Colombia, ¿quién queremos ser?
Los planes en las compañías, como en los gobiernos, sirven de ancla a funcionarios que mentalmente los necesitan, pues pueden ver una estrategia “flotante y emergente” como un elemento débil para fijar la atención de sus gerentes
Aunque no pretendo hacer una revisión exhaustiva del estupendo libro Colombia Ganadora, de Alejandro Salazar, quería hacer algunas notas al respecto, entendiendo que viene de su exitosísimo La Estrategia Emergente (EE) de 2020.
Empiezo por subrayar ciertos parámetros esenciales de cualquier ejercicio de estrategia: Salazar llama estrategia emergente a la muerte del Plan Estratégico. No sin razón, pues los dichos planes estratégicos anclan a las organizaciones, y ni se diga a los gobiernos, así estos últimos los necesiten más que las compañías para darse alguna dirección en...
Aunque no pretendo hacer una revisión exhaustiva del estupendo libro Colombia Ganadora, de Alejandro Salazar, quería hacer algunas notas al respecto, entendiendo que viene de su exitosísimo La Estrategia Emergente (EE) de 2020.
Empiezo por subrayar ciertos parámetros esenciales de cualquier ejercicio de estrategia: Salazar llama estrategia emergente a la muerte del Plan Estratégico. No sin razón, pues los dichos planes estratégicos anclan a las organizaciones, y ni se diga a los gobiernos, así estos últimos los necesiten más que las compañías para darse alguna dirección en el gasto. Hoy en la OCDE solo Colombia, México y Corea del Sur tienen dichos planes. Pero conociendo al Estado desde adentro, y desde los niveles departamental y municipal, no sé qué seríamos sin dichos planes para orientar a los gobernantes… aunque esto sea antes de preguntarnos quién queremos ser, que será una pregunta que también valdrá la pena hacer desde los departamentos hasta el más pequeño municipio.
En términos de las compañías, hace ya más de 25 años que el Plan Estratégico de los años ochenta y noventa murió en la robusta academia de la estrategia por una razón, más allá de la semántica: “Como no está en el plan, no se hace”, y sus variantes: el “Plan Estratégico” ofrece por sus términos algo grandiosos poca vulnerabilidad que lo hace más difícil de debatir. Y ahí surge la EE como prueba final, contrariando de paso también el dilema del innovador de Christensen.
Ahondando un poco más, A.G. Lafley, —el superlativo CEO de Procter and Gamble— con Roger Martin, el exdecano de Rotman el BSchool de la Universidad de Toronto, critican el plan estratégico como (parafraseo) “en su gran detalle no necesariamente aportante de elementos diferenciadores que son esenciales en una estrategia”.
En ocasiones, los planes en las compañías, como en los gobiernos, sirven de ancla a funcionarios que mentalmente los necesitan, pues pueden ver una estrategia “flotante y emergente” como un elemento débil para fijar la atención y el rumbo de acción de sus gerentes y sus organizaciones. No creo, como dice Salazar determinantemente, que nunca hayan servido para nada, pero hay que hacer caso cuidadoso a los puntos expuestos arriba.
Lo más valioso de la reflexión de Salazar es que se integra de manera esencial al ejercicio estratégico, que debe comenzar siempre por definir las aspiraciones que nos guiarán hacia el triunfo. ¿Qué país quiere ser Colombia de aquí al 2100? Salimos hace 25 años de la probabilidad de un Estado fallido, pero ¿queremos ser relevantes en Nola (el norte de Latinoamérica)? ¿Cómo es la potencia económica que podemos crear? Esta es la pregunta más valiosa que se hace Salazar, y que nadie ha hecho desde un plano teórico tan sólido. Es una pregunta básica que se haría cualquier organización o hasta cualquier niño de ocho años. Además, porque rebasa la susodicha eterna retórica política y nos pone en el terreno de “ganar el Mundial”, ya no en términos futboleros, sino de estrategia de país: jugar para ganar en competencias productivas de sus compañías y sus colaboradores, en la difícil esquina donde se cruzan la diferenciación y la relevancia. Y para mí esto no deja de incluir temas como la erradicación del hambre y la pobreza.
Salazar critica el tamaño del Estado Colombiano, aunque no es tan grande pero sí terriblemente ineficiente, por lo menos en dos áreas de alto gasto, pero cruciales para el funcionamiento de la sociedad: la justicia y la educación pública. Eso a pesar de los grandes esfuerzos que hacen los jueces y los maestros. Ni se diga la postura de las cortes en la defensa de la Constitución y la democracia en los últimos años.
La pregunta que hay que hacer es ¿alguien ha planteado cuáles deben ser la metas de reducir la impunidad en alguno de esos planes? Es una pregunta además válida para la Fiscalía. O, ¿cuál debe ser el nivel de pruebas Saber promedio en el siguiente Gobierno, y qué dinero se va a invertir en la calidad de la educación pública para ello? ¿Qué compromisos se establecen para estos objetivos con cada uno de los 22.000 rectores cada año, y cómo lo van a lograr?
Así mismo, ¿cómo se mide la eficacia y la eficiencia de cada entidad estatal? Obvio, ningún país desarrollado tiene una calidad baja en su educación pública, ni tampoco unos niveles de impunidad como los nuestros. Lo crítico del Estado, como bien lo dice Salazar, es que dentro de muchos parámetros deje hacer y apoye muchísimo el STEM en todas sus formas.
El Plan Salazar emula con cierta profundidad La ventaja competitiva de las naciones (Porter, 1990) aplicada a Colombia, primero que todo incluyendo el famoso diamante e identificando algunas áreas de éxito de la estrategia emergente: los servicios exportables de sistemas o en la fabricación de motos siendo el noveno país de ese mercado en el mundo. Pero Salazar deja nuestras riquezas físicas más grandes a un lado: el agua, la biodiversidad y la subutilización de la tierra, dado además que el siglo XXI se ha declarado como el de la biología (en oposición, el XIX de la química y el XX el de la física). O incluso el enorme espíritu empresarial y la resiliencia del colombiano, además de sus capacidades gerenciales que hoy lo distinguen por todo Nola. Son “where to play” muy grandes para no sugerir que la estrategia emergente juegue allí su rol.