Los 50 años del robo de la espada de Simón Bolívar cometido por el M-19: “Es una reivindicación de la paz”
El arma del Libertador, símbolo de la guerrilla a la que perteneció Gustavo Petro y protagonista de su instalación como presidente, estará expuesta al público hasta el 30 de enero en el Museo Quinta de Bolívar en Bogotá
En la tarde del 17 de enero de 1974, un comando de cuatro hombres liderados por Álvaro Fayad robó la espada, los estribos y los espolines de Simón Bolívar, el libertador de seis países de América. Estaban guardados en una urna de vidrio en el Museo Quinta de Bolívar, una casa colonial en el centro de Bogotá. Con ese acto simbólico y mediático que le dio la vuelta al mundo nació el ...
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En la tarde del 17 de enero de 1974, un comando de cuatro hombres liderados por Álvaro Fayad robó la espada, los estribos y los espolines de Simón Bolívar, el libertador de seis países de América. Estaban guardados en una urna de vidrio en el Museo Quinta de Bolívar, una casa colonial en el centro de Bogotá. Con ese acto simbólico y mediático que le dio la vuelta al mundo nació el M-19, la guerrilla urbana a la que perteneció por muchos años el hoy presidente de Colombia, Gustavo Petro. En la tarde de este miércoles, 50 años después, el Gobierno conmemoró el hecho histórico con actividades, conversatorios y exposiciones que culminaron en la devolución de la espada a la casa de donde se la robaron. Tras ese retorno, la espada estará expuesta al público allí hasta el 30 de enero.
El ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, Juan David Correa, inauguró los eventos de conmemoración con un breve discurso en el Museo Nacional: “La espada es un símbolo fundacional del M-19, pero no comienza ni termina con ese acto. Nos habla de un sueño republicano que tuvo un hombre hace más de 200 años”, dijo en medio de aplausos de muchos exmilitantes de esa guerrilla, que firmó la paz, entregó las armas y fue un actor clave en la creación de la Constitución del 1991. “El M-19 le cumplió a la sociedad. En estos actos no hay una reivindicación de la violencia, sino de la paz”, continuó Correa.
Para el ministro, abrir el diálogo histórico sobre el significado de la espada de Bolívar es una oportunidad para propiciar espacios de reflexión y diálogo sobre el aporte de los museos en la construcción de una cultura de paz. “El país necesita un acuerdo nacional, como hoy lo propone el presidente Petro, y como lo propuso en su momento Jaime Bateman, comandante del M-19″. Al terminar el evento, en diálogo con los medios, Correa insistió en el propósito de la conmemoración: “Invitamos a tener una discusión sobre la paz, no para ponernos de acuerdo, sino para que haya una mayor complejidad en el relato. La espada representa no solo lo que ocurrió hace 50 años con el M-19, también simboliza la creación de esta República”.
Después de la intervención del ministro, hubo un conversatorio sobre el proceso de “recuperación” de la espada en el que participaron la senadora del Pacto Histórico María José Pizarro —hija del asesinado líder del M-19 Carlos Pizarro, que llevó a esa guerrilla a la paz—; la jefa negociadora del Gobierno con el ELN y exmilitante del M-19, Vera Grabe; y el alto comisionado para la Paz y compañero suyo en armas, Otty Patiño. Grabe recordó entre risas que ella participó sin saberlo en el robo de la espada. “Estudiaba en la Universidad de Los Andes y cuando salía de clases bajaba a la Quinta de Bolívar a hacer inteligencia para la guerrilla. Pero nunca supe que era para el robo de la espada, hasta que ocurrió”, recordó quien fuera la única mujer en el comando central del M-19. Patiño se refirió a la importancia histórica del robo: “Sacar la espada de la Quinta de Bolívar fue darle vigencia plena a un instrumento, a un símbolo del Libertador, y al Libertador mismo. El M-19 resignificó una dimensión revolucionaria y latinoamericana de Bolívar”.
Esta idea de un Bolívar revolucionario, que buscó la unidad latinoamericana y la independencia frente a la colonia española, quedó plasmada en textos suyos como la Carta de Jamaica y ha sido reivindicada varias veces por Petro. De hecho, su primera orden tras ser posesionado como presidente el 7 de agosto de 2022 fue mandar a traer el arma, convertida en símbolo de la rebeldía y las posibilidades de que triunfen las revoluciones, a la Plaza de Bolívar: “Como presidente de Colombia, le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar, una orden del mandato popular”, dijo esa tarde. Una vez un escuadrón de soldados ataviados de gala ejecutó la orden del exguerrillero convertido en su jefe, fue la senadora Pizarro la encargada de entregarle la espada. Era el bautizo del primer gobierno de izquierda en décadas.
Un año y medio después, Pizarro recordó que, cuando tenía 13 años, en 1990, ella y otros hijos de exguerrilleros del M-19 le entregaron la espada al Gobierno de César Gaviria como un gesto de paz. Era, de nuevo, un gesto cargado de significados. Era la generación de la paz refrendando el fin del conflicto. En su cuenta de X, Pizarro publicó una foto con una réplica en plata de la espada en miniatura que ella misma hizo: “Esta imagen es una réplica de la espada de Bolívar que elaboré con mis manos en el año 2007 para la exposición: “Ya vuelvo’. Carlos Pizarro, una vida por la paz. La conservo como símbolo de lucha y memoria”. Para ella, la espada es símbolo de lo que no debemos olvidar: “La construcción de la paz, la soberanía, la integración, identidad y unidad latinoamericana, la reconciliación nacional”.
En contraste con esa reivindicación de la paz y la concordia, varios sectores de la oposición criticaron los actos de conmemoración. La senadora del derechista Centro Democrático Paloma Valencia escribió en su cuenta de X: “Es muy abusivo de este Gobierno utilizar el poder para celebrar la exigencia de un grupo terrorista como el M-19. Es una vergüenza que pretendan celebrar el robo de la espada de Bolívar y exaltar la memoria de terror del secuestro, el asesinato de líderes sindicales y la toma del Palacio de Justicia. Todo es un horror que debe ser repudiado. La lucha armada es y seguirá siendo inaceptable. La violencia jamás debe ser exaltada”. María Fernanda Cabal, también senadora uribista, expresó su rechazo a los eventos: “El montaje para hacer ver como un “acto revolucionario” el robo de la espada de Bolívar, las declaraciones de Carlos Lehder y la deshorna que pretenden sobre el general Arias Cabrales configuran la estrategia para reescribir nuestra historia”.
Tras las conmemoraciones y el debate, en dos semanas la espada adornada con un escudo en relieve de la Gran Colombia, decoración vegetal y las tres estrellas del general Bolívar, volverá a estar lejos de la mirada del público. Por ahora, el deseo de Bolívar de volver a envainarla cuando en Colombia por fin haya justicia social tendrá que esperar.
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