El mito de Jorge Eliécer Gaitán vuelve a las calles donde lo asesinaron
El actor Cristian Ruiz adapta los discursos del líder liberal colombiano, un orador extraordinario que gustaba a García Márquez y en cuyo espejo se ve Gustavo Petro
Casi todos voltean sus cabezas a medida que él avanza por la carrera Séptima, en el centro de Bogotá. Los ojos de los curiosos se posan en un hombre de 28 años, vestido con un traje del siglo pasado y peinado con gel. Él grita y su voz se proyecta a través de un micrófono antiguo. “Estamos cansados de las balas que también me silenciaron a mí, un 9 de abril”, exclama el supuesto difunto. Quienes dudaron, lo identifican enseguida cuando menciona la fecha que en 1948 partió en dos la historia de Colombia. “...
Casi todos voltean sus cabezas a medida que él avanza por la carrera Séptima, en el centro de Bogotá. Los ojos de los curiosos se posan en un hombre de 28 años, vestido con un traje del siglo pasado y peinado con gel. Él grita y su voz se proyecta a través de un micrófono antiguo. “Estamos cansados de las balas que también me silenciaron a mí, un 9 de abril”, exclama el supuesto difunto. Quienes dudaron, lo identifican enseguida cuando menciona la fecha que en 1948 partió en dos la historia de Colombia. “¡Viva Jorge Eliécer Gaitán!”, responde un hombre.
El actor es Cristian Ruiz. El personaje es Gaitán, el dirigente liberal cuyo magnicidio dio lugar a los disturbios masivos del Bogotazo, al recrudecimiento de la violencia política y eventualmente al surgimiento de grupos armados. Ambos se mimetizan desde hace tres años, desde que el actor lo eligió para su último trabajo como estudiante de la Facultad de Artes – ASAB en 2019. “Era morenito, bajito y de rasgos indígenas como yo”, justifica. La figura del político se percibe cercana, además, porque conserva un poder distintivo: “Ha perdurado en la memoria de un pueblo que siempre olvida a sus muertos”. Su extraordinaria oratoria generó la admiración de los colombianos, incluido el escritor Gabriel García Márquez.
Cristian tiene un afecto especial por el dirigente liberal. Le agrada interpretarlo, aun cuando su público no es masivo. Sabe que la voz de Gaitán se oye vieja, que muchos solo lo ubican en relación con el Bogotazo y que los más jóvenes a veces lo confunden con Luis Carlos Galán, otro presidenciable liberal asesinado, en su caso unos meses antes de las elecciones de 1990. Pero lo importante para el actor es que siente que a través del dirigente liberal puede expresarse políticamente. No ve a su personaje como una figura anacrónica. Siente, en vez, que el político todavía tiene algo que decir sobre lo que sucede en Colombia. “En mi trabajo con él, denuncio la violencia que marca a esta nación”, alega.
La primera vez que el actor percibió la voz de Gaitán en su interior fue en octubre de 2019. Cuenta que sintió la rabia y la ira del líder popular como propias cuando la policía irrumpió en su facultad a reprimir a sus compañeros. Por ese entonces, preparaba a su personaje y se mimetizó con él sin dificultades durante una asamblea estudiantil. Recuerda que se sintió poderoso cuando llamó a sus compañeros a reaccionar en las calles y ellos lo ovacionaron. La energía que sintió quizá fue la misma que experimentaba Gaitán en sus discursos ante las masas. El dirigente liberal era, según Cristian, un político que adquirió poder en los escenarios: era una “estrella de rock” con todas las cualidades de un actor.
Cristian llevó a su personaje a las protestas masivas que poco después estallaron contra el Gobierno de Iván Duque. El actor tomó contacto con la calle en un momento especial, mientras aparecían en Bogotá algunas pintadas de jóvenes que se identificaban como “los nietos de Gaitán”. Para Cristian, estar en la calle convirtió al político en un trabajo distinto a sus otros papeles, como la paloma de la obra de teatro Solo me acuerdo de eso o el matón que interpreta en una nueva serie de narcos. La calle siempre lo hace sentir más “frágil”. El público paga por asistir a una obra y está condicionado a dedicarle tiempo. En cambio, quienes caminan por la ciudad pueden verlo raro e ignorarlo. O estar demasiado apurados para detenerse.
El personaje resurgió en los meses siguientes para homenajear a las víctimas de la violencia. Su momento más emotivo fue con relación a Dilan Cruz, un estudiante de 18 años asesinado por un policía en noviembre de 2019. Cristian se acercó al homenaje que se realizó un año después y le pidió a la madre del joven que lo dejase proclamar uno de los discursos de Gaitán. Eligió adaptar Oración por los Humildes, recitado en Manizales (Caldas) en 1948 con motivo del asesinato de campesinos liberales. “Compañero Dilan, vuestro silencio es grito, pero vuestra muerte es vida en nuestro destino final: luchar y revolucionar”, exclamó rodeado de cámaras de teléfonos móviles.
