que la Fuerza Aérea no estableció una zona de restringida para el vuelo, a pesar de las órdenes del presidente Lula; y que la Marina no ha hecho suficiente para evitar que los 'garimpeiros' transporten maquinaria y provisiones por los ríos.UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Un minero furtivo es detenido por un agente del Ibama, el 5 de diciembre, en tierra yanomami.UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Un motor usado para dragar el suelo y extraer el oro es quemado en una operación del Grupo de Inspección Especial del Ibama, el 6 de diciembre. Prender fuego a los equipamientos colocados en medio de la selva es la práctica más habitual, ante las dificultades de desplazarlos. El año pasado se destruyeron 39 avionetas, 550 motores, 88 balsas, 52 barcos y más de 5.000 metros de mangueras de extracción, lo que da una idea del tamaño del problema. UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Una mujer yanomami en un refugio para los enfermos en la base de Auaris, el 10 de enero. El chamán Davi Kopenawa, cuyo activismo fue clave para la creación del territorio yanomami protegido, ha declarado que "la mayoría de los mineros se habían ido, pero ahora han vuelto". UESLEI MARCELINO (REUTERS)