Condenar el autoritarismo y dejar espacio para las palabras
La escritora Laura Restrepo cancela su participación en el Hay Festival como forma de protesta ante la invitación a María Corina Machado. Pero, ¿cómo enfrentar el autoritarismo, hasta dónde llega la libertad de expresión, cómo se defienden los principios?
Muchas reflexiones me genera la decisión que ha tomado la gran escritora Laura Restrepo al cancelar su participación en el Hay Festival. Lo hace porque rechaza la presencia en el evento ...
Muchas reflexiones me genera la decisión que ha tomado la gran escritora Laura Restrepo al cancelar su participación en el Hay Festival. Lo hace porque rechaza la presencia en el evento de María Corina Machado, galardonada con el Premio Nobel de Paz. Argumenta la escritora que la líder opositora venezolana es “activa partidaria de la intervención militar de Estados Unidos en América Latina”.
Hay en esta decisión varios asuntos de fondo que vale la pena analizar. Tienen que ver con la libertad de expresión, con las opiniones que defienden posiciones extremas que pueden violar derechos de otros, con la importancia de defender principios y con el derecho a manifestarse de distintas maneras frente a los abusos. Son tiempos complejos para los debates de ideas y es cuando más se requiere escuchar, decantar, aportar palabras.
Entiendo y comparto la preocupación de Laura Restrepo ante la amenaza de intervención ilegal de Estados Unidos en la región. No se pueden tolerar ni aceptar esas intervenciones que se hacen sin ningún respeto por las normas internacionales ni el DIH. Se deben rechazar con absoluta contundencia todos los abusos de Donald Trump, incluyendo los asesinatos en el Caribe y el Pacífico con el argumento de la guerra contra las drogas. No se pueden aceptar sus amenazas constantes de una intervención militar abierta en la región. De la misma manera hay que condenar otros hechos como el genocidio en Gaza o la intervención de Putin en Ucrania.
Son justos, por otra parte, los llamados que se hacen en el mundo para que retorne la democracia a Venezuela, un país golpeado por un Gobierno ilegítimo que se perpetúa en el poder. ¿Cuál es el camino para lograrlo? ¿Se valen todos los recursos? Creo que la intervención militar ilegal no es la fórmula porque cuando todo vale la democracia pierde. Es eso justamente lo que hoy está en juego: el quiebre total de los acuerdos, de las normas, del respeto a los otros. Se entiende el dolor que han vivido miles de venezolanos expulsados al exilio, detenidos, amenazados, desplazados. Se entiende la extrema urgencia de encontrar una salida. Lo deseable es encontrar caminos pacíficos que no violen derechos ni acuerdos internacionales. Por eso sorprendió a muchos que dedicara el premio Nobel de Paz a Donald Trump, quien viene amenazando con una salida militar.
En un momento crítico como este me pregunto si no es bueno dejar un espacio para la palabra, para la discusión, para escuchar incluso a quienes tienen ideas radicalmente opuestas a aquellas que creemos justas. Como principio general apuesto por el diálogo y el respeto por las distintas opiniones. Entiendo, sin embargo, que no todas las opiniones son igualmente respetables. Hoy algunos “opinan” que se debe borrar del mapa a alguien, dar bala al contrario, que las mujeres son inferiores o que se vale invadir países. No, no todas las opiniones son respetables porque algunas promueven delitos y mensajes de odio. Más allá de eso, defender los espacios de diversidad de pensamiento es crucial porque la democracia se alimenta de la diferencia y porque debemos hablar de las alternativas para enfrentar a quienes abusan del poder.
Laura y otros escritores que también cancelaron su invitación están en su derecho de expresar su descontento por una invitada y no asistir a un evento. Al hacerlo convierten su declaración en una potente manifestación política que es válida y necesaria para poner el tema en la agenda pública. Es una actitud valiente convertir este momento en una declaración de principios contra una intervención militar extranjera y los abusos de poder. La decisión de asistir o no, por otra parte, es personal e intransferible. No condeno a quienes cancelan su participación ni a quienes asisten al evento.
El Hay Festival es un escenario de intercambio de ideas. Los mayores protagonistas son los escritores y allí también se dan cita periodistas, analistas, líderes de distintas áreas y las charlas abarcan muchos de los debates del momento en el mundo. La política siempre ha estado presente de una o de otra manera, se quiera o no. Recuerdo al escribir esto un episodio en el Hay Festival en enero del 2022 (Gobierno Duque), cuando en una conversación con los colegas Daniel Coronell, Daniel Samper Pizano, Daniel Samper Ospina y Ana Bejarano llamamos la atención por un anuncio previo a la charla, en el cual se advertía que como había dineros públicos en la financiación del evento los asistentes debían abstenerse de cualquier pronunciamiento proselitista. Tuvimos en ese momento la sensación de que había un tufillo de censura en el aviso y por eso lo hicimos evidente. La política ha estado ahí, en esas conversaciones. Si el Hay Festival hizo bien o no en invitar a María Corina, una dirigente política activa, a un evento que se convoca alrededor de la literatura y el arte, es otro debate.
Escribo esto desde un potencial conflicto de interés porque estoy invitada a participar en el Hay Festival en su versión en Jericó, Antioquia. Hasta este momento mi decisión es asistir porque siempre he defendido los espacios para el diálogo diverso. También he manifestado en esta y en otras columnas mi opinión en contra de los líderes autoritarios que amenazan la democracia. Cada persona elige cómo manifestarse, cómo expresar su descontento o preocupación ante los inmensos retos que vivimos. Por mi lado, mientras haya posibilidad de palabras, dejo espacio a las palabras. No obstante, valoro el compromiso de quienes consideran que hay momentos en los que se deben tener gestos de mayor relevancia desde posiciones de liderazgo y visibilidad. Para Laura mi respeto y admiración siempre.