Llegada de Petro a la presidencia
El Gaitán de Cristian no siempre siente ira. Para él, este año las cosas cambiaron con la candidatura de Gustavo Petro a la presidencia. Decidió que iba a apoyarlo y hasta se subió a un autobús de Transmilenio para decirle a los pasajeros que ahora había “un candidato del pueblo” por el que votar. El 7 de agosto fue a la toma de posesión, lleno de esperanza por la llegada a la Casa de Nariño del primer presidente izquierdista desde el siglo XIX. Petro, cuya madre era gaitanista, había conseguido lo que el dirigente liberal no logró en el siglo XX.
Cristian ahora está contento, como su Gaitán, que refleja en sus discursos la ilusión que embarga al actor. Por estos días suele proclamar sus mensajes desde el balcón de El Gaitanista, un café en homenaje al político liberal, cerca del palacio presidencial. Desde allí, ya no prioriza fragmentos sobre el odio a las oligarquías que ignoran al pueblo, sino que combina los que son de amor patrio e inspiración. “Nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena”, repite una y otra vez.
El vínculo particular con el presidente se observa en la calle. “¡Viva Petro!”, grita alguien en la carrera Séptima cuando reconoce al mito liberal. “¡Qué viva!”, responde Cristian mientras sigue su camino. Poco después, al pararse por unas fotos, una señora se acerca al personaje. Se llama Teresa Moreno, tiene 66 años y era limpiadora hasta que se quedó sin trabajo. Se queda paralizada a unos pasos de Gaitán, absorta en su contemplación. Siente que está vivo, pero después reflexiona: “qué lástima que lo mataron los ricos”. Para ella, las clases altas del país han sido “muy malas” con los pobres. Se define como “petrista, de izquierda y cristiana” y dice que le reza a Dios todos los días para que al presidente no le suceda lo mismo que a Gaitán.
El actor, no obstante, puede tomar distancia de su personaje. Reconoce que hay que reflexionar sobre las críticas que señalan que fue un político populista y nacionalista que generó división. Él mismo señala como ejemplo una frase famosa que suele pronunciar: “Yo no soy un hombre, soy un pueblo. Un pueblo que se sigue a sí mismo porque me sigue a mí, que he sabido interpretar su dolor”. Pero Cristian trata de entenderlo. Justifica que el político era realmente una “esponja” que absorbía los pesares de los colombianos para después soltarlos en el Congreso.
Para Cristian, el nacionalismo de Gaitán no era “agresivo” contra el extranjero, sino contra los abusos de las clases gobernantes. Un ejemplo es uno de los discursos predilectos del actor, pronunciado en 1929, cuando el político tenía 26 años y era un “joven ferviente”. En él, denuncia ante el Congreso la masacre de las bananeras del año anterior. Gaitán acusaba al Ejército de asesinar al menos a 300 trabajadores de la United Fruit Company que estaban en huelga. Sus amenazas al Gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez en defensa del “pueblo” fueron contundentes: “¡Esa muchedumbre que soporta en silencio sabrá despertarse y para ese día, oh, bellacos, será el crujir de dientes!”.
La mimesis, sin embargo, nunca es absoluta. Cristian reemplaza a Gaitán cuando llega a unas placas conmemorativas en la intersección de la carrera Séptima con la Avenida Jiménez, un cruce que quizás sea el corazón del centro de Bogotá. Es allí donde mataron al dirigente liberal y el actor quiere homenajearlo. “Hoy, como un humilde interprete, he venido a decir estas palabras”, comienza. Un grupo de personas se reúne a su alrededor, más que en cualquier otro sitio. Cristian retoma la Oración por los Humildes y se la dedica al político. “Quizá vuestros ideales fueron pausados, pero ahora vuestra luz es una llama en nuestros ojos. ¡Podes estar muerto, sí, pero que tremendamente vivo estás entre nosotros!”, concluye entre aplausos.
La nieta de Gaitán, al frente del Centro de Memoria Histórica
El presidente, Gustavo Petro, ha reivindicado a la familia Gaitán, que lucha por la memoria del dirigente desde hace décadas. La nieta del político asesinado, María Gaitán Valencia, es la nueva directora del Centro Nacional de Memoria Histórica desde el pasado jueves. El mandatario destacó durante la toma de posesión que, en su Gobierno, es una víctima de la violencia quien estará a cargo de “la verdad histórica de Colombia”.
Para Petro, el asesinato de Gaitán buscó impedir “una revolución de transformaciones sociales”. Según el presidente, la nieta del líder liberal tendrá un rol clave en alcanzar el objetivo de reconciliar a un país que busca la paz. María Gaitán, por su parte, prometió que va a llevar a la práctica una frase de su abuelo: “Él decía que se iba a referir a la historia como brújula del futuro y no como fantasma del pasado, y eso es lo que vamos a hacer”.
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