De crisis climática y fantasmas en la ducha

Ante el racionamiento de agua y sombras de apagón que afectan directamente la vida diaria de millones de personas se empieza a buscar culpables y saltan preguntas sobre cómo llegamos hasta aquí

Vista de la Laguna de Chingaza, la principal fuente de agua de Bogotá, en el Parque Nacional Natural Chingaza, Colombia, el 19 de marzo.Ivan Valencia (AP)

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Hoy justamente vamos a hablar del racionamiento de agua, que no solo ha afectado a casi toda Bogotá, sino que se ha extendido a al menos el 25% de los municipios de Colombia. Sí, aunque la falta de agua en la capital se ha llevado los reflectores ―con lógica porque ahí viven siete millones de personas―, la realidad es que desde hace tres meses otros municipios,...

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¡Buenos días lectores, un saludo a toda la gente bañada y no bañada!

Hoy justamente vamos a hablar del racionamiento de agua, que no solo ha afectado a casi toda Bogotá, sino que se ha extendido a al menos el 25% de los municipios de Colombia. Sí, aunque la falta de agua en la capital se ha llevado los reflectores ―con lógica porque ahí viven siete millones de personas―, la realidad es que desde hace tres meses otros municipios, 273 para ser más específicos, han enfrentado desabastecimiento de agua. De acuerdo con la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhammad, actualmente hay 82 municipios donde la gente está racionando el agua.

Ante una situación que afecta tan directamente la vida diaria de millones de personas se empieza a buscar culpables y saltan preguntas sobre cómo llegamos hasta aquí. El primero que aparece es El Niño, el fenómeno que se ha extendido más de lo esperado y, para el caso de Bogotá, la disminución paulatina del embalse de Chuza (en el parque natural Chingaza) en los últimos tres años. Pero, si se va más al fondo, emergen otros hechos que condujeron a este momento crítico. Según Muhammad, “la sobreurbanización, el incremento de la demanda y la deforestación del bosque andino crearon esta tormenta perfecta para que el ciclo hídrico se interrumpa y con condiciones de cambio climático y fenómeno de El Niño hayamos llegado al racionamiento en Bogotá”.

En otras palabras, el tan famoso fantasma de la crisis climática ya no es tal, existe y está ahí en el agua que hay que racionar. Se ha hecho cuerpo en la ducha.

Con la crisis hídrica, por supuesto, han aparecido literalmente otras sombras, unas que recuerdan una vez más los años noventa. Desde distintos sectores, se comienza a hablar también de “posibilidad de apagón energético”. El director ejecutivo de la Asociación Nacional de Generadores de Energía (Andeg), Alejandro Castañeda, ha dicho que, si no llueve en los próximos días, tendrían que empezar cortes programados “para evitar un mal mayor”.

El Gobierno de Petro ha dicho que espera que no ocurra y suspendió la exportación de energía a Ecuador. “Siento mucho por el pueblo ecuatoriano que comience el racionamiento eléctrico en su país”, escribió en X. “Mi compromiso con el presidente Lasso fue proveer el servicio hasta que no se pusiera en peligro la misma estabilidad eléctrica de Colombia”, tuiteó junto a una foto de un ecuatoriano sin energía.

Hoy más de uno en uno de los países más católicos de América Latina anda rezando para que llueva y suban los embalses. El presidente, por si alguien dudaba, ya advirtió que él no es dios.

“¿Tengo en mis manos hacer caer las lluvias para elevar los embalses? ¿Será que conspiro con el cambio climático, al cual llevo más de una década explicando a la opinión pública sin que las personas como tú prestaran algo de atención?”, le respondió Petro al excongresista Juan Manuel Galán. El político (hermano del alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán) dice que el Gobierno solo espera que los embalses bajen al nivel crítico del 27% “para declarar el estado de emergencia y expedir decretos legislativos, entre ellos la convocatoria a una asamblea nacional constituyente”.

Amanecerá y veremos. Ojalá con mucha lluvia.

Irene Vallejo, en Bogotá, el 15 de abril de 2024.CHELO CAMACHO

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