Cayita calló y Nicolás habló
Mientras que la única testigo viva de los oscuros movimientos de plata por parte del Ñeñe y fiel asesora de Álvaro Uribe, María Claudia Daza, guardó silencio y se llevó a los Estados Unidos los secretos del delito, el hijo de Petro decidió contarlo todo
La confesión de Nicolás Petro sobre el ingreso de dineros de origen irregular a la campaña de su padre es la prueba definitiva de que la política en Colombia es lo mismo que ese frutero en el que una mandarina podrida terminó por provocar la putrefacción de las demás frutas. A unas ya se les nota a la distancia que están descompuestas. Huelen mal. Se ven mal. A otras apenas si se les ve alguna señal del daño, p...
La confesión de Nicolás Petro sobre el ingreso de dineros de origen irregular a la campaña de su padre es la prueba definitiva de que la política en Colombia es lo mismo que ese frutero en el que una mandarina podrida terminó por provocar la putrefacción de las demás frutas. A unas ya se les nota a la distancia que están descompuestas. Huelen mal. Se ven mal. A otras apenas si se les ve alguna señal del daño, pero cuando se les manipula, inmediatamente se percibe que algo no anda bien. Que bajo la piel lustrosa hay una pulpa blanduzca, casi líquida, que ya no es comestible. Todo está dañado y ya poco queda por hacer.
Esa mandarina que ha terminado por diseminar su podredumbre en todos los niveles de nuestra política es la campaña que debe hacer cualquier colombiano interesado en llegar a ocupar un cargo de elección popular. Los miles de millones que cada candidato tiene que invertir para conseguir ser electo son miles de millones que de una u otra forma se tendrán que pagar y que ningún sueldo de presidente, congresista, gobernador, alcalde, diputado o concejal alcanzará para honrar esa deuda en cuatro años. Es así como aparecen los “inversionistas”, que sin necesidad de firmar un pagaré ponen mucho dinero esperando la debida retribución cuando el candidato haya sido elegido.
“Inversionista” fue Odebrecht poniéndole plata a las campañas de Santos y Zuluaga. “Inversionista” fue el Ñeñe Hernández poniéndole plata a la campaña de Iván Duque. “Inversionistas” son el Turco Hilsaca, Santa Lopesierra y otros que a través de Nicolás Petro permearon la campaña del presidente actual. El común denominador es la opacidad en el ingreso de los dineros. La disculpa de siempre de los candidatos es: “yo no sabía”. La conclusión es penosa: cualquier discurso de cambio en la política en Colombia es imposible mientras las mafias, que con su dinero pervierten nuestro sistema electoral, sigan siendo las mismas.
¿Qué diferencia hay entre los dineros que vía el Ñeñe Hernández habrían entrado a la campaña de Iván Duque y los que vía Nicolás Petro llegaron a la campaña de su papá? En principio ninguna. Lo que sí cambia es el desarrollo que en términos judiciales tuvo cada caso. Mientras que la única testigo viva de los oscuros movimientos de plata por parte del Ñeñe y fiel asesora de Álvaro Uribe María Claudia Daza guardó silencio y se llevó a los Estados Unidos los secretos del delito, el hijo de Petro decidió contarlo todo y decirle de frente al país que hubo plata de origen irregular y no registrada en las cuentas de la campaña de su padre.
¿Quién sirve mejor al país? ¿Quien huye y calla o quien cuenta la verdad con el precio que esto puede tener para el futuro democrático de Colombia?
El que huye y calla quiere que todo siga igual. Quien cuenta todo tal vez sí espera que su acción genere un cambio y una ruptura en ese nefasto matrimonio entre las mafias y la política. De ahí que la frase que lanzó la actual pareja de Nicolás Petro tenga mucho sentido, vista con el prisma de hoy: “hay personas que están en este mundo para enseñarte cómo no debes ser y valoro mucho que no repitas la historia”.
Nicolás Petro hizo lo que el Centro Democrático con su Cayita no fue capaz: salirse del frutero.
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