Petro busca imponer su relato sobre la toma y retoma del Palacio de Justicia
El presidente ha dedicado más tiempo a desmentir relatos negativos sobre sus excompañeros en armas que a asumir una responsabilidad por la violencia que desencadenó hace 40 años el grupo del que fue miembro
El presidente Gustavo Petro se considera a sí mismo un gran comunicador, y hay un relato del que no piensa perder el control: su versión sobre lo que ocurrió hace 40 años en lo que se conoce como la toma y retoma del Palacio de Justicia, uno de los episodios más violentos de la violenta historia política de Colombia. Su voz es clave porque el ahora mandatario fue miembro de la guerrillera que hizo dicha toma, el M-19. Varios de sus entonces compañeros decidieron tomarse el Palacio y secuestrar a los magistrados de las altas cortes para, decían, “juzgar” al entonces jefe de Estado, Belisario Betancur. Lo acusaban de traición en un accidentado y agonizante proceso de paz, y buscaron un golpe de opinión. Pero la acción terminó siendo un sangriento enfrentamiento con el Ejército, que atacó las instalaciones con armas pesadas, e incluso tanques de guerra. Murieron casi 100 personas y al menos 11 quedaron desaparecidas. Petro ocasionalmente habla de la “historia oficial mentirosa” sobre la toma. El presidente es poco crítico a su antiguo movimiento, que se desmovilizó en 1990, y muy insistente en imponer su propio relato que, como jefe de Estado, es ahora historia oficial.
“Para quienes tienen aún la historia oficial mentirosa en la mente sobre la toma del Palacio, esos restos son una prueba total en contra”, dijo cuando las autoridades encontraron en una fosa común, en diciembre del 2024, los despojos de uno de los guerrilleros que fue clave en la toma, Guillermo Elvencio Ruiz. Para Petro lo clave no era su participación en un evento capital, sino desmentir la teoría de que siguiera vivo, como un aliado de Pablo Escobar, oculto por décadas. Detrás está el señalamiento al M-19 de haber hecho la toma por orden del capo. Al contrario, señaló el presidente, su antiguo camarada resistió un secuestro y la tortura en manos del narcotraficante. Anunció que se busca a su familia y “si no se encuentran, le solicito a los excombatientes del M19 organizarse para darle sepultura al que fue fiel a su consigna ¡Vencer o morir!”.
El presidente no ha tenido problema en reivindicar otros antiguos símbolos del M-19 en los tres años de su Gobierno: declaró patrimonio el sombrero del último comandante en jefe, Carlos Pizarro, asesinado en 1990 después de dejar las armas; y enarboló en varios eventos públicos la bandera de la entonces guerrilla. Ha glorificado en discursos públicos la espada del libertador Simón Bolívar, que el M-19 robó en 1974 en su primera acción y luego guardó por varias décadas. En la versión oficial de la antigua guerrilla, como en la del ahora Gobierno, aquello no fue un robo: fue la forma de “recuperar” la espada para el pueblo.
Menos tiempo ha dedicado el presidente a pensar en delitos del M-19, como secuestros, purgas internas, o el asesinato del líder sindical José Raquel Mercado. Pero ningún crimen ha sido tan grave para el antiguo movimiento como lo ocurrido en el Palacio de Justicia hace 40 años.
Lo postura polémica del presidente, reivindicando la imagen de los militantes del ‘eme’ que estuvieron en la toma, ha cobrado más relevancia esta semana, cuando ha insistido que no fueron sus antiguos compañeros de lucha quienes asesinaron al magistrado Manuel Gaona, como afirma la mayoría de la familia del fallecido. “Ningún magistrado, de acuerdo al examen forense que hizo la justicia, tiene disparos provenientes de las armas que eran del M-19”, afirmó Petro en X. También aseguró que sobrevivientes de la toma y la retoma afirman que Gaona salió vivo del Palacio, escoltado por el Ejército.
Es el mismo caso del magistrado Carlos Urán, de quien hoy se sabe que fue asesinado por los militares fuera del Palacio, y que hubo magistrados que murieron adentro por balas disparadas por el Ejército. Pero la justicia no ha establecido lo mismo con Gaona. Un sobreviviente, el abogado Gabriel Salom, afirmó a la llamada Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio que fue el M-19 quien le disparó al magistrado Gaona cuando este salió del baño entre el segundo y tercer piso, y se opuso a ser carne de cañón entre los armados y el ejército. “Acaben con estos tal por cuales”, recuerda Salom sobre lo que pidió el comandante Andrés Almarales sobre Gaona, cuando este no quiso seguir caminando a una zona donde el ejército podía dispararle. “Gaona lo mata un guerrillero intencionalmente”, añadió ante las dudas.
Pero en el relato del presidente, sin embargo, Gaona solo cuaja en su versión de la historia si fue asesinado por el Ejército porque llevaba en sus manos casos judiciales contra los militares, entre otros expedientes. Lo clave para él es que, en ese relato oficial, quede muy lejos la tesis de que el ‘eme’ en realidad estaba aliad con Pablo Escobar para frenar una ponencia que permitiría la extradición de narcotraficantes. Otro ejemplo de su insistencia llegó el año pasado cuando Helena Urán, hija del magistrado Carlos Urán, entrevistó a un exagente de inteligencia que detalló cómo la fuerza pública asesinó a varios magistrados, como su padre, que llevaban casos contra altos generales.
“Esta entrevista de Helena Urán con el agente de inteligencia Dorado es histórica. Muestra que la verdad oficial sobre el Palacio de Justicia es mentira”, dijo Petro. “El gobierno tuvo que inventar una historia “oficial” que propagó sobre sobornos al M19, solo para ocultar que decidieron matar a los magistrados porque estos estaban iniciando los procesos contra la cúpula militar”, afirmó en otro momento.
La actitud del presidente difiere de la actitud que han tenido otros miembros del M-19 que se desmovilizaron. Otty Patiño, quien ha sido comisionado de paz de Petro, hizo unas disculpas públicas en 1994, solo cuatro años tras la desmovilización. “Pido perdón por las heridas que causamos a las víctimas de los hechos del Palacio de Justicia“, escribió en una carta pública. También lo hizo ese mismo año Antonio Navarro Wolf, cuando era alcalde de Pasto, y más adelante en el 2015, tras trabajar en la alcaldía de Petro en Bogotá. ”Sin haber sido participante directo o indirecto de los hechos, pido perdón una vez más a nombre del M-19 por los hechos tan graves de noviembre del año de 1985″, afirmó.
Si bien Petro ya se ha referido a lo ocurrido en el Palacio como una ‘torpeza’, ha sido más fuerte su megáfono cuando defiende a quienes estuvieron en el Palacio, ya sea para decir que no asesinaron a Gaona o para insistir que no eran amigos de Escobar. Una disculpa no ha hecho, por ahora, parte de su gran relato.