La silenciosa caída de Rappi

Tras el boom del negocio de domicilios durante el confinamiento, el unicornio cae casi 400 puestos en la lista de las mayores empresas de Colombia y sigue arrojando pérdidas

Repartidores de Rappi protestan como parte de una huelga para exigir mejores salarios y condiciones laborales, en Bogotá, el 15 de agosto de 2020.LUISA GONZALEZ (Reuters)

A los altos rangos de la poderosa plataforma colombiana Rappi, según confiesa una fuente interna de la compañía, ya no los trasnochan los publicitados reclamos laborales de miles de repartidores de comida a domicilio. Hoy tienen más peso en la agenda, agrega, otros líos a lo largo y ancho de la docena de unidades de negocio que nutren el portafolio de una de las grandes tecnológicas de América Latina. También inquietan las previsiones de diversos organismos internacionales, como la Cepal o el Banco Mundial, que advierten una posible recesión o un crecimiento económico muy lento en 2023.
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A los altos rangos de la poderosa plataforma colombiana Rappi, según confiesa una fuente interna de la compañía, ya no los trasnochan los publicitados reclamos laborales de miles de repartidores de comida a domicilio. Hoy tienen más peso en la agenda, agrega, otros líos a lo largo y ancho de la docena de unidades de negocio que nutren el portafolio de una de las grandes tecnológicas de América Latina. También inquietan las previsiones de diversos organismos internacionales, como la Cepal o el Banco Mundial, que advierten una posible recesión o un crecimiento económico muy lento en 2023.

En junio se conoció que la compañía se descolgó 386 puestos en el listado anual confeccionado por la Superintendencia de Sociedades de Colombia con las mil empresas más grandes del país. Esa novedad poco sorprende al analista financiero Camilo Zea, quien recuerda que muchos negocios digitales en el mundo atraviesan por una situación similar: “confluyen el aumento drástico en las tasas de interés, la inflación y las características de un modelo de negocio que aún no es rentable, no arroja números negros, y todavía depende de su capacidad para levantar capital en rondas de financiación”. Hasta el momento de la publicación, la empresa no había respondido las preguntas de este diario sobre estos y otros puntos.

El escalafón de la Supersociedades, que se basa en los estados financieros de 2021, señala que la empresa del logo del mostacho blanco pasó del puesto 385 en 2020, al 771 en 2021 -en 2019 ocupaba el 796-. En 2020 Rappi facturó solo en Colombia 403.016 millones de pesos (unos 100 millones de dólares), espoleado por los confinamientos sanitarios que obligaron a millones de personas a hibernar durante meses en sus casas y recurrir a pedidos a domicilio para sobrevivir sin salir a la calle. Ya sin confinamientos, los balances regresaron a los niveles prepandemia: en 2021 los ingresos cayeron a 254.489 millones de pesos (unos 53 millones de dólares al cambio actual) lo que arrojó pérdidas por 243.468 millones de pesos (unos 50 millones de dólares).

El contexto general, y las cifras de Rappi en particular, generan incertidumbre en torno a la reacción de los fondos de capital riesgo que han patrocinado a emprendimientos como la plataforma ¿Mantendrán el volumen y apetito de inversión de etapas tempranas? ¿O, por el contrario, la paciencia se va agotando con modelos de negocio que tardan tantos años en incubación y favorecerán los que tienen una rentabilidad presente3 o a corto plazo?

Alex Szapiro, director del conglomerado japonés SoftBank en Brasil, dejó algunas pistas durante una entrevista reciente con el Brazil Journal. El ejecutivo reconoció que el consorcio asiático, que inyectó 1 billón de dólares en Rappi en 2019, se había “equivocado” al “exigir un crecimiento acelerado a las ‘startups’” en lugar de lograr una rentabilidad. Lo dijo a propósito de las billonarias pérdidas reportadas por SoftBank este año, que han desembocado en un recorte del 30% de su equipo global, con afectaciones en América Latina, con el mal desempeño en la línea de inversiones en tecnología (VisionFund) como telón de fondo.

Sin entrar en previsiones apocalípticas, el experto en administración e innovación Iván Hässig constata algunas señales palpables de cambio de ciclo: “ante una posible crisis de consumo, desde Europa y Estados Unidos ya se puede percibir más recato en los inversionistas a la hora de invertir en este tipo de negocios digitales”. El profesor de economía de la Universidad de los Andes David Bardey coincide: “hoy no está claro qué tan interesante resulta el retorno o ganancia para los inversionistas en un entorno de contracción económica”.

Hässig agrega que varios países han venido actualizando sus marcos regulatorios antimonopolio, laborales, o de información, lo que ha llevado a que el modelo de negocio de muchos emprendimientos pierda las ventajas que habían aprovechado por la falta de regulación. Para el caso de Rappi, que ha enfrentado especialmente problemas laborales en varios países de América Latina, ya hay una noticia. El gigante de los domicilios con sede en Berlín Delivery Hero, que llegó a controlar un 19,5% del capital de Rappi, vendió el 7% de sus acciones a principio de año en una transacción tasada en 150 millones de dólares.

De acuerdo con informes financieros internos obtenidos por EL PAÍS, las ventas de Rappi (Colombia) en 2021 cayeron un 32,8% frente a 2020. Eso, en un negocio que desembolsa millones de dólares mensuales en mercadeo, contratación, salarios y nuevos proyectos, significa que sigue ‘quemando caja’, es decir, gastando capital para seguir funcionando.

Portavoces de Rappi, que nació en 2015 y hoy opera en 250 ciudades de 9 países latinoamericanos, han manifestado en diversas entrevistas de prensa su anhelo de alcanzar prontamente el break even (punto de equilibrio financiero). Así mismo, durante el segundo semestre del año pasado circuló con fuerza la noticia, en medios tan acreditados como The Economist, de que la empresa daría el salto para cotizar en bolsa este año. Ninguna de las dos metas se ha materializado.

Por lo pronto, mantiene su plan de expansión para convertirse en una ‘superapp’, al estilo de las chinas Grab o WeChat. RappiTravel (compra de tíquetes aéreos), RappiPay (bancarización), TurboFresh (envíos de despensa a toda prisa), o RappiCash (retiro de dinero a domicilio) hoy forman parte de los servicios que se han sumado a la línea fundacional de reparto de domicilios.

Entre los analistas existen dos corrientes para analizar el futuro de Rappi. Por un lado, el asesor financiero Andrés Moreno Jaramillo considera que lo esperable es que “los inversionistas privados de Rappi logren en algún punto recibir su retribución. Rappi tiene clarísimos los datos de mercado, sus aciertos y errores, y tendrán que seguir ajustando la operación y especificando el nicho para convertirse en un negocio sostenible en el tiempo”.

Por otro lado, el asesor financiero Rafael Tovar es más escéptico. Cuenta que fuentes de la compañía le confesaron que entre las opciones que se llegaron a sondear al interior de la compañía para “rentabilizar la operación”, siempre bajo la mirada atenta de los fondos, estuvo la posibilidad de vender la empresa a candidatos tan poderosos como la estadounidense DoorDash, otro ejemplo de emprendimiento con problemas que acumula año a año perdidas billonarias.

“Pero sería lo ideal para ambas partes”, escribe Tovar en su perfil de la red social Linkedin, “porque generaría sinergias operativas, haciendo uso de tecnologías de información con Bots basados en machine learning y IA, los cuales permitirán prescindir o reducir la planta de personal -que a nivel regional llega a los 5 mil empleados- y operar desde Sillicon Valley a costos mucho menores”.

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